Cuando las telenovelas se vuelven demasiado extensas, se supone que lo molesto —además de no conocerse el final— es que a cada actor le toca quedarse encasillado en el papel que le asignaron desde el inicio, y ni el giro de cintura ni el oxígeno le alcanzan para deshacerse del destino que el guión le asignó.
Y si está destinado a ser extenso en tiempos, cuando menos se pueden ensayar nuevos papeles para los actores; si hemos llegado a convencernos en algún momento de que el crecimiento exponencial del empleo en el campo viene de la pequeña y mediana producción campesina, pues entremos a discutir el cómo. Ya en el Congreso de Ingenieros Agrónomos, realizado hace dos semanas, se escuchó una excelente ponencia que abundaba sobre el papel de la tecnología para este fin.
En medio de esta problemática, se ha evidenciado que uno de los temas que gobernará la agenda del desarrollo en los años por venir es la búsqueda de formas exitosas para vincular a los productores-campesinos de pequeña escala con los mercados y las cadenas de valor. Este tema es relevante. En principio, porque este grupo de actores contribuye con cantidades sustanciales de alimentos en el mundo. Normalmente, estos segmentos productivos han sido excluidos de las ventajas que ofrece el mundo actual y se han convertido en un núcleo de alta vulnerabilidad e inestabilidad política y social.
La inserción de los productores de pequeña y mediana escala a los mercados, ya sean locales o de exportación, requerirá de la acción conjunta de los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil. Los gobiernos deberán centrar sus esfuerzos hacia la creación de marcos institucionales y legales conducentes a crear un ambiente que favorezca esa vinculación y hacia la definición de prioridades y estrategias de inversión y asignación de recursos que fortalezcan sus capacidades, en los que se evite el diseño de programas asistencialistas o populistas.
La incorporación de los productores de pequeña y mediana escala a los mercados también requiere de una activa participación del sector privado, quien tiene la importante función de crear y poner en marcha ideas y negocios que sean comercialmente viables y que ayuden a generar empleo, reducir la pobreza y contribuir a la seguridad alimentaria. Asimismo, este sector privado continuará siendo la fuerza motriz de la innovación y la inversión, y facilitará la vinculación de los pequeños productores con las iniciativas empresariales competitivas y sostenibles.
Toda sociedad debe tener el derecho de definir y gobernar su propio futuro. Esta es, sin duda, una de las funciones más importantes de organizaciones de la sociedad civil en el proceso de vincular a los productores con los mercados, apoyarlos en sus procesos organizativos, ayudarlos a mejorar sus capacidades de interlocución colectiva, crear puentes de diálogo con los gobiernos locales y, eventualmente, apoyar la provisión de servicios y ayudas a aquellos con necesidades especiales o urgentes.
Para vincularse con los mercados, los productores de pequeña y mediana escala requieren hacerlo de forma asociativa para reducir los costos de transacción, mejorar sus capacidades de negociación, convertirse en interlocutores legítimos ante el Gobierno y el sector privado, aumentar la cohesión social y mejorar la autogestión.
En síntesis, la vinculación de los pequeños y medianos productores a los mercados será uno de los temas centrales que definirán la forma de concebir y estructurar el desarrollo rural en el futuro. El éxito de este proceso requiere del establecimiento de un diálogo más plural y diverso con la participación del Estado, los productores, el sector privado y la sociedad civil. ¡Uno más de los temas para generar acuerdos!
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