Fumus boni iuris: Porque la decisión de la Corte de Constitucionalidad en cuanto mantener firme la suspensión del Partido Patriota y la separación de Roxana Baldetti como secretaria general era lo mínimo que se podía esperar luego de que el Tribunal Supremo Electoral apelara el amparo de la Sala Quinta de Apelaciones que favorecía a dicha agrupación y beneficiaba oficiosamente a la Vicepresidenta.
Fumus boni iuris: Porque el bailongo que realizó la Vicepresidenta frente al Palacio Nacional de la Cultura fue un acto desvergonzado y ostentoso, aparte de vulgar. Presentar a un ¿precandidato? de esa manera solo presagia: Si así son las vísperas, ¿cómo serán las fiestas?
Fumus boni iuris: Porque Roxana Baldetti y el Patriota ya estaban advertidos. La mismísima Corte de Constitucionalidad previamente había emitido, pocos meses atrás, una resolución indicando el impedimento constitucional para “favorecer o poner en ventaja a un determinado partido político”.
Y una vez generado el humo, es de esperar que se siga anunciando el buen derecho.
No podemos quedarnos con la boca cerrada ante la profunda crisis antropológica que estamos viviendo: La adoración del dinero.
El caso del diputado Godofredo Rivera; las declaraciones de Manuel Baldizón tratando de zafar bulto en cuanto los intríngulis de la elección de Magistrados; los moquetazos que se dieron los ¿padres de la patria?, principalmente oficialistas, en la puerta del Congreso; los intentos del Ejecutivo para conseguir más préstamos y en consecuencia más endeudamiento; las amenazas de algunos dipusaurios en cuanto accionar contra la Corte de Constitucionalidad; y, otras cuestiones vergonzosas como echarse gas pimienta en los ojos al estilo de payasos reales y dramáticos, solo indica que esas personas ya perdieron hasta la capacidad de respetarse a sí mismas. La responsabilidad está ausente en su diario quehacer y la búsqueda de poder y plata es su único objetivo.
En la contraportada de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco se lee: “El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro […] Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacios para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios […] Ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien, cierto y permanente. Muchos caen en la búsqueda enfermiza de placeres superficiales y se convierten en seres resentidos, quejosos y sin vida. Esa no es la opción de una vida digna y plena”.
Pienso entonces: Vida interior clausurada en la cual ya solo quedan intereses propios y espurios; puertas cerradas para los pobres a quienes se les está quitando sus tierras y sus derechos en orden a favorecer empresas e intereses transnacionales; búsqueda enfermiza de placeres como el atesoramiento de grandes fincas, yates y lujosas residencias; negociones a espaldas de los ciudadanos honrados que sostienen con sus impuestos semejante voracidad y carcoma, ¿son acaso cualidades para tener categorías de dirigencia en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial?
Yo creo que no. Tenemos sí —a título de gobernantes, diputados, administradores de justicia y ciertos alcaldes— personas que no tienen ni la más remota idea de los cuatro grandes valores que los debiera caracterizar: Dignidad, libertad, responsabilidad y servicio. Ignoro si alguna vez los ejercitaron mas, si fue así, ha de haber sido en la época de Tata Lapo y para entonces no habían nacido.
Por todas esas inobjetables razones: Bienvenido sea el humo del buen derecho. Ojalá no sea llamarada de tuza.
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