Durante las últimas décadas, la inversión de capitales extranjeros en los países del sur global ha dependido no solo de las políticas locales del Estado; sino también, y en gran parte, de factores interconectados por la participación del empresariado internacional, los organismos internacionales, las agendas político-económicas en países del norte global y de otros factores a los cuales, con conocimiento o desconocimiento, definimos como “globalización”.
Entender la débil institucional...
Durante las últimas décadas, la inversión de capitales extranjeros en los países del sur global ha dependido no solo de las políticas locales del Estado; sino también, y en gran parte, de factores interconectados por la participación del empresariado internacional, los organismos internacionales, las agendas político-económicas en países del norte global y de otros factores a los cuales, con conocimiento o desconocimiento, definimos como “globalización”.
Entender la débil institucionalidad del Estado de Guatemala y las relaciones socioeconómicas que rigen nuestras vidas requiere de estudiar el pasado. Durante las últimas décadas, la situación política y económica de toda la región Mesoamericana fue dictada por políticas de desarrollo lideradas desde países del norte global a través de sus gobiernos y sus organismos internacionales. Durante las últimas décadas del siglo XX, miles de millones de dólares fueron inyectados en las economías de la región con el fin de fomentar industrias específicas. También, miles de millones más fueron y son invertidos en preparación técnica y logística para incrementar la fuerza laboral fomentando su educación, salud y mejores condiciones de trabajo. Estas inversiones de la cooperación internacional han fortalecido la legislación en cuestión de derechos laborales, organización social y fomento de cooperativas, iniciaron la descentralización del Estado concentrado en las capitales y permitieron la creación de empresas exitosas en el interior de los países. Esto sin embargo, no ha sido suficiente para superar los enormes retos heredados del sistema patrimonialista de gobierno.
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Desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, los gobiernos en la región mesoamericana han respondido a estrategias económicas kaldorianas y ricardianas globales. Aún ahora, en pleno siglo XXI, estas estrategias siguen administrando la vida de los gobiernos del sur global y son la causa de la pobreza estructural, débil institucionalidad, y de nuestra incapacidad para competir en igualdad de condiciones en el mercado internacional. La firma de tratados regulados de comercio tales como el TLC con Estados Unidos (CAFTA, por sus siglas en inglés) es el más reciente ejemplo.
Explicar cómo funcionan y se estructuran en la economía global las estrategias económicas kaldorianas y ricardianas requeriría un libro. Explicar cómo estas políticas hacen de Guatemala un Estado débil e inmaduro requeriría de otro. El efecto de las estrategias ricardianas implementadas por las economías del norte ha resultado en que nuestra economía ha producido y produce solo aquellos productos de demanda internacional que satisfacen sus necesidades –azúcar, café, banano, legumbres y ciertas manufacturas– y que la institucionalidad débil del país ha sido suficiente como para que este flujo de importaciones fluya sin inconvenientes (el golpe de 1954 es un buen ejemplo de cómo esta estrategia se vio en riesgo). Por otro lado, la implementación de estrategias kaldorianas ha requerido que nuestro país se integre a marcos institucionales globales que desde los años setenta han modernizado nuestra economía mixta y permitieron que las tasas de crecimiento locales creasen nuevos consumidores que absorbieran el surplus productivo.
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El Estado guatemalteco fue creado como una máquina de extracción de ingresos que monopoliza el uso de la violencia interna y provee protección y servicios a un territorio definido de acuerdo a intereses comerciales globales. En los últimos años, el poder de esta maquinaria para extraer recursos se ha debilitado más allá de lo que interesaría a los grupos de poder. Las élites productoras están cambiando y sus espacios son capturados por nuevas fuentes de riqueza. Si las estrategias kaldorianas y ricardianas se confirman en este nuevo escenario local, el camino hacia adelante se corregirá pronto y el statu quo se mantendrá. Lo que queda preguntarnos es si podemos aprender algo de bloques en Sudamérica y Asia que han alterado estas estrategias globales o, ¿quizás ser nosotros los actores del cambio?
* http://www.plazapublica.com.gt/content/los-sindromes-del-cemento
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