Si bien es España el lugar donde ahora son populares, al punto que se encuentran organizados y con un trabajo impresionante de inteligencia y logística de movilización; esta forma de presión nació en Argentina, cuando miembros de la asociación “Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio”, formada por los descendientes de personas desaparecidas durante la dictadura, decidieron “escrachar” a un médico de la Escuela Mecánica de la Armada, que en su época atendía los partos de las mujeres secuestradas y en el momento de la protesta trabajaba como jefe de obstetricia de un hospital de Buenos Aires.
Se entiende que el término “escrachar” ha sido utilizado usualmente en el lenguaje popular de Buenos Aires, su significado vendría a ser algo así como poner en evidencia a alguien. Dicen los iniciadores de la práctica que luego lo importante no fue sólo señalar a la persona sino conseguir que la sociedad los condenara.
En España, la dinámica de este tipo de protestas ha tenido distintas intensidades, desde las coreadas y obstrucciones al acceso de las viviendas, hasta agresiones físicas leves y tratos humillantes a una funcionaria que, sin percatarse del inicio del escrache, había salido de su domicilio. El más notorio ha sido el evento en la residencia de la Vicepresidenta del Gobierno, quien ha dicho que está dispuesta a dar explicación y recibir cualquier tipo de presión en el Palacio de Gobierno, en el Parlamento o en el Congreso, pero que su casa es “otro terreno, el de su vida personal y sobre todo el de su familia”.
Algunas personas opinan que esta es una práctica fascista, como cuando se pasaba pintando una estrella de David frente a las casas de los judíos y se les dejaba a merced de las turbas Nazis; en contrario, lo primeros organizadores argentinos dicen que esta práctica se constituyó con el tiempo en una construcción política que involucraba incluso a las asociaciones de barrio, dicen que “cuando una sociedad busca medidas alternativas es porque hay un contrato social que se ha roto, el escrache es producto de la impunidad y la impunidad tiene mucho que ver con la impotencia”.
Un político del Partido Popular advirtió que ante la menor humillación a sus hijos, quienes la hicieran se ganarían “una ostia” (golpe); luego se ha disculpado por instrucciones del Partido sobre la forma de expresión más no sobre el fondo. Eso me ha hecho pensar que acá en Guatemala, no sería solo una “ostia” lo que alguien se llevaría; supongo que una casi catástrofe seguiría a los primeros escraches, ¿se imaginan reaccionando a las policías de condominios?, ¿a los guardaespaldas que muy probablemente utiliza el escracheado?, ¿a los mismos escracheadores en este medio tan pródigo en linchadores?
Puede ser que la condena social al delincuente de cuello blanco sea deseable, el no querer compartir con él espacios públicos ni actividades sociales, pero la forma de señalar al considerado delincuente siempre conlleva el riesgo de castigar a un no culpable, o a un calumniado.
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