Renace con vigor el sentido y añorado anhelo por una Guatemala bella, no sólo geográficamente, sino también social y políticamente hablando. Una Guatemala que avanza en dejar atrás la estupidez del racismo, la discriminación, el militarismo dictatorial, la pobreza, la desnutrición infantil, la violencia y un largo, cansado y trágico etcétera.
Dijo, obcecado, un partidario del genocida que con ese fallo Guatemala entraba en el “club” mundial de los Estados genocidas, el de los países de...
Renace con vigor el sentido y añorado anhelo por una Guatemala bella, no sólo geográficamente, sino también social y políticamente hablando. Una Guatemala que avanza en dejar atrás la estupidez del racismo, la discriminación, el militarismo dictatorial, la pobreza, la desnutrición infantil, la violencia y un largo, cansado y trágico etcétera.
Dijo, obcecado, un partidario del genocida que con ese fallo Guatemala entraba en el “club” mundial de los Estados genocidas, el de los países de salvajes. Otros dicen que con ello el Estado guatemalteco queda inconvenientemente manchado, con efectos negativos para la estabilidad, la paz (vista como otra forma de “propiedad privada” o exclusividad de unos), y el clima de negocios. Que con impunidad para el genocidio estaríamos mucho mejor.
¡Pero qué equivocados están! ¡Por favor! Las osamentas de las víctimas mortales son testigos incontestables del salvajismo y la barbarie de la guerra. Y el juicio que realizamos no es más que patente y también incontestable demostración que ya no somos, ya no queremos ser los salvajes que perpetraron los horrendos crímenes del genocidio contra los ixiles.
Me enciende de emoción la impresionante e inigualable valentía de los testigos. Todos nos han tocado en lo más profundo de nuestros corazones. Pero me atrevo a destacar, de manera notable y profundamente respetuosa a las mujeres ixiles, que habiendo sido mancilladas y violadas, “reeducadas” a silenciar, a avergonzarse de sí mismas y de su tragedia, a asumir el miedo como su experiencia vital cotidiana, se armaron de un valor sobre humano, o no, quizá precisamente profundamente humano, y dieron su testimonio. Me inclino rebosante de respeto y admiración ante ellas, hoy las GRANDES de Guatemala.
Ah, pueblo maya ixil. Hoy eres célebre. Notable siempre, hasta provocaste fascinación morbosa en tus enemigos. Con fama de rebelde y luchador, son tus mujeres hoy entradas en años de dura supervivencia y diaria humillación por la memoria imborrable del sufrimiento, que te levantas. Famoso hoy en el mundo entero. Heraldo de la justicia y el verdadero desarrollo humano.
Pueblo luchador. Que para salvar la vida migraste a otros países. Fuiste la fuerza laboral que proveyó la mano de obra para la construcción de los hoteles en Cancún, sobreviviendo con sueldos y condiciones de trabajo injustas en el creciente emporio turístico de México. Si sólo todos en Guatemala tuviésemos la fortaleza de tu espíritu, pueblo ixil. Hoy tu famosa resistencia y rebeldía derrotaron a tu más grande agresor, no con violencia, sino con la altísima expresión de civilización y desarrollo: un tribunal de justicia. Te agredieron con fuego y masacre. Tú vences con la ley y los tribunales de justicia.
¡Qué gran lección para tus jóvenes! Es apenas el comienzo. El gran desafío no es la alegada venganza. No. Es cómo trasladar esta enorme lección de vida a tus jóvenes. A todos nuestros jóvenes. Millones de jovencitas y jovencitos que posiblemente sin comprender su trascendencia, no dejan de sorprenderse por lo que los mayores dicen que ha sido un juicio de la mayor importancia.
¿Cómo le hacemos comprender a nuestra juventud que con este juicio ellos son los grandes protagonistas de una nueva Guatemala? ¡Que ellos tienen la gran oportunidad de alcanzar el sueño que la guerra y el genocidio arrebataron a sus ancestros! ¡Que un mejor futuro y vida plena para la juventud ixil es la consecuencia más clara de la justicia en el triángulo ixil, en Quiché, en Guatemala, y por supuesto, en el mundo entero!
Me emociona pensar que éste es sólo el principio.
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