Esta consiste en predecir cosas malas y que nadie las crea, haciendo referencia a Cassandra, la vagabunda alcohólica que vivía en la antigua Troya y fue la única que advirtió el riesgo de introducir el famoso caballo dentro de los muros de la ciudad; nadie le hizo caso y el resultado es mitológicamente conocido.
La semana anterior —al comentar el artículo de Umberto Mazzei sobre los malos tiempos financieros que se aproximan—, intenté resaltar la necesidad de fijar la atención de los hacedores de política económica en la corriente real de la misma, y cómo el diseño de instrumentos debería enfocarse en la reactivación económica generadora de empleo, más allá de restringirse a controlar niveles de precios o americanizarnos frenando déficit, que lo importante al fin es para qué se ha utilizado el déficit o para qué se va a utilizar, porque en nuestro medio definitivamente habrá que tener una proporción de inversión pública para detonar inversión privada.
En la semana que separa una columna de otra, los mercados mundiales han infartado en varias ocasiones y esa reacción parece dar la razón en el sentido de que no se engañan y entienden que contener gasto es una opción secundaria después de crear empleo. Ahora el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, advierte que la economía mundial entró en una fase nueva y más peligrosa, además de que estamos en los primeros momentos de una tormenta nueva y diferente, que no es igual a la de 2008 ya que los gobiernos tienen ahora menor margen de maniobra para estimular la economía.
No hay que confundir las causas con los efectos. Los déficit fiscales por lo general son efectos de las crisis y no la causa; entrar en pánico y pedir recorte indiscriminado del gasto es una reacción humana lógica y propia de la economía del hogar, pero no de la economía de la nación. Lo único que se está consiguiendo es debilitar aún más la economía real dentro del sistema económico mundial.
En Guatemala a veces somos realmente hábiles para sumar todos los errores ajenos, repetirlos, retardar las reacciones y colocarnos en las posiciones más vulnerables que nadie pudiera imaginar. Pareciera que igual al 2008 estamos repitiendo el mantra de que todo pasará en otro lugar, que nunca nos afectará, les pasa a todos menos a mí. Si ahora no nos concentramos y tratamos de ponernos serios veremos que la situación que nos espera es mucho peor. Hace cuatro años no teníamos una situación de las finanzas públicas tan comprometida como la tenemos ahora, niveles de estancamiento de la economía en camino de arraigarse, un grado de esquizofrenia manifiesto en las descoordinadas políticas públicas y una necedad en diseño de política económica de características bíblicas (por aquella cita de que la necedad es tontera).
Habrá que prepararse para manejar nuestro particular ciclo económico, para atender la fase de recuperación generando empleo mediante acciones de política pública cuyos instrumentos impacten positivamente en el empleo, ya que la generación del mismo por el momento recae en los sectores grandes y tradicionales de la economía que son importantes, pero que tendrán una recuperación lenta. Hay que apostar por dinamizar las pequeñas y medianas empresas, las cooperativas e invertir en hacer migrar la economía campesina de subsistencia a excedentaria y comercial.
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