La necesidad de un cambio profundo

Si Álvaro Colom enfatizó la idea del inició de lo que llamó el “privilegio” de los pobres, Otto Pérez enfatiza la necesidad de un cambio “profundo y no cosmético”, que haga transitar a la sociedad guatemalteca de la guerra y el enfrentamiento, a la paz, la reconciliación y el desarrollo con inclusión social.

Por supuesto, la ruta del cambio no está claramente plasmada en el discurso presidencial, y esa es la principal debilidad. Sin embargo, las ideas centrales están presentes: la necesidad de respetar el Estado de Derecho y los Derechos Humanos, la decisión de transparentar el gasto público y la de generar un desarrollo económico del campo, de donde vienen los principales rezagos sociales y económicos de nuestra sociedad.

Los primeros pasos del nuevo gobierno van en la misma dirección del discurso: se conformó un equipo de gobierno en donde prevalece la capacidad técnica, por encima de los compromisos políticos; se generó una transición, en donde se llamó a una destacada figura política que no tiene la afiliación partidaria, y la conformación de la Junta Directiva del Congreso ha sido una de las más plurales e incluyentes desde el inició de la transición.

Por supuesto, aún es muy pronto para saber cómo se desempeñará el nuevo gobierno; las primeras señales, sin embargo, han enviado un mensaje  positivo a una sociedad que está ansiosa por buenas noticias, especialmente, en medio de una crisis económica y fiscal que agranda los desafíos que actualmente enfrentamos.

Otto Pérez y su equipo, por tanto, están en la encrucijada de la historia: ante sí tienen la posibilidad de pasar a la historia como el gobierno que inició el cambio “profundo y no cosmético”, o de ser uno más en la larga fila de gobernantes que desperdició su cita con el destino, para dedicarse a incumplir todas y cada una de sus promesas de campaña.