La salud, la economía, la libertad, la comunidad, etcétera, se han dislocado con impactos severos para el grueso de la población. En tanto, la élite dominante, a través de sus cajas de resonancia (políticos, Gobierno, instituciones del Estado y algunos sectores sociales), se reacomoda dentro de la incertidumbre del futuro del mundo occidental desarrollado, del cual depende y hace depender al país.
Guatemala ha basado su modelo económico en las exportaciones: banano, café, azúcar, algodón, carne y productos no tradicionales de la mano de la introducción de un tipo de cambio flexible, de la eliminación de barreras arancelarias, de la promoción de zonas de libre comercio, de atracción de inversión extranjera directa, etc. Sectores monopolizados por la élite y directamente afectados por la paralización del comercio mundial y por sus efectos en las exportaciones. Un capitalismo dependiente.
«El capitalismo busca su reacomodo. Su versatilidad no tiene límite, salvo la extinción de la especie y el colapso del planeta. El capitalismo digital se pone al día utilizando las nuevas tecnologías bajo la pandemia del covid-19 […] y reajustando la función del Gobierno en la gestión privada de lo público». La transición del capitalismo analógico al digital es ya una realidad.
Estamos más interconectados —hipercomunicación digital—, pero viviendo aislados, más en soledad y sin comunidad alguna. Cada uno practica el culto al ego, a la adoración del yo, en ritos que no significan comunidad. Solo la sociedad de consumo se orienta a la satisfacción de deseos, dice Byung-Chul Han. Más pobres, más esclavos de los bancos: ese es el futuro incierto del capitalismo que viene tras la pandemia.
Según organismos internacionales, los impactos del covid-19 van a ser severos en la salud de la población, en su acceso a servicios básicos y en su empleo e ingreso. El impacto podría ser mayor al esperado por el FMI si se considera la fuerte caída en las remesas, la contracción del consumo de los hogares debido a la incertidumbre y a la pérdida de empleos y la fuerte caída que experimentará la inversión privada. La suma de estos factores presenta un escenario mucho más pesimista que el proyectado por el Banguat o el FMI.
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En tanto, la Guatemala-finca pide que se libere la economía de nuevo mientras sus vástagos celebran ilegalmente, con orgías, los 100 días de confinamiento. «La vida intensa» que actúa como reclamo del neoliberalismo no es sino consumo intenso, dice Han. Por otro lado, el pueblo, en crisis y sin apoyo del Estado. Y muchos, viviendo de la solidaridad de grupos y sectores que proporcionan alimentos y ayuda a los más necesitados, con lo cual crean y mantienen el sentimiento de comunidad.
Por eso la refundación de la comunidad ancestral es necesaria dentro de otras comunidades necesarias. Un fundamento básico es, a su vez, la refundación de la autoridad bajo parámetros de democracia comunitaria. Las alcaldías indígenas se impusieron en la Colonia para control de la población, pero con el tiempo se constituyeron en refugio político, institucional, social y cultural de los pueblos indígenas ante las arremetidas, muchas de ellas violentas, de los invasores, los criollos y los mestizos, sucesivamente.
Dentro del marco de las leyes nacionales e internacionales se pueden recuperar, recrear, revitalizar y refuncionalizar las autoridades tradicionales de más arraigo histórico y social, como las alcaldías indígenas, con base en esa unidad mínima territorial que constituye la aldea. Los objetivos generales pueden ser, como mínimo, la búsqueda y consolidación de productos sociales, jurídicos, políticos, económicos y culturales en beneficio de los pueblos; el fortalecimiento de la representación, la legitimidad, la interlocución, la articulación permanente, voluntaria y consciente con otros actores sociales y políticos, y el proceso voluntario y consciente de construcción, apropiación e interiorización de identidades y elementos culturales, sociales, económicos y políticos. El ejercicio del poder político, local o nacional.
Se trata del ejercicio de libertad y de derechos, origen de la diversidad, donde la búsqueda de la diferencia precisa alinear el anhelo de unidad con su vocación comunitaria. Isaiah Berlin señala que el conflicto que los filósofos tratan de resolver es cómo combinar la libertad individual con la autoridad que garantice la unión y el orden en una comunidad.
No es volver el pasado ni romper la unidad del Estado, sino recrear y refundar otro futuro con más comunidad, más derechos y más libertad. Por tanto, también deberíamos redefinir la libertad a partir de la comunidad. La comunidad no se define necesariamente por la exclusión del otro, dice Han.
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