Como ya es costumbre desde 2008, los maestros marchan con disciplina, alegría y entusiasmo por las calles de la ciudad para exigir se asignen recursos para que se cumplan los incrementos salariales pactados.
El magisterio se moviliza para exigir que se cumplan acuerdos contenidos en el Pacto Colectivo, ofreciendo a cambio tranquilidad social. Lejos quedaron ya los enfrentamientos encarnizados de la dirigencia magisterial con la ministra Aceña en la época de Oscar Berger. Aplicando los mismos criterios y defendiendo las mismas tesis -y casi con el mismo cuerpo de asesores- la ministra del Águila ha tenido no sólo una relación totalmente apacible y hasta cálida con el magisterio y su dirigencia sino que éstos han manifestado su total apoyo a las políticas –ya no consideradas neo liberales- del equipo ministerial. Los medios y la élite económica ya no satanizan a los gobernantes por aparecer asociados a la dirigencia magisterial, como sí sucedió en todo el período de gobierno de Álvaro Colom.
Con las mismas prácticas, pero con diferentes interlocutores, la dirigencia magisterial ha dado un paso altamente importante para definir, si no su posición ideológica, si la de la inmensa mayoría de sus bases: Han manifestado abierta y llanamente su apoyo al gobierno militar, expresando compungidos su respaldo a la co-gobernante ante la agresión recibida. Con la UNE de Álvaro Colóm fueron mucho más cautos y hasta confrontativos, al grado que no movieron un dedo para manifestar su solidaridad cuando la crisis del caso Rosenberg casi trae por tierra a un gobierno que, para la élite económica y los medios de comunicación más comerciales, era tan nefasto como solían decir era la dirigencia magisterial con la que lo suponían aliados entrañables.
Ahora los vientos son otros. El magisterio exige que se apruebe, sin mayor trámite, la ampliación presupuestal de más de mil millones para que el MINEDUC haga frente al incremento salarial al que los maestros tienen derecho. En realidad la cuestión no es tan complicada pues, como ha quedado demostrado, el Gobierno dejó de ejecutar por lo menos siete mil millones de quetzales en su presupuesto del año anterior, por lo que todos esos fondos bastan y sobran para atender las necesidades del Ministerio de Educación, y lo único que tiene que hacer el de Finanzas es presentar ante el Congreso la readecuación del presupuesto, indicando que esos fondos ahora se trasladan al MINEDUC para cubrir el aumento salarial y las otras partidas. En este caso no hay que desvestir santos para tapar a otros, sino simplemente usar “la tela” que no se usó el año pasado, mucho menos es necesario endeudar más al país con los banqueros locales.
Evidentemente las cosas deben quedar claras y transparentes, para lo cual es necesario una auditoria externa a las planillas, de manera que todos sepamos que los montos son específicamente para el incremento al personal docente y no para caminos y bolsas seguras, por ejemplo.
Resulta urgente resolver la cuestión magisterial para que las remuneraciones a los docentes dejen de estar presas a la presión de unos y otros. Nos gusten o no las posiciones ideológicas de sus líderes, identificados cada vez más con el partido de los militares en un camino que parece no tener regreso, el magisterio exige y merece remuneraciones adecuadas, y no sólo por una cuestión de tranquilidad social, sino porque la dignificación del magisterio pasa, necesariamente, por la mejora salarial de los docentes.
Otra cosa, muy diferente, es que, en la desesperación clientelista se haya aprobado la contratación de trece mil nuevos maestros, cuando antes se dijo que ya no serían necesarias nuevas contrataciones y que, por ello, se cerraban las escuelas normales. Los nuevos maestros, contratados ahora como interinos, en el furor clientelar de la ya iniciada campaña electoral tendrán luego plaza definitiva, con lo que los ajustes salariales para los próximos años serán, a cada mes de enero, precedidos de las marchas magisteriales que luego de pasar a presionar a los diputados, llegarán a la Casa Presidencial a decir ¡misión cumplida!
De nuevo estamos inmersos en el debate de las formas y las manifestaciones de los fenómenos sin entrar al fondo de ellos, pues con la contratación de los trece mil nuevos maestros y los aumentos salariales escalonados, lo que menos se ha puesto en el tapete es la calidad de la docencia que estos maestros vengan a ofrecer a las nuevas generaciones, como tampoco la relación que pueda haber entre remuneraciones y calidad del servicio público prestado por el docente.
Aún no hay informaciones estadísticas sobre las características sociodemográficas de los nuevos docentes, pero si no se modificaron significativamente los criterios de selección, la mayoría de los maestros serán egresados de colegios que, funcionando en cabeceras municipales poco desarrolladas, ofrecen baja formación a sus egresados. Muy pocos de los nuevos contratados serán egresados de las escuelas normales a pesar de que, se dijo, 40% de los nuevos docentes serán para educación bilingüe.
Resulta así evidente que, a la vez que debemos irnos acostumbrando a las organizadas, disciplinadas y animadas marchas anuales de los docentes, tendremos que asumir que sólo podremos renovar la planta docente dentro de quince o veinte años, cuando los más de 40 mil docentes contratados en los últimos seis años comiencen a intentar su jubilación. Mientras tanto, la cuestión de la calidad será simplemente un juego de palabras.
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