Para Beck[1], la individuación es la negación de la dimensión social de un problema, que conduce a asumir sus efectos como un fracaso personal. Una persona puede perder su empleo, sufrir una enfermedad o perder su casa en una inundación. Si se culpa a sí misma y no relaciona su problema con el sistema, esa persona podría estar individuada.
La otra cara de la moneda es la individualización, que coexiste con lo social, pero en una nueva relación. En la individualización, cada persona se empodera respecto a los mecanismos tradicionales de dominación, como el matrimonio, la familia, las religiones o el empleo tradicional. Una persona individualizada es una persona que puede tener una existencia plena y que se percibe libre, incluso si su libertad existe en la precariedad.
Curiosamente, la individuación (como fenómeno negativo) no afecta a la estructura de clases. Por el contrario, la refuerza mediante la esperanza de movilidad social. Por supuesto, en Guatemala la hegemonía se ha construido, pero en ello han sido más importantes la violencia, la religión y la esperanza de vivir mejor, pero en los Estados Unidos.
No olvidemos que estamos hablando de un fenómeno con dos caras. Hoy en día, una de cada seis personas en Alemania vive en la pobreza, y la fórmula se repite en otros centros hegemónicos. Por ejemplo, en los Estados Unidos, el presidente Obama ha reiterado que no debería haber millones de personas trabajando tiempo completo y viviendo en situación de pobreza. Los casos de Walmart y McDonald’s son paradigmáticos.
Es interesante también que, incluso en situación de precariedad, la mayoría de los alemanes y las alemanas no se perciben como pobres. Y en los Estados Unidos siempre ha estado presente el imaginario de que la siguiente generación vivirá mejor que la actual. Bueno, eso, hasta la última crisis, que se inició oficialmente en 2008.
Pese a lo anterior, existe un punto en el cual la reducción de salarios rompe la percepción de autocontrol y aparece la individuación (fracaso personal). Y la protesta social también se reduce cuando las personas asumen que su salario bajo o inexistente depende de sus particularidades, y no de un sistema diseñado para concentrar poder y acumular capital en muy pocas manos. En otras palabras, «los problemas del sistema son transformados y desmontados políticamente como fracaso personal»[2].
En este punto hay que retomar dos elementos clave. Primero, en el capitalismo se observa consistentemente la reducción de salarios como un medio para favorecer la acumulación. Por esa razón estoy citando dos ejemplos: Alemania y Estados Unidos, que, pese a su riqueza, mantienen a millones de personas por debajo de la línea de pobreza.
El segundo elemento clave es que la individuación es un instrumento hegemónico para construir obediencia, ya que invisibiliza a un sistema disfuncional para la mayoría.
Retornemos entonces a Guatemala. Llevamos décadas escuchando las promesas del derrame de la riqueza neoliberal. Y ahora, en la cúspide de la desesperación, que mueve a la gente a cruzar México para huir a los Estados Unidos… ahora que la gente no tiene opciones, surgen de nuevo ofrecimientos de empleo mediante las mismas fórmulas que no han funcionado: más privilegios para los mismos y, en pocas palabras, reducir el salario de unos para repartirlo entre los demás. Porque eso es el salario diferenciado. Es la reducción del salario formal promedio nacional. Comenzar por dos municipios es solo abrir la puerta para una competición: el que pague menos gana.
En ese marco, debemos enfatizar que la reducción de salarios está, como siempre, acompañada de una promesa de prosperidad. Y, como se expuso arriba, en el capitalismo maduro esa reducción de salarios seguirá siendo un elemento central del sistema. Por lo tanto, no se puede prometer que los salarios aumentarán solo con medidas aisladas y sin fortalecer el Estado en su capacidad de recaudar, redistribuir e impartir justicia.
Continuemos en Guatemala: la individuación está presente también aquí. La pobreza casi siempre se asume como fracaso personal. Para la gente común, la responsabilidad del sistema neoliberal es invisible. Y por tal razón se asume el fracaso personal cuando no se puede pagar la factura de un hospital o cuando no se puede enviar a los hijos y las hijas a estudiar. Esas personas no responsabilizan a una tabacalera si enferman de cáncer y tampoco responsabilizan a una farmacéutica si no pueden pagar un medicamento. Y lo que es peor, si se implementa el salario mínimo diferenciado, esas personas tampoco culparán en veinte años a quienes realmente promovieron ese negocio.
La individualización y su contraparte, la individuación, son poderosas y se nutren de las teologías que justifican la pobreza y la riqueza ignorando la historia, la economía y la sociedad. Por eso, quienes estamos medianamente individualizados y nos atrevemos a pensar tenemos la responsabilidad de decir no y de compartir esa idea con quienes llevan una carga muy grande.
[1] Beck, U. (2002). Individualization. Institutionalized Individualism and its Social and Political Consequences. Londres, Reino Unido: Sage.
[2] Beck, U. (2006). La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. Barcelona, España: Paidós.
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