Evidentemente, el reportaje que da pie a este titular, hace una interpretación equivocada de los datos del reciente estudio sobre dinámica de la cobertura forestal de Guatemala para el periodo 2006-2010, producido por INAB, CONAP, UVG, URL-IARNA.
En nuestra calidad de miembros del Consejo Directivo y del equipo técnico del proceso, debemos aclarar que esta noticia traslada un mensaje que distorsiona la realidad.
Como mencioné en un reciente artículo en este mismo espacio, las causas directas y las fuerzas impulsoras de la deforestación siguen operando sin variación, quizá con más potencia, porque la deforestación pasó de 100,000 hectáreas anuales en el periodo 2001-2006 a poco más de 132,000 hectáreas anuales en el periodo 2006-2010. Estas cifras corresponden a una tasa de deforestación del 3.4% anual, una de las más altas de Latinoamérica.
La deforestación se refiere al acto de despojar un territorio de plantas forestales. Implica la transformación a otros usos de la tierra. Ocurre en espacios donde muy difícilmente se volverá a establecer una cobertura arbórea porque se ha destinado a otros usos. Todas esas acepciones son inherentes al proceso de deforestación que ocurre en nuestro territorio. En este caso, la deforestación impacta, casi en su totalidad, bosques naturales densos y en mayor proporción, bosques maduros, clave para el resguardo de la biodiversidad nacional y la provisión de otros servicios ambientales fundamentales para el bienestar humano. Estos boques se ubican, en su mayoría también, en el departamento de Petén y buena parte de ellos dentro de las áreas protegidas.
La reforestación, por su lado, se refiere al proceso de establecimiento de plantaciones forestales en tierras no arboladas y tiene el propósito no solo de contribuir a restaurar esos espacios sino también de cosechar continuamente productos madereros para la industria primaria, secundaria o el consumidor final. La reforestación, junto a la regeneración natural de bosques –crecimiento natural de las especies arbóreas en un lugar determinado luego de que se deja en descanso, con o sin cuidados particulares– y las plantaciones de hule, son las tres principales fuentes de “recuperación” de la cubierta forestal que registra el mapa elaborado para Guatemala.
La deforestación y la recuperación, entonces, son dos eventos relacionados pero independientes y por lo tanto su vinculación matemática solo es útil para establecer un balance acerca de la cobertura arbórea de un lugar en un momento determinado. Sin embargo, como podrá captar el lector, no puede ser motivo de orgullo nacional la pérdida de bosques naturales de inconmensurable valor para luego pretender recuperarlos con plantaciones de hule, con una regeneración natural cuyo establecimiento definitivo es incierto y con plantaciones forestales que van a estar sujetas a un ciclo continuo de cosecha para satisfacer demandas específicas del mercado. Además, estos eventos de recuperación, en nuestro caso, ocurren en lugares totalmente diferentes de aquellos donde se deforesta.
Cuando se relaciona la tasa de deforestación total con la de recuperación a nivel nacional, simplemente se busca establecer un balance entre ambos eventos y un resultado neto de “cobertura arbórea”. Ciertamente ese balance aunque es negativo en poco más de 38,000 hectáreas, mejoró con respecto al último periodo de evaluación. Sin embargo, desde ningún punto de vista, esto significa que la deforestación, en el estricto sentido del término, está disminuyendo.
Aclarados estos aspectos, es oportuno mencionar que las causas directas de la deforestación son diversas, pero hay dos motivaciones básicas que resultan dominantes y claves para diseñar soluciones.
La primera gira en torno al interés por el espacio territorial y ello implica, casi siempre, el cambio de uso. Estas acciones ocurren, dominantemente, al margen de la ley. Bajo esta motivación, la utilización de los bienes forestales, derivados de la tala, es secundaria. Al amparo de esta motivación, esta la usurpación de tierras derivada de la narcoactividad –principalmente en Petén–, la ganadería, los asentamientos humanos no autorizados y las consecuentes actividades agrícolas de cultivos anuales; y la agricultura de monocultivos como es el caso de la palma africana también en Petén. Los incendios forestales inducidos pueden preceder a algunas de estas causas.
La segunda motivación de la deforestación es el bien forestal en sí mismo. Se busca la madera y la leña. El interés en la madera induce la tala de árboles y con ello la deforestación. El interés en la leña no siempre implica deforestación, porque puede obtenerse utilizando solamente partes del árbol sin destruirlo totalmente.
Bajo este modelo general de deforestación, la solución demanda, en relación a la primera motivación, control territorial para evitar la expansión de la narcoactividad, desarrollo rural para evitar la expansión de asentamientos humanos producto de la migración rural-rural y para tecnificar la agricultura campesina; promoción y apoyo de los esquemas comunitarios de gestión forestal y fortalecimiento de las capacidades de CONAP e INAB para regular el cambio de uso en las áreas bajo su jurisdicción.
En relación a la segunda motivación de la deforestación, se requieren acciones directas de fiscalización de las industrias forestales y la consecuente cancelación de aquellas que operan ilegalmente –rol clave de las fuerzas de seguridad y la Superintendencia de Administración Tributaria–; la regulación del transporte de productos forestales, revirtiendo la posibilidad del transporte nocturno y modificando el mecanismo de notas de envío; control directo de la comercialización de productos forestales y la provisión de energía moderna para la población rural, periurbana y urbana que depende de leña –con efectos secundarios nefastos para la salud de las personas.
Con estas acciones, impulsadas de manera simultánea, continúa y focalizada durante los próximos años, es seguro que este gobierno podría reducir la deforestación, al menos, en un 75% para el año 2015. Ojala quisieran hacerlo y con ello dejar un legado significativo en materia ambiental.
Más de este autor