En la historia económica se recuerdan y estudian con particular énfasis las crisis de 1929, 1973 y 2008; las explicaciones para las causas de las crisis son variadas y complejas, se observa cómo coinciden varios factores económicos y sociales que se influencian recíprocamente, cada crisis pone en discusión y en moda medidas económicas para la moderación del ciclo, pretendiendo minimizar las depresiones y acelerar las recuperaciones.
¿Qué es lo que ha hecho al final famosas a las tres crisis mencionadas y por qué se diferencian de otras?, lo que ha sucedido es que después de superadas, la vida sigue pero ya no sigue igual: se han cambiado patrones de comercio, patrones de consumo, formas de gestión empresarial, estrategias para diseño de políticas públicas, modelos de crecimiento y más.
La conocida como “Gran Crisis” inicia en 1929 con el hundimiento de la bolsa de Nueva York pero se prolonga hasta 1939, con deflación, caída de la producción, acumulación de inventarios, contracción del comercio mundial y en el caso particular de esta crisis: la ruptura del sistema de pagos internacionales, o sea que la vida siguió pero no igual.
En 1973, la menor de estas tres crisis, causada principalmente por el alza estructural del precio del petróleo, provocó un cambio radical en los hábitos de consumo y compra de vehículos, y trajo a los Estados Unidos al mundo de las mortales economías que padecían inflación.
A partir del 2008, la crisis de las hipotecas sub prime, surgida brutalmente a la luz pública cuando el lunes 15 de septiembre el banco Lehman Brothers se declaró en quiebra fuertemente golpeado por las pérdidas de los activos tóxicos; se ha extendido al mundo y sus efectos aún duran en los países desarrollados, especialmente en Europa y Japón.
Esta crisis que pareciera ser exclusiva de países desarrollados, tiene varios mecanismos de transmisión y en el caso de Guatemala, ante la recuperación de Estados Unidos que se ha hecho por demás lenta, esta transmisión se da principalmente en la baja de precios o volúmenes en los productos de exportación (que de por si tienen una demanda precio inelástica) y el riesgo en la continuidad del flujo de remesas.
Para diseñar e implementar políticas públicas con instrumentos eficientes, se debe considerar cómo han cambiado los patrones de consumo y producción en las poblaciones y sectores económicos de los socios comerciales afectados, no se deben mantener los mismos instrumentos sin afinar los objetivos. Si la intención es mantenernos conectados a una economía global, es conveniente ver cómo ha cambiado esa economía global en el transcurso de la actual crisis.
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