Luis Soto es fotoperiodista. Si le dicen fotógrafo no se molesta, por supuesto, pero el término no le define de la misma manera. Es precisamente esa férrea identificación con el oficio privilegiado de retratar lo cotidiano y aislarlo de la indiferencia, lo que le diferencia. Lo que le mueve. Lo que le inspira. Lo que inspira a quienes ven su trabajo.
Su mirada, espejo de áridas miradas, es única, sensible, honesta. Sus imágenes, bellos retratos de una Guatemala doliente, emanan emociones, reflexiones, pasiones. Quizá de las que tratamos de escapar y a las que Soto nos quiere atar. Para no vivir fuera. Para hacernos parte de lo que lleva Guatemala por dentro: miseria, locura, sumisión, lucha, violencia, negación.
Ocho fotografías de la serie Guatemala de Juguete han viajado al Festival internacional de fotografía y artes visuales PhotoEspaña y forman parte de la gran muestra colectiva Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos, que el lunes 1 de junio se inauguró en Casa de América, Madrid. La exposición pretende “revisar el estado de ánimo de la fotografía latinoamericana –un estado diverso, complejo e incompleto…”, según sus organizadores.
Sólo el título, Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos, provoca, como lo hacen las imágenes de Soto. Te miran, te incomodan, te retienen. Te retienen en ese instante preciso que ya no se puede borrar. Si las ves, permanecen contigo, para siempre. Es en ese momento cuando entiendes que Guatemala de Juguete es mucho más que la radiografía respetuosa de personajes rescatados del absurdo. Guatemala de Juguete ya es parte de la historia de este país. Por momentos, no quieres que sean lo que crees que son. Pero ahí están, confrontándote en una magia de luces y sombras. Mostrándote una cotidianidad guatemalteca normalizada y cruda, que te atraviesa y condiciona sin quererlo.
Los protagonistas de Guatemala de Juguete se muestran como son, y aunque posen, no posan, no fingen, sólo son en toda su grandeza. A veces son víctimas, otras victimarios. Demasiadas veces, ambos. Parecieran juguetes que responden al antojo de quienes imponen qué papel jugar. Casi siempre les toca perder aunque ellos no lo sepan.
Los “fieles” encapuchados se preguntan en ruego por qué “Dios” les ha desamparado. No hay nada que esos ojos perdidos y limitados puedan esperar ya. El reclamo a Dios pareciera ser la única opción de salvación. ¿Habrá salvación para el hombre que yace en el suelo? ¿Estará muerto? Podría estarlo, pero no, él fue el que mató. Estaba ebrio. Estaba armado.
De pie, tatuado. Te gustaría que apartara la mirada, pero la sigue manteniendo. Aunque dejes de verle, José Daniel Galindo Meda, alias “El Criminal”, miembro de la Mara 18, te ve. Se siente fuerte. Se muestra más poderoso que tú. Así lo cree. Así lo crees. Ella también asusta y desagrada, quizá son sus dientes, sus ojos saltones. Pero si te fijas bien, es su cara la que refleja el horror de lo que ve.
Te mira y confía en que tú también, con su morral de lana, quieto, digno, inmutable, en la lucha campesina de palabras y gritos que nadie lee, que nadie oye. En primer plano, lleva sus brazos cruzados. Parece un personaje de cuento, un duende, una ficción soñada que, sin embargo, en Guatemala es la más real y también la más invisibilizada.
Esta es la Guatemala de Juguete que Luis Soto mostrará en Madrid, España, hasta el 1 de agosto de 2015.
Fotografías: Luis Soto
Texto: Olga L. Aláez