Durante todos estos meses se abusó de la figura de la interpelación, como una argucia para bloquear la agenda parlamentaria, en detrimento no solo del Gobierno o el oficialismo, sino de todos los guatemaltecos. Una censura inmediata a esta táctica es que con nuestros impuestos pagamos el ocio y la palabrería de los diputados, solo porque en el juego político les convenía el bloqueo.
Pero más que allá del costo financiero, lo más grave para todos es que los diputados perdieron tiempo valiosísimo. Tiempo que a los guatemaltecos no nos sobra, pues nos urge legislación para continuar avanzando en la resolución de nuestros problemas.
Este accionar miope e irresponsable tenía límites, establecidos por la dinámica del proceso electoral por el cual estamos transitando. Por un lado, con la salida de la señora Sandra Torres, se relajaron muchas de las tensiones entre la oposición y el oficialismo. Y por otro, la severa y real crisis financiera por la que está atravesando el Gobierno, que ya llevó protestas a las calles y que es una verdadera bomba de tiempo en términos de gobernabilidad y paz social.
Así, se alcanza y empieza a operar un acuerdo. Primero, concluye la ridícula e inútil interpelación al titular de la cartera de Gobernación. Casi cinco meses con señalamientos y acusaciones sin base ni sentido. ¿Quién mantuvo el interés por ese “juicio político”? ¿Alguien estimó esa interpelación importante como para que valiera la pena darle seguimiento? No fue más que una táctica politiquera, burda y grotesca. Lamentablemente, efectiva para la oposición.
Segundo, el partido que sostuvo la interpelación cada vez se siente con la victoria electoral. Simultáneamente, también está consciente de que las finanzas públicas están en un verdadero estado de crisis y que se requieren medidas urgentes. Y es que estas no son las finanzas públicas de Colom, son las del país, y en cuestión de meses serán sus finanzas públicas. Por ello, ha manifestado su disposición para aprobar varias medidas fiscales de emergencia, incluyendo los préstamos externos y la ley antievasión II.
Pero, ¿en qué ha cambiado el panorama fiscal de hace cinco meses con el de ahora? La ferocidad de los argumentos esgrimidos simplemente ha dejado de escucharse. Ese clamor e indignación por endeudamiento público adicional ha cesado. La gran diferencia es que los recursos que efectivamente podrá utilizar el Gobierno saliente son cada vez menos, y lo que se apruebe será más para la nueva administración.
Todo lo que escuchamos fue una perorata sin contenido. Demagogia pura. Al final, se tomarán las medidas que resultan urgentes e ineludibles. Y los grandes luchadores contra el endeudamiento público, ahora son los más interesados por empezar a crear condiciones fiscales de supervivencia para el arranque del nuevo Gobierno, y harán oídos sordos a la indignación y enojo de todos los que creyeron que la deuda no era necesaria.
Sin embargo, debemos entender es que la crisis fiscal es real, y que además tiene rostro humano. Estos meses de demagogia e irresponsabilidad no son gratuitos, y quienes están pagando los platos rotos son los cada vez más empelados públicos que no han recibido salario desde hace meses o que ya perdieron su empleo. La inversión pública en infraestructura que continúa prácticamente paralizada, y con ello la red vial en un estado calamitoso y altamente vulnerable a los fenómenos naturales.
Está concluyendo, entonces, la ejecución con un alto grado de efectividad de un ciclo más de demagogia descarada. Es la operación que se hace lógica para nuestros políticos según evoluciona el proceso electoral por el cual estamos transitando.
No obstante, esta forma en la que hemos hecho, y seguimos haciendo política no augura nada bueno. Piense usted, si el bloqueo vía el abuso de las interpelaciones le ha funcionado a los que hoy hacen oposición, ¿acaso no sería natural en la lógica política que la nueva oposición haga lo mismo al nuevo Gobierno?
ricardobarrientos2006@yahoo.com
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