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Las intrincadas rutas del narcotraficante

La danza de poder, y el pulso de control, entre los carteles del narcotráfico en México, y su poder de transnacionalización, han redefinido la ruta del trasiego al sur de la frontera mexicana.
Un ex asesor gubernamental sostiene que “El Chapo” Guzmán tiene al menos dos dobles, y eso explica sus visibilidad en varios países, pero también adelanta que la presencia en Guatemala puede obedecer a la intención de enviar un mensaje a los Zetas: “si se meten con mi gente, se meten conmigo”.
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Las intrincadas rutas del narcotraficante

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La mejor manera de entender los mapas del trasiego de drogas es botar los mapas. Los narco-territorios ya no son graníticos. Las pugnas de poder entre los carteles del narcotráfico en México, igual que algunas estrategias anti-narcóticas, redefinieron las rutas del tráfico al sur de la frontera mexicana. Así, una mezcla de buenas y malas intenciones va trazando los intrincados caminos que los narcos eligen para enviar drogas hacia Estados Unidos.

El 11 noviembre de 2008, un hecho desentonó con el narco-mapa nacional. Los Zetas echaron a perder una espléndida carrera de caballos en territorio del Cartel de Sinaloa, la aldea Agua Zarca, de Santa Ana Huista, en la cintura de Huehuetenango y frontera con México. El saldo: 17 muertos.

En mayo de 2010, un informe sobre Guatemala del Woodrow Wilson Center de Washington, DC (EE.UU.) sostenía, citando a autoridades departamentales, que Huehuetenango era un sólido territorio del Cartel de Sinaloa. En octubre, un diputado representante de Huehuetenango en el Congreso, Mauro Guzmán, aseguraba lo mismo. Pero para noviembre, los Zetas ya habían comenzado a echar raíz en La Democracia, al sur de Santa Ana Huista. En el proceso, echaban por tierra los viejos mapas de territorios graníticos, algo que habían comenzado a hacer tres años antes.

En diciembre de 2007, los Zetas—todavía al servicio del mexicano Cartel del Golfo—entraron al país por el norte de Huehuetenango: Nentón, San Mateo Ixtatán, o Coatán Barillas, algo imposible de hacer si la zona estuviera copada por socios de los sinaloenses. De ahí, volaron hacia Cobán, Alta Verapaz. Después, en febrero de 2008, se desplazaron hacia la capital. Luego continuaron hacia Chiquimula y Zacapa—territorio de los Lorenzana, socios del Cartel de Sinaloa—donde mataron a Juan José “Juancho” León, famoso, según las autoridades, por sus tumbes de droga, y cómplice del líder del Cartel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán.

¿Cómo asimilar semejantes incursiones sin respeto a territorios? La mejor manera de entender los mapas del trasiego de drogas es botar los mapas, al menos los mapas viejos, según el experto en seguridad Héctor Rosada. Los narco-territorios ya no son graníticos. De hecho, son tan porosos para los traficantes como lo son para las autoridades.

Origen de la mutación

Estos cambios son catapultados por dos factores.  Algunos nos vienen del norte. La danza de poder, y el pulso de control, entre los carteles del narcotráfico en México, y su poder de transnacionalización, han redefinido la ruta del trasiego al sur de la frontera mexicana.

Primero, en 2007, cuando los Zetas todavía eran el brazo armado del mexicano Cartel del Golfo, y cuidaban sus intereses dentro y fuera de México, un tumbe de droga de Juancho contra los Zetas, y el supuesto asesinato de dos de ellos, llevó la venganza Zeta hasta Zacapa—todo, presuntamente, con la venia de los Lorenzana (socios de Sinaloa), para quienes Juancho se había convertido en un molesto familiar político (ex conviviente de una Lorenzana) y vecino causa-problemas. En 2010, un investigador del MP decía que los Lorenzana todavía tenían una relación “cordial”, pero daba a entender que el equilibrio entre ambos era frágil.

