Las fotos de varones de 16 años embarazados montando su patineta o delante de una pared grafiteada vistiendo una gorra y jeans a la cadera pasean por la ciudad de Chicago en los camiones que circulan cerca de secundarias y preparatorias. Las imágenes también están en los espectaculares y bardas publicitarias en aquellas colonias donde la tasa de embarazo adolescente es alta. Los responsables de una campaña tan impactante son los mismos funcionarios de salud del gobierno de Chicago.
“¿Inesperado? La mayoría de los embarazados adolescentes lo son”, es el slogan que acompaña las fotos. Brian Richardson, vocero del departamento de salud, dice que el propósito es hablar del tema de manera abierta, exponer cómo el embarazo adolescente afecta no sólo a la mujer, sino también al hombre y a sus familias.
Además, Richardson asegura que de acuerdo con sus estadísticas la probabilidad de que el hijo o hija de una adolescente también se convierta en padre o madre adolescente se potencializa. Aunado a ello está el factor social de la vulnerabilidad, explica el vocero, el hijo de una mujer adolescente está más expuesto a dejar la escuela y a vincularse en actividades no legales.
En Milwaukee se lanzó una campaña muy parecida (sólo cambiaba el slogan) hace unos años y, según reportan quienes la promovieron, la tasa de embarazo adolescente cayó 10 por ciento. Habría que ver si las cifras oficiales reportan lo mismo, pero concediéndoles la razón, sería un dato importantísimo por tratarse de una campaña publicitaria.
El vocero de salud de Chicago ha dicho que la campaña no busca nada más llamar la atención, sino que está acompañada de educación sexual y suministro de anticonceptivos, y vaya que las dos cosas tienen que ir de la mano ¿qué pasa cuándo hay uno sin el otro? El New York Times publicó ayer la historia de S, adolescente que se embarazó de su ex novio. Ella narra que daba pláticas de educación sexual y que siempre se cuidó, pero siempre padeció condiciones económicas precarias, incluso para poder alimentarse bien. Por supuesto no tenía para anticonceptivos y se embarazó luego de una visita de su ex novio.
Campañas integrales como la de Chicago al tomar en cuenta cuestiones culturales y sociales en los problemas de salud adquieren mayor relevancia y su impacto positivo es mayor. De nada sirve la difusión de un mensaje con una visión que reduce todo a una perspectiva médica y de procesos biológicos. En México los prejuicios contra las mujeres, los estigmas y la opacidad con la que se manejan los temas sobre sexualidad obstaculizan que la información y los anticonceptivos lleguen a las y los jóvenes.
En nuestro país, durante los dos sexenios anteriores, la demanda insatisfecha de anticonceptivos creció en las mujeres de 15 a 19 años a 36 por ciento, siendo que en 1997 era de 26.7 por ciento. La cifra es preocupante si se considera que a los 19 años, 50 por ciento de las mujeres ya ha iniciado su vida sexual, además si se contempla que la tasa más alta de embarazo (26.8 por ciento) se da entre el grupo de edad que va de los 18 años para abajo.
a organización Equidad de Género: ciudadanía, trabajo y familia hizo un estudio a nivel nacional sobre el acceso a anticonceptivos y educación sexual en menores de 18 años. Los resultados son preocupantes. En las unidades de salud les piden que vayan acompañados de un familiar o tutor, incluso hubo algunos como en Oaxaca donde la enfermera se burló de una joven que pidió información sobre anticonceptivos, o bien en Chiapas donde una chica pidió condones y le dijeron que para qué si ella era mujer, háganme el favor, como si ella no fuera capaz de pedirle a su pareja que lo usara.
Habrá que ver si en este sexenio se lanzan campañas innovadoras que de veras alerten a los jóvenes y que éstas vayan acompañadas de políticas públicas de prevención de embarazos no deseados, educación sexual y suministro de anticonceptivos. En el pasado ha sucedido que las campañas como “No cambies tu mochila por un bebé” se han visto obstaculizadas por grupos conservadores que las juzgan de promover el sexo entre los y las jóvenes. Nada más absurdo.
En el caso de S, la joven cuya historia publicó el New York Times, no quería continuar su embarazo porque no tenía dinero y no estaba lista para ser madre. En el momento en que supo que esperaba un hijo, tenía cuatro trabajos de medio tiempo, de los cuales apenas conseguía para pagar la renta de un cuarto y estar subalimentada. El periódico estadounidense lanzó, junto con el texto, una pregunta fundamental. Cuando una joven se enfrenta a un embarazo no deseado y preferiría interrumpirlo, ¿se deberá a que el escenario para continuarlo parece mucho peor que el de un aborto? Creo que para evitar que las jóvenes lleguen a esta difícil disyuntiva el gobierno actual debería encarar el problema de frente y atreverse a lanzar campañas integrales que confronten y digan las cosas por su nombre.
* La autora es coordinadora de Comunicación. Publicado en Animal Político, 17 de junio
Más de este autor