Este señor, más que político y ex presidente de una nación hermana, parece una mina de orinque: Sus varillas se rompen con facilidad. Es así, lábil y peligroso. Sus estallidos tienen barruntos de paramilitar, oreja, crímenes de lesa humanidad y otros tantos que espacio nos haría falta si decidiéramos reseñarlos.
No hace más de 72 horas, con fines político partidistas, criticó nuestro proceso de paz para favorecer al candidato de su preferencia en Colombia. Escribió en sus cuentas de Twitter y Facebook: “Miren lo que está sufriendo Guatemala por una paz mal hecha”. El objetivo: beneficiar a su ahijado, Óscar Iván Zuluaga, candidato presidencial de ultraderecha.
Uribe no es un ciudadano cualquiera, es un ex presidente, y la lógica diplomática establece el respeto debido a otros países. Lo que exprese individualmente será pronunciamiento de un ex funcionario de Estado. Tal condición, no parece importarle. Nada nuevo en un esperpento como él.
En la XX Cumbre de Jefes de Estado del Grupo de Río, Rafael Correa lo desenmascaró tal cual es. Lo trató de falso y mentiroso, y Uribe —más allá de gritos y rebuznos— no tuvo ni un solo argumento para defenderse. Es más, cuando estuvieron cara a cara, su palidez y resequedad de boca eran las típicas de un cobarde. Aún recordamos la histórica increpación de Correa refiriéndose a ese hurón: “Qué difícil es creerle algo, a alguien que ha mentido tanto”. El otro sólo tartamudeaba y decía incoherencias.
Por eso, celebro en todo lo que vale la postura de la Presidencia de nuestra República. Textualmente expresó su vocero Francisco Cuevas: “Es inadecuado que el expresidente Álvaro Uribe ponga de ejemplo a otros países, más aún cuando el comentario es netamente político, pues el tuiter se vierte en medio de un proceso electoral que se realiza en su país”.
El proceso de paz que puso fin a la guerra interna de Guatemala es nuestro, bueno o malo es nuestro. Y bienvenidas sean todas las sugerencias para mejorar o desandar lo que no se hizo bien, mas, es inaceptable que alguien, tildado hasta de narco-paramilitar retrotraiga esa gesta para propósitos espurios.
Dejo claro que admiro y respeto a Colombia, a sus hijas e hijos. Admiro sus costumbres y tradiciones. Su avance científico, su folclor tan rico y variado, en fin, me embeleso ante su belleza. Y, no presupone esta protesta ante lo expresado por uno de sus ex mandatarios, una actitud de irreverencia contra aquella nación cuya historia va de la mano con la nuestra: Somos hermanos latinoamericanos.
Rechazo sí, como guatemalteco, esa triste actitud de quien, la ética le ha venido guango. Su desprecio por el recto proceder ha sido su consigna y más temprano que tarde ha de presentar cuentas ante tribunales de su país o, como está sucediendo con ex funcionarios nuestros, en Cortes internacionales.
Suficientemente lacerada está América Latina por las guerras intestinas producto de la avaricia y el individualismo, la ambición desmedida y la corrupción, la falta de líderes natos en aras de felones y oportunistas para que, alguien sin escrúpulos como Uribe, se exprese de esa manera. Una chispa puede activar un fuego innecesario. Diplomáticamente podemos lucir una risa sardónica, forzada e hipócrita, pero la cicatriz queda.
Basta ya de que cualquier adalid de pacotilla se refiera a nosotros en forma irrespetuosa. Sea Uribe o cualquier otro, no permitiremos que cualquier mercachifle, de izquierda o derecha, nos esté mangoneando.
A lo suyo y no a lo nuestro Álvaro Uribe Vélez.
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