La ruptura definitiva entre el Cartel del Golfo y los Zetas—por una pugna interna, en enero de 2010—precipitó la colonización Zeta de algunas plazas del Golfo en México, Guatemala, y el resto de Centroamérica. No está claro aún si todos los socios del Golfo asimilaron el cambio, o se aliaron a su ex acérrimo rival, el Cartel de Sinaloa, como ocurrió en México, donde la amalgama se hace llamar Federación de Sinaloa.

Síntomas de cambio

Las mutaciones en las estructuras mexicanas quizá expliquen por qué, según el ministro de Gobernación, Carlos Menocal, la familia Mendoza es identificada con el Cartel de Sinaloa, aunque su zona de operación (Izabal, costa del Atlántico de Guatemala, y Petén) típicamente se identificaba con el Cartel del Golfo al menos hasta 2008. Sin embargo, los Mendoza, sean socios del Sinaloa o del Golfo, estarían en el bando equivocado desde una perspectiva Zeta. Por eso en octubre de 2010, y mayo de 2011, los Zetas (comparados más con un grupo mercenario transnacional, que con narcotraficantes) protagonizaron violentos incidentes en el patio de los Mendoza.

El año pasado, atravesaron Petén desde Belice hasta El Naranjo (en dirección hacia México), a balazos y amenazas, en una caravana de unos 15 vehículos, para supuestamente buscar un cargamento que les fue robado y a matar a dos personas (los cadáveres de dos hombres fueron hallados en un vehículo abandonado). En 2011, decapitaron a 27 campesinos empleados en una finca propiedad de Otto Salguero (cuyo paradero se desconoce), así como a tres familiares suyos. De Salguero se conoce que supuestamente robó un cargamento de droga a los Zetas, quienes acusaron a Salguero de operar con el Cartel del Golfo. Si la relación Zetas-Mendoza fuera cordial, semejantes irrupciones hubieran sido innecesarias.

Igual de innecesaria sería la supuesta salida intempestiva hacia España, según versiones extraoficiales, de dos importantes miembros de la familia Mendoza—presuntamente, por ser blanco de extorsiones de los Zetas. Si estos mercenarios comenzaron a tomar Petén, donde demostraron capacidad para actuar impunemente, estarían consolidando el corredor de trasiego que abrieron desde Izabal (frontera con Honduras, y costa del Atlántico), pasando por Alta Verapaz, el sur de Petén, y el norte de Quiché (cerca de la Franja Transversal del Norte) y Huehuetenango.

El descubrimiento de un campo de entrenamiento Zeta en Quiché, en marzo de 2009, así como de una bodega que los Zetas alquilaban en Amatitlán (donde cinco policías fueron asesinados), además de las capturas en 2011 de supuestos Zetas, entre guatemaltecos y mexicanos (según el ministro de Gobernación), en Huehuetenango, San Marcos, Alta Verapaz, y Petén, comprueban la reforzada capacidad Zeta para operar en el occidente, cobrar vendettas en el oriente (como contra Juancho), y circular en el departamento de Guatemala. Uno de los vehículos encontrados junto a la bodega de Amatitlán tenía placas mexicanas de San Luis Potosí, uno de los sectores tomados por los Zetas.

Efecto boomerang

La estrategia anti-narcótica también influye en las rutas del trasiego. Así, una mezcla de buenas y malas intenciones (de las autoridades y los narcos, respectivamente) traza los sinuosos caminos que los traficantes eligen para enviar cocaína, y otras drogas, hacia Estados Unidos.

Hasta 2010, Juan Alberto Ortiz López (alias Hermano Juan, o Chamalé) y Mauro Salomón Ramírez eran identificados como socios del Cartel de Sinaloa en Guatemala. Sin embargo, cuando fueron capturados (Ramírez en octubre de 2010, y Ortiz, en marzo pasado), ambos estaban acusados desde 2009 en una corte de Tampa, en Florida, de conspirar para enviar cocaína a EE.UU. Para ello, el cargamento debió ser transportado por aguas del Golfo de México, un territorio que todavía era del Cartel del Golfo, porque la ruptura con los Zetas no había ocurrido aún, y el territorio se comenzaba a mostrar poroso.

