En las Olimpiadas Londres 2012, participaron por primera vez mujeres en la delegación de Brunei, Qatar y Arabia Saudita. La última es realmente significativa, ya que en Arabia Saudita las niñas no pueden recibir educación física en la escuela y es ilegal que mujeres participen en deportes organizados. Estos sucesos reflejan un cambio importante no solo en el deporte sino que también en las relaciones sociales de dichos países.
Recientemente, los países mayoritariamente musulmanes del Medio Oriente han estado experimentado transiciones sociales y políticas importantes. Como por ejemplo las recientes democracias establecidas y la apertura política hacia la sociedad. Muchos le atribuyen estos cambios a la composición de nueva sociedad, específicamente la influencia poblacional de los jóvenes. Las sociedades árabes se encuentran en una lucha constante entre lo tradicional y lo moderno, con lo que hemos visto la participación de nuevos sectores sociales.
Dicha apertura se ve reflejada en varias acciones, y en este caso vemos incrementos en la participación deportiva de mujeres provenientes de dichos países. En las olimpiadas del 2008, las delegaciones de Omán y los Emiratos Árabes Unidos enviaron por primavera vez atletas femeninas. La delegación palestina lleva pocas intervenciones en los juegos olímpicos ya que su primera participación fue en 1996, sin embargo este año de los cinco atletas que participaron, dos eran mujeres. A pesar que Egipto está pasando por tiempos turbulentos debido a su inestabilidad política, en estas pasadas olimpiadas envió su delegación femenina más grande, con 34 atletas. Pudimos ver durante la ceremonia de apertura de los juegos olímpicos que varias delegaciones de países árabes estaban integradas por mujeres que vistieron el tradicional hijab, y en algunas la abanderada era una mujer.
A pesar de que estas mujeres han logrado romper obstáculos para poder participar en esta competición, siguen siendo victimas de la represión de muchos, principalmente de sus propios países. Para muchos países, como Arabia Saudita, la representación de su país por atletas femeninas no es un orgullo sino al contrario, es una vergüenza. Especialmente porque estas mujeres han roto los estereotipos tradicionales, y en algunos casos han tenido que romper con ciertas “normas” como no usar los hijabs y cubrirse el cabello. Muchas no pueden usar vestimenta tradicional porque se los prohíbe la federación internacional o simplemente porque el deporte lo hace imposible. Por ejemplo la representante de Arabia Saudita en judo, Ali Seraj Abdulrahim, no pudo usar el hijab ya que la federación internacional se lo prohibió. Por esto, estas atletas sufren ataques, acoso y discriminación de parte de sus propios países y tienen que entrenar sin ningún patrocinio ni apoyo. Como es el caso de las atletas que representaron a Arabia Saudita en estas olimpiadas y quienes tuvieron que entrenar en instalaciones abandonadas afuera de la ciudad.
Es importante reconocer a estas valientes mujeres que arriesgan todo por el amor que le tienen al deporte y a su país. Su victoria no se limita a su participación sino que al camino que están forjando a las futuras generaciones de atletas mujeres. Estos cambios se reflejan no solo en el deporte sino que trascienden a las relaciones dentro de las sociedades árabes, principalmente en la posición de la mujer dentro de sociedades conservadoras. Por todo esto, respeto y admiro a las valientes: Neda Shahsavari, Sarah Aflaij, Thuraia Sob, Sarah Attar, Sara Mohammed Baraka , Fatma Rashad , Bahya Mansour, Khadija Mohammad, Sara Besbes y el resto de atletas árabes.
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