En las últimas semanas hemos tenido muestras de cómo el sistema se pliega sistemáticamente a los poderosos intereses ocultos, que campean por todos lados: la resolución de la Corte de Constitucionalidad que suspende el artículo 12 de la Ley de Comisiones de Postulación, lo que en términos prácticos significa que ya no se calificarán los méritos profesionales en una tabla de gradación, es una aberración jurídica y un pretexto para encubrir esta cultura de la mediocridad.
Unos días antes, los legisladores se sacaron de la nada, en total sigilo la ahora cuestionada Ley de Telecomunicaciones, también denominada “Ley Tigo”, que otorga la potestad a las compañías telefónicas a instalar torres de transmisión de datos, voz, video, imágenes y cualquier otro medio de información, sin que ninguna autoridad local pueda intervenir: una movida estratégica que tiene claros vínculos empresariales.
Ahí es donde cobra sentido la descripción analítica:
“Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, acuñó el término de capitalismo entre cuates ("crony capitalism") para describir el trato preferencial y privilegiado que algunos empresarios reciben del Gobierno”. País Secuestrado. El Editorial de El Siglo de Durango.
La analista Denise Dresser también se refirió al mismo concepto, retomando también las palabras del editor de Foregein Policy, Moises Naim, para describir cómo este tipo particular de capitalismo produce las “criaturas del Estado”, que debido a su dinámica y su comportamiento a todas luces inconsistente, amenazan con devorarlo: Guatemala padecería entonces ”lo que algunos llaman "un Estado dentro del Estado", o lo que otros denominan "una economía sin un gobierno capaz de regularla de manera eficaz". Denise Dresser.
Desde esta perspectiva analítica, la historia de Guatemala está llena de estas reglas que responden a la medida exacta de los intereses que los impulsan, lo cual favorece un entramado legal – institucional lleno de contradicciones y vacíos (o anomia regulada), ya que el objetivo político es garantizar la máxima discrecionalidad política del que gobierna; por eso llegar al poder es indispensable como prerrequisito para impulsar los intereses que permanecen ocultos, gracias a las muy notables deficiencias de la Ley Electoral y de Partidos Políticos.
Para finalizar, hago referencia a otra dimensión analítica: lo que el sicólogo Philip Zimbardo llama “efecto Lucifer”: la explicación de cómo el entorno facilita el aparecimiento de la maldad:
“En el entorno, en la costumbre, bajo presión y queriendo ser parte de la red social, los límites se desdibujan y el santo se vuelve demonio”. Efecto Lucifer
Es por ello tan relevante contar con un entorno institucional claro, coherente, que elimine sistemáticamente la posibilidad de la discrecionalidad política, porque mientras exista la ‘anomia regulada’, existirá la tentación de servirse del entorno institucional para fines particulares.
Más de este autor