Los trasiegos de Ortiz (Chamalé) y Ramírez habían ocurrido en una coyuntura clave. En 2009, se enviaron más contingentes militares a la zona de la Laguna del Tigre, así como a la Franja Transversal del Norte, y—según Menocal—se reforzó la vigilancia en la costa sur. Estas medidas redujeron el número de avionetas que aterrizaban en la zona de influencia del Cartel de Sinaloa, principalmente en el suroccidente, pero aumentaron el número de aeronaves que aterrizaban en Honduras. La situación se exacerbó en suelo hondureño con la crisis política que llevó a la salida del entonces presidente Mel Zelaya, y el desfase que hubo en las medidas de seguridad.

La droga, entonces, era transportada por tierra hacia Guatemala, según el presidente Álvaro Colom. Para que la carga llegara a Florida, debía salir de la costa Atlántica en Guatemala o México—a hurtadillas del Cartel del Golfo (si la carga era del bando de Sinaloa), o con su consentimiento. Una fuente del Departamento de Estado de EE.UU. asegura que Ortiz (Chamalé) y Ramírez hacían negocios con los dos carteles, Golfo y Sinaloa.

Pese a su versatilidad trabajando para ambos bandos, Ortiz (Chamalé) y Ramírez fueron sumados a una lista de importantes socios del Cartel de Sinaloa capturados entre octubre 2010 y junio de 2011, que también incluyen a Waldemar Loranzana Lima (detenido en El Progreso) y a Byron Linares Cordón (capturado en Sololá)—un duro golpe para los socios de Sinaloa. En esta coyuntura, Menocal declaró a la revista mexicana Proceso que “El Chapo” Guzmán ha sido visto en Guatemala, mientras que en 2009, un funcionario del Ejecutivo dijo que ese año “casi” lo capturan.

¿Mensaje subliminal?

Un ex oficial de inteligencia asegura que Guzmán visita Guatemala y Honduras (reportado por diarios hondureños en 2009) desde que se fugó de una cárcel mexicana en 2000 (siete años luego de ser capturado en Guatemala y extraditado a México). Reveló que hasta 2008, Juancho le ayudó a ocultarse, y que en 2011 fue visto en Los Amates, Izabal (antigua ruta del Cartel del Golfo, ahora aliado con Sinaloa).

Un ex asesor gubernamental sostiene que “El Chapo” tiene al menos dos dobles, y eso explica sus visibilidad en varios países, pero también adelanta que la presencia en Guatemala puede obedecer a la intención de enviar un mensaje a los Zetas: “si se meten con mi gente, se meten conmigo”. Si el mensaje es para las autoridades, las capturas realizadas demuestran que ha sido inefectivo. Pero también puede ser que “El Chapo” quiera asegurarse de que, ante la detención (y eventual extradición) de tanto “capo” guatemalteco de Sinaloa, las rutas resguardadas durante tantos años no cambien de dueño.

Está visto que cuando los Zetas toman una ruta, no la sueltan. Dos meses de Estado de Sitio en Alta Verapaz, entre el 19 de diciembre y el 18 de febrero pasados, no minó la actividad de los Zetas. En marzo, ya estaban traficando droga supuestamente ingresada por aire desde Honduras hasta el Río Salinas en Chisec, de donde era sacada en camión hasta Raxruhá. Un cargamento de estos fue decomisado por dos policías y dos soldados. Uno de los policías, quien era nuevo en el sector y hacía sólo tres días tenía su teléfono celular oficial, recibió llamadas de un sujeto con acento mexicano. El hombre intentó sobornarlo por US$500 mil, según Menocal. Cuando el policía se negó, el interlocutor le hizo saber que conocía dónde vivía, cuál era el número de teléfono de su casa, que vivía con su esposa y cuántos hijos tenían. El teléfono sólo había estado antes en la Comisaría de Cobán, con diferente personal policiaco asignado al lugar después del Estado de Sitio.

