Les llaman comúnmente los acarreados, aquellos a los que los partidos políticos trasladan de su lugar de origen a los sitios de sus intereses: mitines, o en este caso, al centro de votación. Recorren varios kilómetros sin necesidad de caminar, pero de pie desafiando el equilibrio y las inclemencias del tiempo. Algunos los consideran fieles, otros fácilmente manipulables. Lo cierto es que necesitan algo en que creer.
Satanizado por los analistas políticos, el acarreo resulta efectivo p...
Les llaman comúnmente los acarreados, aquellos a los que los partidos políticos trasladan de su lugar de origen a los sitios de sus intereses: mitines, o en este caso, al centro de votación. Recorren varios kilómetros sin necesidad de caminar, pero de pie desafiando el equilibrio y las inclemencias del tiempo. Algunos los consideran fieles, otros fácilmente manipulables. Lo cierto es que necesitan algo en que creer.
Satanizado por los analistas políticos, el acarreo resulta efectivo para aumentar la participación pero no asegura votos por quien da el jalón y al final ningún partido oficial se ha repetido ni los acarreados votan como les mandan los dueños de los camiones.