Cualquier fitoproteccionista o especialista en salud animal nacional puede confirmar que esta lista es sumamente incompleta; existen mucho más plagas y patógenos importantes de las que se están reportando al público. Fácilmente son 70. El daño a la economía campesina, comercial y empresarial es gigante.
Las plagas de antaño enviaron un mensaje claro a los egipcios. ¿Entonces cuáles son los mensajes que están enviando las plagas contemporáneas a los guatemaltecos?
El primer mensaje es que es un pecado de omisión no hacer las inversiones necesarias para anticipar los problemas siempre cambiantes y emergentes en la agricultura (frecuentemente relacionadas a la introducción de plagas exóticas o la evolución de plagas ya establecidas). Es indispensable que alguna entidad en el país tenga los recursos para realizar un constante monitoreo científico y sistemático para anticipar o por lo menos identificar los problemas incipientes, antes de que estos impacten severamente, y orientar las acciones de respuesta. ¿Cómo pretende un país tan agroecológicamente diverso como Guatemala tener un agro moderno y sano si tiene solamente un manojo de entomólogos con posgrado y media decena de fitopatólogos profesionales, ningunos de ellos con laboratorios adecuados? ¿Me atrevo a mencionar la edad promedio de estos especialistas? Hay que fortalecer los servicios de vigilancia epidemiológica, para alcanzar al menos la capacidad que tenían hace 20 años. Sin esta capacidad institucional y un relevo generacional, las sorpresas desagradables continuarán. Esta inversión sería altamente rentable.
Un segundo mensaje clarísimo que nos comunican estos brotes es que ha sido ilusorio creer que el sector privado pueda proveer todos los productos y servicios que el sector productivo requiere para tener éxito. El sector privado puede ser sumamente eficiente en proporcionar germoplasma resistente, eficaces plaguicidas cada vez más seguros para la salud humana y el ambiente, y otros insumos. Pero el sector privado no proporcionará ni la información sobre los constantes cambios en el entorno agropecuario ni soluciones completas. En el manejo de plagas, hay que integrar los insumos que se comparan de las casas comerciales con los bienes no comerciales (que no tienen dueños) especialmente las prácticas agronómicas y los controles biológicos. Estos componentes -cada uno en su lugar y armonizados por científicos trabajando con personas productoras- son la base del manejo moderno de plagas. El mercado solo nunca será capaz de proporcionar la mayoría de los conocimientos requeridos para el manejo eficaz, integral y rentable de las plagas. Si pretendemos depender solamente de los insumos comercializados por el sector privado sin los otros componentes, ni Dios nos salvará de las plagas.
La tercera lección que identificamos en esta situación tiene relación con la debilidad (¿debilitamiento deliberado?) de las instituciones públicas. Sin menospreciar la opinión que dice que frecuentemente hay ineficiencias y hasta corrupción en el sector público, es indispensable recordar que ninguna sociedad en la historia de la humanidad ha logrado la prosperidad sin un Estado fuerte y eficaz. Las sociedades ricas hoy en día sin excepción han tenido un sector público eficaz para complementar un sector privado pujante. La pelea contraproducente en Guatemala que argumenta a favor de uno u otro y no la combinación es la raíz podrida causal de los problemas del agro guatemalteco. Hasta que los ideólogos de ambas bandas acepten la necesidad de inversiones públicas y privadas complementarias, no tendremos ni un manejo integral de plagas ni un sector agropecuario dinámico, ni una sociedad próspera y potencialmente equitativa.
Lección cuatro: También estos problemas nos enseñan que la clave para el desarrollo agropecuario no son programas, generalmente gubernamentales, de emergencia que solamente tratan los síntomas. No existen soluciones milagrosas cortoplacistas. El gobierno no debe ser visto como bombero o rescatista. El desarrollo siempre se ha basado en la constancia que solamente a través de programas de calidad con continuidad podemos esperar lograr un desarrollo agropecuario. El desarrollo no viene cuando se apuran con programas simplistas y tardíos para suprimir los síntomas del descuido. Hay que entender los procesos agroecológicos y socioeconómicos e implementar soluciones duraderas y balanceadas. Sin un sector público capaz de formular políticas públicas y proporcionar bienes públicos a través de la investigación y captura de conocimiento, no podemos aspirar a tener las soluciones a problemas incipientes, mucho menos aprovechar las oportunidades emergentes.
Lección cinco: Las plagas son solamente un tema tangible y dramático entre muchos problemas que se están acumulando. La atención del público guatemalteco en este momento está fijada en la multitud de plagas, pero en unos meses estará enfocada en las pérdidas por inundaciones o por sequía, o una disputa con un socio comercial internacional o la escasez de un producto. Guatemala no está preparándose para enfrentar ninguno de estos retos. Aún peor, el público no se da cuenta del cataclismo que está ocurriendo debido a la erosión de suelos resultante de prácticas agronómicas indeseables o a la destrucción de bosques y biodiversidad debido a políticas públicas equivocadas. Las plagas son problemas importantes, pero representan solamente un elemento en el complejo de los retos del agro que no están siendo atendidos adecuadamente y por ende son problemas que van a afectar a toda la sociedad guatemalteca.
Dicen que hace milenios los egipcios recibieron el mensaje de sus plagas. ¿Los guatemaltecos actuales van a prestar atención a las lecciones de sus pestes?
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