El decomiso tuvo repercusiones semanas después. El auxiliar fiscal Allan Stowlinsky Vidaurre apareció descuartizado el 24 de mayo en Cobán, un hecho que se atribuyeron los Zetas por el decomiso de “500 kilos” de cocaína, en Raxruhá, según un mensaje escrito a mano en un retazo de papel abandonado junto a los restos del fiscal.

“El único papel que tuvo el auxiliar fiscal fue contar los paquetes de droga, pero no fue en Raxruhá, porque el Ministerio Público dijo que no tenía transporte para llegar hasta allá”, dijo el ministro de Gobernación. El día que apareció el cadáver, Menocal declaró que se trataba de 470 kilos. Posteriores reportes de prensa dan cuenta de 453 y 432 kilos. No se ha esclarecido la discrepancia en los números.

Rutas inalteradas

El Estado de Sitio en Alta Verapaz dejó al menos un centenar de armas incautadas, una veintena de detenidos, y aeronaves y vehículos decomisados, pero no pareció golpear significativamente las estructuras Zeta en ese departamento. Sobre el segundo mes de Estado de Sitio en Petén, declarado un día después de la masacre de 27 campesinos, el gobierno anunció la reducción de la criminalidad en el departamento en un 50 porciento; de los asesinatos, en un 78 porciento, y la captura de 30 sospechosos (entre guatemaltecos y mexicanos, incluyendo el presunto verdugo del fiscal).

El 11 de junio, Menocal anunció que se intercambiaba información con México para constatar que los mexicanos detenidos sí tenían vínculos con los Zetas. No comentó en particular acerca del Zeta 200. Este personaje se responsabilizó de la masacre (por escrito, en sangre, en la escena del crimen), y su sobrenombre es atribuido a Flavio Méndez Santiago, detenido en Oaxaca, México (separado por Chiapas de Guatemala), la tercera semana de enero pasado. Las autoridades mexicanas catalogan a Méndez como un traficante de indocumentados y droga entre Guatemala y México, y como uno de los 37 criminales más perseguidos en territorio mexicano. También se apoda “El Amarillo” y frecuentaba Alta Verapaz, que, se cree, dejó antes del Estado de Sitio.

De tratarse de la misma persona, el Zeta 200 habría sido capaz de ordenar la masacre en Guatemala desde la cárcel en México, algo totalmente plausible de acuerdo con David Martínez-Amador, un catedrático de la Universidad Rafael Landívar que estudia estas organizaciones mexicanas.

La demostración de poder de los Zetas, en la teorización de la guerra que hace el historiador griego Tucydides, podría buscar demostrar que no están derrotados, después de que han sido golpeados (por decomisos, tumbes, o capturas). El mensaje va dirigido al agresor, directa o indirectamente, como el caso de Juancho, los 27 masacrados y el fiscal asesinado. En esa línea de acción, también desincentivan cualquier amenaza contra la ruta. Esta es una dinámica que por ahora rige  el trasiego de droga desde Centroamérica hacia México y EE.UU. “Ahora corresponde pensar más en términos de protección de ruta que de territorio”, según Rosada.

La pugna de poder entre los carteles en México sigue re-definiendo las rutas del trasiego en Centroamérica. Resta la duda sobre qué pasará cuando los territorios Zeta crezcan (como en México), colinden o colisionen con los del Cartel de Sinaloa. Nuevamente, la respuesta vendrá del norte; vendrá de México.

Varios analistas coinciden en que el tipo de conflictos que ocurran en suelo mexicano se replicarán en Guatemala con una diferencia. Estarán matizados por la respuesta de las autoridades. Esta respuesta dependerá de la capacidad (técnica y financiera) para proveer seguridad de largo plazo, sin controles selectivos para algunos narcotraficantes (accidentales o intencionales), ni mutación de estructuras. Llegar a la meta será todo un reto.

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