Lo bueno nos lo proveyó el cambio de Ombudsman y sus primeros pasos han sido muy acertados: Disminuir su salario al 50% y hacer “la limpia” —aunque haya sido sin chilca— en la Procuraduría de Derechos Humanos.
Menuda tarea le toca a Jorge Eduardo De León Duque porque tiene atrás, encima y delante, la sombra de su padre. Y ha de remontar esa figura en medio de un maremágnum donde parecen haberse desatado no cuatro sino muchos jinetes del Apocalipsis: Narcotráfico, crimen organizado, tráfico de influencias, secuelas virulentas del conflicto armado y un sinnúmero de etcéteras.
Lo malo fue sentenciado a 70 años de prisión por la desaparición de Édgar Sáenz Calito, estudiante de la Universidad de San Carlos en los años ochenta del siglo pasado. Sí, se trata de Pedro García Arredondo quien, según el Ministerio Público, consintió para que el Comando Seis, aquella tenebrosa policía que igual se enfrentaba a supuestos guerrilleros que a los judiciales comandados por Manuel de Jesús Valiente Téllez, torturara y finalmente desapareciera físicamente a Sáenz Calito.
¿Quién no recuerda la célebre bazuqueada que se dieron García Arredondo y Valiente Téllez? Mientras “sonaban los moros”, quienes estábamos en las emergencias de los hospitales (médicos externos, internos y residentes) no entendíamos por qué razón los que llegaban eran del mismo bando.
De tal manera, si tuvieron la capacidad de darse más allá de las trompadas entre ellos mismos, ¿cómo no iban a desaparecer a un activista social sin más armas que sus ideales?
Conste, a este malo, le queda por enfrentar otros juicios, Vg. por su presunta responsabilidad en la quema de la Embajada de España. Y por favor, no me vayan a salir con el cuento de que fue la Caperucita Roja quien hizo semejante chamusquina, porque seguro no lo creeremos.
Lo feo es la nebulosa que hay en torno a la Operación Martillo. El Lic. Álvaro Castellanos Howell, en su columna del 24 de agosto recién pasado (elPeriódico, página 18), puntualiza muy claramente las dudas que hay al respecto. Según acuerdo oficial ya publicado, 171 marines y empleados civiles del ejército de los Estados Unidos vendrán a Guatemala para combatir el narcotráfico y estarán en territorio guatemalteco durante 120 días. Lo feo —aparte de los privilegios, exenciones e inmunidades que se les otorgará—, estriba en que se diga que tales operaciones no constituyen paso de un ejército ni establecimiento temporal de bases militares extranjeras.
Para nadie es un secreto la necesidad de su presencia, el problema es el cómo, porque el artículo 172 de nuestra Carta Magna es muy claro. Y por lo visto y oído, si el Ejecutivo desea evitar la intervención de los diputados, destapará un santo para vestir otro.
Otro feo es el desaire que le hicieron al diputado Amílcar Pop —jefe de la Comisión de Transparencia del Congreso—. No solo no lo invitaron al foro gubernamental Mitos y Realidades del Puerto Quetzal, sino que le retiraron el podio y el micrófono para que no expusiera su protesta ante los periodistas. De ser cierta la noticia publicada por la prensa escrita, al paisano le quedan dos alternativas: O procede legalmente contra los responsables o por dignidad, renuncia a la Comisión. El hecho tiene tintes de racismo y discriminación. ¿Ma xawab’i qawa’ Amílcar?
Para concluir este artículo volvamos a lo bueno: Al momento de estar escribiéndolo, se conoció que la Dra. Claudia Paz y Paz, fue nombrada por la Revista Forbes como una de las cinco mujeres en el mundo con más poder para propiciar cambios en la política y/o las políticas públicas. Pondera Forbes su capacidad profesional y de trabajo. Bien por ella y por nosotros, los guatemaltecos. Aires nuevos nos llegan con el Oxlajuj Baktún. Ojalá sean Signos de los tiempos.
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