Lo queramos o no, estamos inmersos en un mundo político, y es una obligación civil participar manifestando nuestros pareceres y desacuerdos a los distintos planteamientos de convivencia en sociedad. Algunos constatamos cómo en Guatemala el concepto de partido político ha ido cayendo en una vacuidad creciente y cabe preguntar: ¿qué es realmente un partido político?
La Ley de Partidos Políticos nos especifica que, aparte de las notariales de inscripción y vigencia, el único requisito solicitado es un número mínimo de afiliados al momento de su construcción, léase: ¡apenas un 3 por millar del total del último padrón electoral!
El pedir únicamente una cantidad de ciudadanos fundantes implica un enorme vacío en la Ley prescrita. Buscando complementar esta pobre definición, podemos leer en Wikipedia las características mínimas que un Partido Político debería tener en sociedades pluralistas, como la nuestra.
Entonces identificamos el vacío existente: se pide poseer un IDEARIO, es decir, una filosofía materializada en unos lineamientos fijos e inmutables, a manera de principios ideológicos, que sirvan de fundamento teórico para la construcción de cualquier Plan de Gobierno específico.
La pregunta que nos hacemos es: ¡¿cuál es la idolología de nuestros partidos políticos?! Sabemos que no hay nada detrás. Basta observar esos intercambios televisivos en donde los participantes copian argumentos y se expresan de manera antojadiza, inclusive contradictoria, ante cualquier tipo de sondeo sobre su discurso.
Prueba indefectible de esta falta de principios ideológicos lo representa la continua movilidad de los señores diputados, quienes cambian de color y de bandera como cambiarse de vestimenta. ¡¿Quién podrá creer en un predicador que hoy afirma en una iglesia lo que mañana contradecirá en otra?! Así de serios deberían ser los principios ideológicos subyacentes en un credo político.
Recientemente hemos escuchado mucho ruido en torno de los conflictos en Venezuela, o las elecciones en El Salvador, y en estos casos externos vemos cómo nuestros paisanos se expresan abiertamente, unos en contra y otros a favor de los distintos acontecimientos. Esta polarización de fuerzas es positiva y necesaria para lograr acuerdos estables y duraderos. Hay un tiempo para la definición y la disputa, e independientemente de los diálogos y las rencillas, se llega la hora de probar las ideologías y las distintas convicciones en la conformación de un Estado.
Esta armoniosa confrontación de fuerzas ideológicas es la base del sistema democrático, en donde cada individuo tiene derecho a definir los derroteros y los faros que conduzcan los pasos de su pueblo y su nación. Para que exista la democracia, debe existir el debate entre criterios parcial o totalmente contrapuestos. Y es que no se trata de meras opiniones, sino que se trata de sistemas de pensamiento, coherentes y exhaustivos respecto de los problemas de nuestro país.
¿Qué sucede cuando son las personas las que aglutinan a otro grupo de personas? Entonces viene el clientelismo, la manipulación, la demagogia y la politiquería barata. No hay continuidad ni consistencia.
¿Es legítimo el funcionamiento actual de una democracia fundamentada en la construcción de partidos políticos tan fácilmente manipulables? ¿No es acaso el disfraz para la perpetuación de la demagogia voraz y miope que aglutina en su médula la raíz de nuestra pobreza política, y con ello la débil y cuasi nula participación de una sociedad civil adormecida y aletargada?
No puede haber política si no hay participación civil. Participamos hablando, escribiendo, haciendo público lo que pensamos que está mal. Es tiempo de tomar al toro por los cuernos e ir al origen de los males del Sistema. Sin idearios ni ideología, no podemos generar los debates sobre los que la democracia se fundamenta y estaremos colaborando con la espiral de un remolino sin fin que nos terminará devorando a todos.
Nos hemos olvidado de la importancia de los principios. Urgen los Idearios. Sin filosofía basal estamos tratando con protagonismos efímeros, sin raíz ni fundamento,…estamos perpetuando nuestra inmadurez política y social.
* Inicialmente matemático, realiza estudios diversos a nivel de postgrado en las áreas de Currículo, Investigación Social, Filosofía, Psicología, Física, Seguridad Industrial, Medio ambiente, Calidad y Economía de los Recursos Naturales. Actualmente se desempeña como consultor independiente de Modelos Matemáticos para la Epidemiología Analítica y la Educación.
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