Para quienes desconfiábamos de las encuestas, ahora debemos reconocer que el fenómeno Jimmy Morales es una realidad. Alcanzó el primer lugar en primera vuelta, pero no de forma definitiva: un poco más de 200 000 votos y alrededor de 4.2 puntos porcentuales sobre el segundo lugar. Una diferencia no muy grande si se la compara con los alrededor de 950 000 votos que Baldizón deja con destino incierto. Todo favorece electoralmente a Morales, pero si quiere ganar en la segunda vuelta debe demostrar madurez política, y sobre todo prudencia, para no replicar los errores que Baldizón cometió y lo llevaron a la derrota.
Pero quizá la principal deficiencia que Morales debe corregir si ha de ganar las elecciones es la carencia de una propuesta de programa de gobierno. Con su habilidad oratoria, Morales ha querido escabullirse de las críticas diciendo que su plan es «operacionalizar» el plan nacional de desarrollo K’atun: nuestra Guatemala 2032. Según el análisis que el Icefi ha hecho de las propuestas de programas de gobierno, con esto Morales hereda quizá la principal falencia de dicho plan: es inviable sin una reforma fiscal profunda y de largo aliento. Morales quizá pueda formar un equipo de gobierno a corto plazo, pero no puede hacer un plan de gobierno serio a última hora, por lo que es imperativo exigirle que publique cuanto antes una propuesta seria y técnicamente sustentada.
Sin propuesta de programa de gobierno seria y creíble, Morales debe entender que los casi 1 200 000 votos que ha recibido no son votos a favor de su propuesta, sino de castigo a los corruptos y a la forma en la que se ha gobernado. Sin un plan de gobierno, su falta de experiencia y de conocimiento son un desafío ante el electorado.
Con la información disponible al momento de escribir este texto, Torres se encaminaba a la segunda vuelta y derrotaba a Baldizón, pero por una diferencia mínima, apenas de alrededor de 5 000 votos. Una victoria para ella, pero quizá con sabor a derrota, pues se confirma que sus índices negativos y de rechazo continúan muy altos, con lo cual su caudal electoral se confirma estancado en torno al 20 % de los votos válidos. Más allá de la tontería de la sandrofobia, su problema es que arrastra el pesado lastre del desgaste y de los problemas del gobierno de su exesposo Álvaro Colom, quizá principalmente el problema de que, según la Cicig, en la campaña electoral de 2007 la UNE recibió financiamiento electoral sucio.
Además del lastre de los problemas del gobierno de Colom, Torres tiene el problema del descrédito y la desconfianza que inspira su candidato vicepresidencial Mario Leal, que la vincula con el gobierno de Pérez Molina (Leal fue secretario de Asuntos Específicos del expresidente). Sin duda la incorporación de Leal fue una medida práctica que quizá le proveyó del desesperadamente necesario financiamiento electoral para la UNE, pero que puede terminar siendo fatal en la segunda vuelta.
Para Torres, una posible ventaja sobre Morales es su experiencia y que la UNE sí tiene un programa de gobierno con sustento técnico, así como un equipo con experiencia. Pero corre el grave riesgo de que esa experiencia se perciba como una que se usó para abusar desde el Gobierno durante la administración de Colom.
En ningún momento como ahora había sido tan crítico el valor de debatir y evaluar propuestas. A los ciudadanos nos toca exigir que se presenten propuestas serias y que Morales y Torres debatan sobre ellas.
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