Pues aunque parezca absurdo, las organizaciones sociales también viven su adolescencia, y con ella sus contradicciones e incongruencias. Uno de esos desatinos lo interpretó la semana pasada el Movimiento pro Justicia, cuando cuestionó la manera en que ha votado la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para elegir a un magistrado titular y un suplente para integrar la Corte de Constitucionalidad (CC). Y aunque ya fue la elección, es importante analizar el hecho, para aprender de nuestros errores.
La CSJ tiene trece magistrados y la norma dice que la mayoría en una votación está definida por la mitad más uno, esto es 7.5 magistrados. La solución salomónica sería partir a un juez, aunque tengamos que nombrar a otro después de cada elección. A mí en lo personal no me parece tan mala idea, porque tal vez así nos podemos deshacer de unos cuantos abogados que no pasan la prueba del gato (“si se queda es una rata y si se va, un perro”). Sin embargo, entiendo si los defensores de derechos humanos me tratan de hereje.
La CSJ, en cambio, mucho más sensata que yo, ha optado históricamente por el redondeado por defecto de siete votos. Pro Justicia alegó que matemáticamente esto era incorrecto porque el redondeo de un impar debe ser hacia arriba, lo que quiere decir que la mayoría estaría dada por ocho. Un pícaro también podría acomodar las cifras para obtener otro resultado, diciendo por ejemplo, que la mitad de 13 es 6.5, como es par se redondea a seis, más uno, igual siete.
En fin, esta diarrea de números es sólo para demostrar que la matemática, sin dejar de reconocer sus bondades, es misteriosamente sinuosa en política, y su uso como tabla de salvación para cuestionar un proceso electoral es incongruente e inmaduro. Una organización que promueve la justicia no puede acudir a estos argumentos falsos que sólo demuestran sus inconsistencias de adolescente.
Qué les parecería apelar la legitimidad de la candidatura de doña Sandra argumentando: {A}U{B}= {Ø}, donde A es el conjunto de genes de Torres y B es el conjunto de genes de Colom. La unión (U) de ambos es el conjunto vacío (Ø). Por tanto, doña Sandra puede ser candidata.
La matemática no nos engaña, nosotros sí.
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