Todo empezó a finales del siglo XIX, cuando el sultán Abdul Hamid II (mejor conocido como el Sultán Rojo por la sangre derramada bajo su mandato), del imperio otomano, decidió masacrar a 300 000 armenios bajo el pretexto de homogenizar a la población otomana (de mayoría musulmana). Siendo el pueblo armenio el primero en reconocerse históricamente como un pueblo cristiano, los fundamentalistas otomanos lo consideraron el disidente a destruir (aun cuando el pueblo armenio tiene históricamente más de mil años de presencia en la Anatolia).
A principios del siglo pasado, en 1909, en las afueras de Estambul surgió un movimiento político en contra del califato. Se trataba de los Jóvenes Turcos. La población armenia, ilusamente, cifró sus esperanzas en que dicho movimiento pondría un alto a las atrocidades cometidas por el sultán. Pocos años después, en 1913, los Jóvenes Turcos perpetraron un golpe de Estado, y el líder Taleat se adjudicó el poder. Este grupo radical decidió repentinamente culpar al pueblo armenio de traidor por tener vínculos con el imperio ruso y lo acusó de ser enemigo del pueblo turco-otomano[1].
Tras la entrada del imperio otomano a la Primera Guerra Mundial, en 1915, y con los ojos del mundo puestos en las trincheras europeas de Alsacia-Lorena, los Jóvenes Turcos llevaron a cabo un genocidio que culminaría con la muerte de más de un millón y medio de armenios a las espaldas del mundo entero[2].
Por suerte, algunos pocos fueron rescatados y albergados en orfanatos franceses. A los sobrevivientes se los reubicó en Líbano, Francia y Estados Unidos. Unos pocos lograron escapar a la Federación Transcaucásica, que luego se convertiría en la República de Armenia, parte de la Unión Soviética[3].
¿El resultado de este horrible suceso? Hoy en día existen alrededor de 12 millones de armenios en el mundo. De estos, menos de cuatro millones viven en Armenia. Los demás se encuentran (nos encontramos) repartidos alrededor del mundo, sobre todo en Líbano, Francia, Estados Unidos, Argentina, Canadá y Rusia. Pero también están (estamos) en otros países menos visibles, como México, Chile, Colombia, Inglaterra, Siria, Irán e incluso Guatemala.
Pese a que fue una gran tragedia y a la continua negativa del Estado turco a reconocer las atrocidades que sus antepasados cometieron, el pueblo armenio conmemora este 24 de abril el centenario de un genocidio olvidado por el mundo. Un genocidio no reconocido incluso por el mismo Estado de Israel, que, con tal de mantener buenas relaciones diplomáticas con Turquía y poder seguir vendiendo armamento a Azerbaiyán[4] (país vecino de Armenia con el que se encuentra en una continua guerra por el Nagorno Karabaj[5]), prefiere no reconocer aquellas atrocidades, las cuales básicamente dejaron las puertas abiertas para que se cometiera el genocidio contra el pueblo judío en la Segunda Guerra Mundial.
Este es un claro ejemplo de cómo la diplomacia y la política fortifican la injusticia y el olvido. Sin embargo, esto no significa un rendimiento, sino, por el contrario, una continua lucha por recordar, unir y aprender.
[1] Gérard Libaridian (2008). L’Arménie moderne. Histoire des hommes et de la nation. Karthala Éditions, p. 259.
[2] Raymond Kévorkian e Yves Ternon (2015). Mémorial du génocide des arméniens. París, Éditions du Seuil, p. 496.
[3] Gérard Libaridian (2008). L’Arménie moderne. Histoire des hommes et de la nation. Karthala Éditions, p. 259.
[4] Aymeric Janier (2012, 5 de abril). «Israël-Azerbaïdjan: le nouveau front anti-iranien?». Le Monde [Francia]. http://abonnes.lemonde.fr/proche-orient/article/2012/04/05/israel-azerbaidjan-le-nouveau-front-anti-iranien_1679972_3218.html?xtmc=karabakh&xtcr=40 [Página consultada el 6 de marzo de 2015]
[5] Anaïs Coignac (2011, 7 de octubre). «Quelle issue pour le Haut-Karabagh?». Le Monde [Francia]. http://abonnes.lemonde.fr/idees/article/2011/10/07/quelle-issue-pour-le-haut-karabagh_1583845_3232.html [Página consultada el 17/02/2015]
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