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Guatemala, en la encrucijada palestina

Pero parece que algo no quedó claro o se metió en el cajón del olvido sobre esa resolución 181 que dio vida a Israel: La recomendación no fue crear un Estado sino dos, uno israelí y otro palestino.
“Son más de un millón de personas que dependen de la exportación del cardamomo (a los países árabes)”, dice Fernández, “¿de que van a vivir si perdemos el mercado?”.
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Guatemala, en la encrucijada palestina

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Mismo escenario. Mismos actores. Secuela de la película. La Organización de las Naciones Unidas. Israel, Palestina y Guatemala. El voto para el reconocimiento de Palestina como Estado. Así como en 1947 el papel de Guatemala fue clave para que se reconociera a Israel como Estado, ahora con su voto tiene la oportunidad de ser parte del grupo de países que incline la balanza para un voto simbólico pero de mucho peso en Medio Oriente. De momento, parece asumir el reto.

La tensión está al máximo en Nueva York en anticipación de la presentación de una propuesta de los representantes palestinos para el reconocimiento de un Estado. Israel tiene una oposición seria ante la idea. Estados Unidos cierra filas con sus aliados judíos, levanta las cejas, sacude la cabeza y amenaza ante los intentos de la Autoridad Palestina.

En este lado del mundo, la mayoría de países latinoamericanos, encabezados por Brasil y Argentina, con conservadores como Paraguay y Chile o naciones menos dadas a tener protagonismo mundial como Centroamérica (casi) en pleno) –Honduras y El Salvador tienen élites descendientes de árabes; Nicaragua tiene lazos históricos con Medio Oriente; y Costa Rica– han ofrecido su respaldo a Palestina. Guatemala, el país más poblado y con la economía más grande de la región, ha sido el único vacilante. Hace una semana, fuentes cercanas al canciller Haroldo Rodas daban por sentado que el país se abstendría para no molestar a Washington ni a Tel Aviv o que cedería la decisión al Partido Patriota para congraciarse de cara al cambio de gobierno. Ayer, el presidente Álvaro Colom sorprendió a extraños y propios cuando anunció en su último discurso ante la Asamblea General que apoya la creación del Estado Palestino. El camino parece trazado para el voto guatemalteco cuando el asunto llegue a la Asamblea General, pero nada está escrito en piedra. El país se encuentra en una encrucijada.

En una de las escasas actuaciones estelares en política mundial, Guatemala participó en la misión de investigación de la ONU en 1947 que resultó en la resolución 181 que dio vida al Estado israelí. Pero parece que algo no quedó claro o se metió en el cajón del olvido sobre esa resolución: La recomendación no fue crear un Estado sino dos, uno israelí y otro palestino.

El país se debate entonces entre votar a favor, votar en contra y abstenerse. Aunque todos saben que abstenerse es casi lo mismo que decir “no”. El ambiente de la diplomacia mundial está más caldeado que de costumbre. La semana pasada, el expresidente de Costa Rica Óscar Arias opinó a través de su página de facebook que no apoyar el reconocimiento de Palestina como Estado en Asamblea General es algo digno solo de "repúblicas bananeras".

Cardamomo contra neopentecostales

Desde adentro del país, el interés por la aprobación está latente y hay un gremio en especial que mantiene un interés fuerte en el tema: los cardamomeros. La última cosecha de cardamomo fue de 450 mil toneladas y el 80 por ciento de éstas fue comprado por países árabes. Estar en buenos términos con la Liga Árabe es una de las prioridades de este gremio. Rodolfo Rivera, del Gremial de Exportadores de Cardamomo, explica que su posición es puramente económica y no política. Han tenido acercamientos con la Cancillería para pedirles que consideren bien cual sería la posición del país para no afectar este mercado.

Guatemala es el mayor exportador de cardamomo del mundo, más de 350 mil pequeños productores dependen de las exportaciones, por lo que resulta crucial mantener la relación. “Este ha sido un esfuerzo de años, hemos encontrado ahí una muy buena oportunidad comercial. Nuestra posición no es política, solo esperamos que la decisión que se tome tenga en cuenta a los exportadores y sea la mejor para el país”, dijo Rivera. El presidente de Cardegua, Ovidio Fernández, respalda esa posición. Asegura que si bien no ha habido ninguna posición de los árabes al respecto, “lo que tenemos son temores a que tomen represalias si Guatemala no apoya a Palestina. Eso nos afectaría mucho a los productores de cardamomo. Entendemos que para el Gobierno debe ser una decisión difícil, pero perder el mercado árabe sería fatal para nosotros.” Ambos coinciden que este es un tema sensible, de tipo político antes que comercial, pero que la Cancillería debería tomar en cuenta todos los factores de interés nacional al decidir su posición. “Son más de un millón de personas que dependen de la exportación del cardamomo”, dice Fernández, “¿de que van a vivir si perdemos el mercado?”.

