El artículo anterior finalizó señalando que parece perdida la oportunidad de tener impacto y alcanzar la meta prometida, porque el país ha sido llevado a niveles críticos de endeudamiento interno y externo. El gobierno no solo perdió la capacidad de recoger impuestos, sino lo confiesa sin pudor al querer delegar sus obligaciones a una empresa extranjera.
Antes de que pasaran dos semanas del segundo artículo, hemos visto una muestra más de cómo se maneja el PHC.
Luego de las declaraciones públicas sobre la seriedad de la pérdida de la primera cosecha de granos básicos, la divulgación de las estimaciones sobre familias afectadas y una declaración de Estado de Calamidad en los departamentos afectados. ¿Qué debe seguir? Pues las asignaciones presupuestarias extraordinarias para resolver el problema. Los proyectos de empleo temporal, todo lo contemplado en el PHC para contener el hambre estacional. “No se nos va a morir siquiera uno de hambre”, dice el Presidente. Pero no anuncia el primer programa de empleo temporal para que los agricultores capeen el temporal con dignidad y no con limosnas.
En vez de eso, estamos a la espera de la caridad internacional y de uno que otro chapuz con lo que ya se tenía asignado en las carteras afectadas.
Y ese patrón de conducta ha sido parte de lo feo del PHC.
También lo ha sido la falta de información para entender las escasas cifras que se divulgan. Sirvan tres casos como ejemplo.
Cuando se lanzaron las campanas al vuelo sobre el primer lugar de Guatemala en el índice HANCI, que mide el compromiso de los gobiernos para combatir el hambre, no dijeron que el informe señala que Guatemala ha reducido su significativa ventaja sobre los países que le siguen en la lista porque ha reducido su puntaje en el combate a la desnutrición e inversión en salud, y que en el índice del próximo año podría perder su primer lugar. Vaya, parece que hablaban de la Ventana de los Mil Días.
Luego vino el segundo informe de seguimiento del PHC, comisionado a IFPRI/CEPAL. Nuevamente, campanas al vuelo, pero sin aclarar que la disminución de desnutrición crónica de 1.7% en municipios priorizados no puede ser acreditada al PHC, y que hay aspectos negativos en las cifras: la disminución fue en zonas urbanas, hubo retroceso en áreas rurales y la desnutrición crónica aumentó en el grupo de edad atendido por la Ventana de los Mil Días.
El tercer ejemplo tiene que ver con el cálculo de la mortalidad infantil por desnutrición. Si hoy se mide de manera diferente, los resultados se pueden comparar únicamente con los años donde se haya usado la misma metodología. Anunciar disminución de dicha mortalidad es incorrecto. Por otra parte, si se usa la misma metodología anterior, resulta que la mortalidad aumentó.
He ahí lo feo. Se brinda información incompleta, con análisis limitado, publicitando logros y evitando hablar de los retrocesos.
Pero lo peor de todo, lo grotesco, es que el PHC se siga usando en el marco del clientelismo político. Que se suspendan entregas de bolsas y fertilizante porque se opone un alcalde, un diputado. Que las entregas no se concentren en los municipios priorizados, que el Presidente tenga que “supervisar” personalmente las entregas y que convierta el trabajo en descarados mítines políticos donde habla de cuatro años más de gobierno.
Para el partido gobernante, el PHC nunca ha tenido el lugar que debía en términos de ejecución, y en ningún momento ha dejado de verlo como parte de su maquinaria proselitista, como fábrica de votos. Con ello, queda marcado el destino de algo que nos ilusionó, que motivó a la juventud, que despertó la conciencia y movilizó socialmente, dejándonos en la boca sabor a centavo viejo.
Somos muchas las personas que no dudaríamos en hablar de los buenos resultados, porque en este asunto, tener la razón resulta doloroso. Sólo se necesita información completa, indicadores claros.
Lo siento por quienes creyeron y adquirieron compromisos con el trabajo, por quienes se entregaron a la causa y nunca buscaron la ventaja política presente o futura y, sobre todo, por quienes sufren hambre y desnutrición crónica y aguda.
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