Sin embargo, muy pocas personas que se enferman asisten a una institución del Gobierno; la mitad lo resuelve de forma privada y los más pobres no son atendidos. En Guatemala se invierte alrededor de 7% del PIB en salud. Otros países similares invierten menos, el Salvador (6%) y Colombia (6%). El desafío es que en Guatemala la mayor parte del gasto es privado (72% del gasto total), mientras que en otros países es menor la proporción privada (en Brasil es de 56% y en Argentina de 50%).
En un estudio realizado recientemente por el Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN) del campo de la salud, como parte del proyecto Lineamientos de Política Económica, Social y de Seguridad para Guatemala 2011-2021, muestra que a pesar que en las últimas dos décadas han existido avances en salud, es imperante hacer un mayor esfuerzo para incrementar el acceso y la calidad de los servicios de salud pública, especialmente para la población indígena y de extrema pobreza.
Más de la mitad de la población del área rural está sufriendo de desnutrición crónica y la mortalidad materno infantil es muy alta si la comparamos con otros países. Tenemos un sistema de salud muy ineficiente y los servicios públicos no están dando la asistencia a los más pobres.
Respecto de la desnutrición, a pesar de la existencia de políticas específicas para atender a la desnutrición en el país, los esfuerzos no han sido articulados ni han sido exitosos. Guatemala es el país de Latinoamérica más rezagado y se encuentra entre los 20 países con mayor desnutrición crónica a nivel mundial. La tasa de desnutrición crónica (niños entre 0 y 5 años) a nivel nacional es de 43%, mientras que en el área rural es de 52%. En la población indígena es 59%. La desnutrición es un problema de salud que muestra señales físicas notorias, como la disminución del crecimiento corporal. Quien sufre esta enfermedad, tiene una pérdida irrecuperable en su desarrollo cognitivo que afecta la capacidad de aprendizaje y su productividad, si es que logra llegar a ser adulto.
Cuando analizamos la mortalidad materna, en promedio Latinoamérica tiene una tasa de mortalidad materna de 85 muertes por cada 100 mil nacidos vivos, mientras que en Guatemala la tasa es de 136 muertes; casi el doble.
También tenemos una alta tasa de mortalidad infantil. La falta de infraestructura básica en el área rural promueve muchas enfermedades y muertes, especialmente en la población infantil. La tasa de mortalidad de la niñez menor de 5 años es de 42 por cada mil nacidos vivos, la cual ha venido disminuyendo ya que en el año 1987 equivalía a 110. Aun así es una tasa elevada si se compara con Costa Rica que es de 11, El Salvador de 18, y Colombia de 20. Las principales causas de mortalidad en la niñez son neumonía (34.4%), diarrea (18.4%) y desnutrición (3%), las cuales están relacionadas con la falta de acceso a infraestructura básica. La tasa de mortalidad de la niñez indígena es mayor en relación al promedio (55).
Además, se cuenta con un serio problema de gestión de los servicios públicos. El MSPAS se organiza por medio de tres niveles de atención. El primer nivel, que presta atención básica por medio de programas de atención primaria y puestos de salud, y que debiera ser la puerta de entrada para los pacientes al sistema. Dependiendo del caso, el paciente recibe consejos y/o medicamentos, y en caso de presentarse una situación más complicada, debiera ser referido a los siguientes dos niveles en los cuales se ofrecen procedimientos más sofisticados (exámenes de laboratorio, cirujía, tratamientos, etc.). El segundo nivel lo conforman los centros de salud y un tercer nivel los hospitales públicos regionales y nacionales. Sin embargo, solo alrededor del 1% de las consultas son referidas a otros niveles. Esto significa que el sistema de referencia no funciona de manera eficiente. Adicionalmente, las instalaciones del Ministerio no están bien administradas ni suficientemente abastecidas.
Es urgente que el sistema de salud pública sea capaz de proveer servicios eficientes y, para ello, se recomienda al menos cinco acciones específicas. 1) Incrementar el acceso a las mujeres a los servicios de salud con controles pre y post parto, con apoyo de programas de nutrición, atender partos con personal calificado y brindar servicios de obstetricia oportunamente. 2) Atacar de forma directa la desnutrición infantil y crear programas enfocados en la niñez menor de 24 meses, que es la etapa de mayor riesgo. 3) Invertir en acceso a infraestructura básica, agua potable y saneamiento, que ayudan a prevenir enfermedades como la diarrea o enfermedades respiratorias. 4) Realizar programas de salud preventiva. Esto implica revisar los paquetes básicos de salud primaria y lograr un buen servicio en el primer nivel y, 5) Mejorar la gestión del sistema de salud y el uso eficiente de los recursos, además priorizarlos con base en los mayores desafíos de salud de la población, los cuales continúan estando en la población materno infantil, pobre, del área rural e indígena. ¡Urge que la salud pública esté al servicio de los más pobres y tener un sistema que abarque a todos!
Más de este autor