El cónsul de Jordania, Johny Hazbun, sabe que la tendencia del gobierno ha sido apoyar a Israel y no a Palestina. De hecho, Guatemala es el país de apoyo más radical a Israel en el mundo junto a Estados Unidos (y las Islas Salomón), y durante los últimas décadas, con pequeñas excepciones en los últimos años, ha sido el único que no vota nunca, o casi nunca, para condenar a Israel. “Somos en Guatemala de los únicos en el continente que no han reconocido a Palestina y las consecuencias pueden ser fuertes”, expresó Hazbun. “Guatemala tiene una balanza comercial positiva con la región árabe y nos arriesgamos a un bloqueo comercial, el Gobierno deberá medir las consecuencias.” Para Hazbun, es ilógico que el veto de un solo país pueda ir en contra del apoyo de más de 100 otros países. “Este sería un paso hacia la búsqueda de la paz en Medio Oriente”, señala el cónsul.  Hazbun expresó también otro punto, que Guatemala se esta jugando no solo relaciones comerciales si no la posibilidad de apoyo de la Liga Arabe y comunidades musulmanes al país para la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Por otro lado, muchas iglesias evangélicas neopentecostales consideran que la Biblia dice que toda esa tierra es de Israel y los palestinos deberían abandonarlas. Por ejemplo, en una columna de opinión reproducida en la página web de elPeriódico, las intervenciones fueron muy apasionadas. Israel, desde su embajada en Guatemala y su misión ante la ONU, presiona a su aliado guatemalteco para que cumpla con “su obligación” de votar a favor de Israel. La diplomacia judía recuerda, por ejemplo, las importantes ventas de armas que su país puede hacer a las fuerzas de seguridad guatemaltecas.

Esta semana, el canciller Haroldo Rodas había dicho a la prensa que la decisión de reconocer o no al Estado palestino se haría cuando ya hubiera un presidente electo. Sin embargo, en un nuevo giro, el miércoles 21 de septiembre, en su intervención ante la Asamblea General de la ONU, el presidente Alvaro Colom dijo “Abogamos por la creación de un Estado Palestino viable y prospero, viviendo en paz y armonía tras fronteras seguras y defendibles junto al Estado de Israel.” Colom agregó que se entendía que la comunidad internacional puede acompañar el esfuerzo de cumplir esa visión pero que la concreción real corresponde solamente a Israel y Palestina.

Parece esto la secuela de lo que se inició en 1947. Pero más de 60 años después, los actores han cambiado de papel. En aquel entonces, Guatemala concedió su reconocimiento al Estado de Israel, siendo uno de los primeros países latinoamericanos en hacerlo. Esa era la época de un presidente guatemalteco revolucionario, Juan José Arévalo. La política exterior guatemalteca durante su período fue de solidaridad con otros países, de darle la mano al mundo más allá de Estados Unidos. En ese tiempo, la relación con Israel se basaba en afinidades políticas y culturales; ahora la relación con Palestina se ha estrechado por razones comerciales. Ahora, con un presidente Colom que siempre ha abogado por los valores de la socialdemocracia, el país parece que actuará en coherencia con lo promovido en aquella mítica resolución 181.

Símbolo fuerte

El voto en la Asamblea General será sobre todo simbólico porque ésta no puede otorgar el “título” de Estado, este puede alcanzarse solo mediante al reconocimiento de otros Estados. La incorporación posterior a la ONU se da bajo la aprobación de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Taiwán, por ejemplo, es un Estado porque 25 países, entre los que está Guatemala, lo reconocen. Pero no es miembro de la ONU porque en el Consejo de Seguridad, China, uno de los cinco miembros permanentes, lo veta.

La Asamblea General, sin embargo, sí puede dar el estatus de Estado observador, que implica que los países que voten a favor lo reconocen como Estado. Es el caso del Vaticano.

Para que la iniciativa obtenga resultados positivos, Palestina necesita el apoyo de al menos dos tercios de los 193 miembros de la Asamblea General, o sea 128 votos. A la fecha, más de 110 países han reconocido a Palestina como Estado y se calcula que otros 30 pueden hacerlo cuando llegue la votación; entre estos, Guatemala. Pero el punto crítico está en la aprobación del Consejo de Seguridad. Crítico porque desde un inicio, Estados Unidos ha dejado claro que cualquier iniciativa para el reconocimiento de un Estado palestino será vetada por ellos y hasta el Senado estadounidense ha emitido una resolución donde se amenaza con terminar con la ayuda a Palestina si ésta no cesa sus intentos de reconocimiento. Estados Unidos mantendrá firme su apoyo a su más grande aliado en Medio Oriente: Israel. Esto a pesar de las ilusiones que despertó el presidente Barack Obama desde su discurso en El Cairo para cambiar el status quo de las negociaciones o al recibir el Premio Nobel de la Paz. Washington no ha podido contener el radicalismo del gobierno ultraconservador de Binjamin Netanyahu, que se ha negado a detener la construcción de colonias israelíes en la parte palestina de Cisjordania, o hasta hace poco de hablar de la necesidad de una solución por la vía de dos Estados. Europa está vacilante. Sin embargo, el resto del mundo podría imponerse. Más de un centenar de países apoyen a los palestinos quiere decir una cosa, o varias: Israel está cada vez más aislado de la comunidad internacional y Estados Unidos y una parte de Europa Occidental ya no pueden imponer su voluntad (sino que sólo su veto) a lo que quiere el resto de países del planeta.

Avi Shlaim, experto británico-israelí en el conflicto, resumió a Al Jazzera que “la apuesta por el reconocimiento no cambia nada en la realidad, pero sí en el ámbito internacional. Cambiará los términos del debate y podría inclinar el equilibrio del poder internacionalmente a favor de Palestina y en contra de Israel. Es sobre todo, un acto simbólico”. Y en la diplomacia, como en la política, la percepción pesa tanto como la realidad. 

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