No obstante lo duro que fue para él y su familia la expulsión no se encontró en su relato un solo atisbo de mentira. Fue objetivo y justo. Así es el q’eqchí con las personas que le infunden confianza: no miente.
Según lo narrado, pareciera que en principio, se cumplieron todas las formalidades legales para el desalojo: presencia de un juez, la Policía Nacional Civil acompañándolo, un auxiliar de la Procuraduría de los Derechos Humanos, el ejército muy atrás pertrechado como si fuese a librar una batalla contra la guerrilla y el hecho de que los lugareños estaban instalados en una reserva ecológica. Posiblemente, también, se cumplieron las fases que el ordenamiento jurídico exige.
El ajo del asunto está en las verdaderas causas del desalojo. Habría que determinar el fundamento porque la Sierra del Lacandón fue declarada Parque Nacional 21 años atrás (1990) y el territorio ha estado habitado desde antes del siglo XVI. Es una cadena de montículos kársticos situada entre el noroeste del departamento de Petén (municipio de La Libertad) y el sureste de Chiapas. Pertenece a la Reserva de la Biósfera Maya y no solamente la comunidad Nueva Esperanza existe allí. Entre 1543 y 1566 se documentó la presencia de lacandones, q’eqchíes y los extinguidos acalaes en la zona. ¿Por qué entonces el encono contra estos campesinos que tienen una dinámica agraria de subsistencia?
Según Prensa Libre del pasado 5 de septiembre y la versión escuchada, el juez indicó a los expulsados, frente al auxiliar de la Procuraduría de los Derechos Humanos, que podían dejar sus enseres. Ellos entendieron que tal concesión implicaba poder regresar a recogerlos. Motivó tal ofrecimiento que cruzaran la frontera con una mano adelante y otra atrás. Huyeron hacia donde sabían que les podían ofrecer un refugio digno: el vecino México. Cuando las autoridades civiles se retiraron, los soldados cargaron con aquello que les pareció útil para ellos. De ser cierto, tuvieron su botín de guerra. ¿Qué se pretendió con tal vileza? Quizá, atemorizarlos para que no vuelvan al lugar.
Las fotos publicadas el 26 de agosto por el rotativo son más que elocuentes: canoas con soldados y policías que recuerdan la película La Misión. El filme que detalla cómo, en 1750, en el territorio Guaraní —situado entre Paraguay, Brasil y Argentina— un desalojo similar terminó siendo una masacre de grandes proporciones en orden a intereses ilegítimos de España y Portugal. Las canoas de las fotografías parecían sacadas de la cinta cinematográfica.
Hoy, en la Sierra del Lacandón, se sabe a sotto voce que los intereses van desde hidroeléctricas a construir a corto plazo en el río Usumacinta hasta yacimientos de oro y recordemos que, cuando de ese tipo de ímpetus se trata, la posibilidad de que se repitan masacres como la sucedida en la aldea Dos Erres y en la película La Misión es altamente probable.
Aceptémoslo, se cometió una aberración. Aplicaron el endoso de la Teoría del FIL, y no me refiero a una feria internacional del libro. Ojalá así hubiera sido. Hablo de la estrategia de las Fuerzas Irregulares Locales. Esa táctica invocada por el ejército durante el conflicto armado interno que colocaba el sambenito de guerrillero a todo aquel que hubiese tenido contacto con la insurgencia. Pasaba una columna guerrillera por una aldea y tan solo el hecho de haber contactado a sus habitantes los convertía en fuerzas irregulares que los situaba en el ojo de la ametralladora.
Es inaudito que Carlos Menocal haya recurrido a la falacia de un empalme con el narcotráfico y el paso de ilegales para desalojar campesinos cuando realmente lo que hay es un mal manejo del problema agrario asociado a sabe Dios qué espurios intereses.
Para terminar de adobar nuestra vergüenza, Manuel Conde, coordinador del Gobierno de Tabasco, y Alfonso Cifuentes, representante del Ayuntamiento de Nuevo Progreso, Tenosique, con toda razón han pedido a Guatemala seriedad en el manejo de la situación. Solo eso nos faltaba: que los mexicanos nos regañen y nosotros —por la harta irresponsabilidad del Gobierno— no podamos responder.
¿Merecen nuestros compatriotas el trato que han tenido en su propia heredad? ¿Merece Guatemala la llamada de atención de Tabasco en pleno mes de la dizque Independencia Patria? ¿En qué momento habrá otro aniquilamiento estilo aldea Dos Erres o La Misión? Vaya usted a saber. Los funcionarios de nuestro Gobierno están pensando más en su retirada que en los intereses de la población.
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