La semana pasada no fue sino de victorias humanistas

Lo que está sucediendo este año son victorias para dignificar la vida, para expropiar a la muerte del centro de la historia y la cotidianeidad.

El jueves el Congreso aprobó la ratificación de la Corte Penal Internacional, por lo que Guatemala se compromete con el mundo a que si alguien comete crímenes de lesa humanidad a partir de 2012 y estos no se juzgan acá, los pondrá a disposición de La Haya. Estos crímenes no son sino la barbarie humana, y en este país ya no los toleraremos. En este país queremos dignificar la vida. Ahora está pendiente reformar en el Código Penal para incluir estos delitos. El presidente Otto Pérez y el PP y aliados cumplieron con una parte clave de una promesa de campaña.

La segunda victoria por la vida se consiguió en el Organismo Judicial. La Cámara Penal, presidida por el magistrado César Barrientos, corrigió la plana sobre 53 sentencias a la pena de muerte y las convirtió en penas de 50 años en prisión. No podemos combatir a la violencia con más violencia, a la muerte con más muerte. Tenemos que dignificar la vida, recordar que es sagrada y que nadie, absolutamente nadie, ni el Estado, tiene derecho a acabar con la vida de ningún ser humano. Bajo ninguna excusa. La vida es sagrada. Y los jueces de nuestro país, más que los políticos, son quienes tienen la gran responsabilidad de recordárnoslo.

Y la tercera victoria por la vida es el inicio del juicio contra el exdictador Efraín Ríos Montt, acusado de dirigir desde la jefatura de Estado, crímenes de lesa humanidad que incluyeron masacres, torturas, desapariciones y acciones de genocidio.

Y no es que quisieran desaparecer a todos los indígenas descendientes de los mayas, pero el Estado y el poder consideraron que todos los indígenas de ciertas regiones eran guerrilleros o simpatizantes de guerrilleros, con lo que se ensañaron como ningún ejército en el continente para aniquilarlos; el mismo presidente Pérez Molina reconoció ante el embajador de EEUU este “error de percepción antes de que él llegara a Nebaj”, según un cable filtrado por WikiLeaks.

Lucas inició la estrategia de represión, pero Ríos Montt no fue un pacificador. Siguió la tierra arrasada, implementó las violentas patrullas de autodefensa civil, “institucionalizó” la arbitrariedad con los tribunales de fuero especial y terminó de criminalizar cualquier demanda social. Me parece totalmente errado dibujarlo ahora como el que quiso controlar al malo ejército y no pudo. Terminó de construir al ejército como lo que fue para ganar la guerra: una máquina de matar ciudadanos. Pero eso ya será tarea del MP demostrarlo; y de los jueces de verificar si fue así. De momento, es una victoria para la vida que los responsables de consagrar la muerte en esta tierra ya no estén en monumentos, sino en un banquillo en un juicio justo.