Mi reflexión acerca del sistema de partidos políticos de Guatemala es que funciona como una caja negra: aunque haya diversidad de insumos ideológicos, posiciones políticas, liderazgos o visiones de la realidad, y aunque varíen los insumos, provoca la misma calidad de partidos políticos.
Explico. Desde 1985 está liberada la participación de diversas corrientes ideológicas prohibidas o reprimidas en las épocas de la revolución y de la contrarrevolución de mediados del siglo XX. Esas corrientes (socialistas, socialdemócratas, de izquierda, centristas, etcétera), al entrar a la caja negra del sistema, han producido partidos políticos intrascendentes, con lógicas de estructuración y acción similares a las de los tradicionales. La caja negra funciona mediatizando ideologías y posiciones políticas y obviando liderazgos, propuestas legítimas y alternativas democráticas.
La Democracia Cristiana, el Frente Democrático Nueva Guatemala, la URNG, ANN, Winaq, Encuentro por Guatemala, Convergencia y otros autollamados revolucionarios, democráticos, socialistas o de izquierda son ejemplo de cómo, a pesar de sus principios doctrinarios e ideológicos de orientación humanista, popular, democrática, etcétera, una vez que entraron en la caja negra, produjeron partidos que, en su dinámica, estructuración y actuación legal, no varían de los partidos tradicionales.
Caudillismo, centralismo, aislamiento, cortoplacismo, superficialidad y dependencia del financiamiento privado y corporativo son características de las cuales no han podido separarse. El comité ejecutivo nacional y los secretarios departamentales y municipales son los todopoderosos que toman decisiones y determinan la vida y orientación del partido estableciendo pactos y negociaciones aun con enemigos políticos o cediendo en sus aspiraciones y sueños de cambiar estructuralmente al país. Determinan quiénes van a los puestos de elección y quiénes no. Las decisiones de la asamblea son un sueño o un engaño.
Esquema de una caja negra
En estas condiciones, los partidos políticos llamados democráticos, socialistas o de izquierda no se visualizan como algo diferente más que en los discursos y principios que los legalizan, pero no en la práctica, que los encamina al suicidio o a la agonía política, ya que la caja negra así procesó y evacuó sus principios y aspiraciones. Es el sistema creado por los grupos dominantes, digo, colonialistas.
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El Codeca y su brazo político, el MLP, son los últimos en presentarse como partido político a través de luchas y de organización campesina y de base. Pero sus principios, aunque válidos, fueron pensados por intelectuales que nada tienen de popular o de campesino. Hablando por ellos dicen: «Tanto el Codeca como el MLP son organizaciones campesinas con objetivos de clase, pero entienden que la emancipación popular no pasa por la destrucción de las demás clases sociales. Por eso proponen la unidad plurinacional como un esfuerzo interclasista e intercultural hacia un mismo objetivo estratégico: el buen vivir o la prosperidad respetuosa de la naturaleza mediante el trabajo digno y la justa ley como rectores de una productividad para todos, y no solo para unos pocos».
Sin embargo, la cajanegrización de esas elevadas construcciones se evidenció en su reciente asamblea nacional, de diciembre de 2018, cuando el conductor de esta leyó los principios del partido para su aprobación por 51 delegados municipales presentes (se anunció allí mismo que muchos que llegaron ya no iban a ser tomados en cuenta en la asamblea), que no coinciden con lo dicho por sus teóricos. Es más: no difieren de los principios de otros partidos de tendencia conservadora. La caja negra funciona. Legalizaron el bien común, no el buen vivir.
Ojalá que, en la medida en que se consoliden sus directivas formales y se definan las candidaturas, realmente funcione la asamblea horizontal que plantean, y no los intereses particulares de los que ocupen puestos de ejercicio del poder partidista, y que vaya así a contracorriente de lo que provoca la caja negra, que contradice el discurso de democracia soñada.
Lamentablemente, no está en su lógica partidista hacer alianzas y no aceptaron los llamados a la urgente necesidad de unidad de fuerzas y de organizaciones populares, comunitarias, de izquierda y de indígenas excluidos y discriminados por el sistema político. Esto, producto de la caja negra, cuyos artefactos legales, institucionales y conceptuales no permiten atender, por ejemplo, la participación y representación legítima o el cambio del modelo económico productivo y, en su lugar, nos reducen la participación cada cuatro años a través de partidos políticos que, independientemente de sus principios de origen, al salir de la caja negra actúan sin diferenciarse entre sí.
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