La peste: lo malo y lo peor

En esta ciudad argelina, las puertas son cerradas en una geográfica cuarentena y sus ciudadanos quedan aislados, lo que da lugar a un escenario ideal para que los mencionados personajes desarrollen un sentido de fraternidad en el monótono día a día compartido de enfermedad y privaciones.

No ha transcurrido un siglo desde que esta obra, más ensayo que novela, pusiera en perspectiva cómo, ante las circunstancias adversas extremas, los seres humanos deberíamos privilegiar el bien común por encima de las conveniencias individuales para lograr sobrevivir, para lo cual debería ser prerrequisito ignorar las divisiones ideológicas, religiosas, raciales y de otro tipo.

Ahora, en cuarentena global por nuestro contemporáneo coronavirus, el aislamiento no limitado a una ciudad, sino que a un planeta y a la humanidad completa, no parece favorecer la solidaridad entre los apestados, como en la obra de Camus. Pero de lo malo siempre se puede sacar lo peor. Una obsesión por el absoluto ha llevado a la masa a plantearse una disyuntiva entre salud y economía que raya en lo absurdo, una increíble trampa del pensamiento social alimentada por la necedad de aquellos que sienten la necesidad de hablar y hablar, aunque sea sinsentidos, en la infinidad de medios disponibles para hacerlo a nivel global.

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Justo es decir que también se nos ha dado la oportunidad de conocer reflexiones y planteamientos serios y serenos, que advierten la necesidad de cambios estructurales para un mejor modo de vida y anticipan la necesidad de cambios en los modelos de producción y de consumo, que fortalezcan la organización social reduciendo las desigualdades y postergando todas aquellas ambiciones perversas de individuos y de grupos. La verdad es que, para la época pospandemia, probablemente algunos lugares tendrán, entre otras cosas, mejores sistemas de salud y formas de producción más equilibradas, eficientes y amigables con la naturaleza, mientras que otros volverán a estar igual que antes o quizá peor.

Cómo les vaya a las sociedades al salir de la Gran Cuarentena dependerá de qué tan buenas y sanas sean sus instituciones. Es a partir de estas de donde se podrán construir mejores formas de vida. Si leyendo La peste aprendimos que estos eventos crueles e inesperados pueden sacar lo peor y lo mejor de las sociedades, sin instituciones sólidas vamos a ver cómo estos mismos eventos sacan lo malo y lo peor de las sociedades.