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Doña Simona Chamalej, 75, se recomienda a Dios. Lleva 60 años de vender pollos en la Terminal, todos los días. Su difunto esposo era pastor evangélico. Sostiene que el Coronavirus sea una potente señal de Dios hacia la humanidad. S. Dalmasso

Fiestas de balcón, resiliencia y preparación ¿Cómo enfrentar este futuro incierto?

La novedad del virus nos enfrenta a nuestra situación más primitiva: la supervivencia.
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Fiestas de balcón, resiliencia y preparación ¿Cómo enfrentar este futuro incierto?

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  • La epidemia del COVID-19 estará entre nosotros por largo tiempo. Es importante pensar en cómo nos adaptaremos.
  • A pesar de estar privados de nuestra vida cotidiana buscamos al colectivo, a este fenómeno la psicología social le llama intencionalidad compartida.
  • Se recomienta sustituir las interacciones que solíamos tener con las herramientas que el contexto ofrece, el aislamiento puede ser dañino para el bienestar.
  • El sufrimiento humano siempre logra convertirse en resistencia, o resiliencia que permite salir adelante. Es lo que debe prevalecer, creer que podemos.

 

 

Enfrentamos la incertidumbre todos los días, pero el virus COVID-19 vino a recordarnos los retos que la humanidad enfrenta para su sobrevivencia. Ver la realidad europea y proyectarla como la nuestra nos llena de ansiedad. Aun así, la incertidumbre como aspecto común saca lo mejor de la vida en sociedad: la solidaridad con el que está afuera, las videoconferencias en redes, las fiestas en los balcones. Así lo explican tres psicólogos sociales y clínicos consultados por Pzp.

La epidemia del COVID-19 estará entre nosotros por largo tiempo, esa es la conclusión del artículo publicado por la revista MIT Tecnology Review. Lo que conocíamos como normal hasta hace poco, ya cambió: fiestas, gimnasio, comercio, educación, salud, incluso la más común de las reuniones familiares.

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Hasta que se alcance la inmunidad o la vacuna (que podría tardar entre 12 y 18 meses, según un reporte de la Imperial College of London) los brotes pueden volver. Los países podrán sobrellevar estos estallidos restringiendo o permitiendo más libertades conforme a la capacidad de respuesta del sistema de salud lo permita, se indica. La vida ha cambiado, y este cambio durará meses.

En medio de este escenario hay algo para lo que, como sociedad y como individuos, es necesario hacer una pausa: ¿Cómo podemos enfrentar esta sombría realidad? Plaza Pública contactó a psicólogos sociales y clínicos para encontrar algunas respuestas.

Para lo incierto ¡Fiestas en el balcón!

Nuestra naturaleza social nos hace encontrar el colectivo, resiliencia, afirma Natalia Marsicovetere, maestra en psicología social. A pesar de estar privados de nuestra vida cotidiana, buscamos al colectivo. A este fenómeno la psicología social le llama shared intentionality, o intencionalidad compartida.

Se trata de tener una plataforma común, una experiencia compartida que nos permite conectar con otras personas. “Las relaciones humanas se construyen así, y en este momento, el punto nodal de la unidad es la incertidumbre. Por más incierto que esta situación sea, lo podemos compartir, podemos hacer comunidad”. Y hacer comunidad en la incertidumbre es transversal para toda la sociedad, indica. “Es lo que explica a los italianos haciendo fiesta en los balcones, o a mi vecino, que recogió muchos aguacates de su árbol, y en un acto genuino vino a regalárnoslos”.

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Sobrellevaremos lo incierto hablando, encontrando comunidad. Entendiendo que no estamos llevando esto sólos, sino como sociedad, como seres humanos. Y proyectando desde nuestra naturaleza más primitiva, como sobrevivir.

Sigan buscándose

Para Marsicovetere, el desafío tiene que ver con nuestra naturaleza social, con el hecho de que se nos está privando mantener esa red de socialización. De estar todos los días rodeados en espacios saturados como el tráfico, pasamos a estar solos mucho tiempo.

Uno de los elementos que puede ayudarnos en su criterio, es la posibilidad de “sustituir las interacciones que solíamos tener con las herramientas que el contexto nos ofrece, porque el aislamiento puede ser dañino para el bienestar”.

Hay acciones que cumplen ese propósito -a pesar de que estén relacionados con el privilegio, según indica- como las videollamadas por internet. Cuando no tenemos esta posibilidad “podemos aprovechar a quienes tenemos cerca, familia o vecinos”. Seguir buscándose, encontrando las herramientas que nos permitan esa socialización. “La comunicación es para el humano vital pues permite “expresar las emociones y en este caso el miedo, que es de todos. Hay que comunicarlo pues es real, y así evitar el desarrollo de patologías”, indica.  

Creer que podemos, eso debe prevalecer

Mariano Gonzáles, psicólogo social enfatiza en el riesgo estructural que existe para personas que no cuentan con esa posibilidad de comunicación remota, o viven en condiciones complicadas. “No es lo mismo además vivir hacinado que enfrentar la situación en una casa amplia, o tener certeza laboral que enfrentar la inseguridad de la informalidad”, señala. A pesar de ello, acciones de relajación pueden ayudar, y elementos para la información, para analizar y proyectar soluciones. “Lo inédito de la situación genera un escenario en el que tenemos que informarnos e improvisar para ayudarnos”, indica.  

Este factor inédito es, no obstante, generacional, según Gonzáles. Y en opinión de Mayra Acevedo, psicóloga clínica, eso puede dar una respuesta, pues “la humanidad ha sobrevivido a muchas cosas, genocidios, migraciones, otras situaciones difíciles, pero al final encontraremos formas de trascender”, señala. “El sufrimiento humano siempre logra convertirse en resistencia, o resiliencia que permite salir adelante. Es lo que debe prevalecer, creer que podemos”, indica.

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Señala, además, que los encierros han mostrado aspectos nobles de la condición humana cuando, en redes se comparte “guías de primeros auxilios, rutinas para niños, rutinas de ejercicio”, mientras en familia, se activa formas de interacción como los juegos de mesa, las cenas a conciencia, aspectos que la cotidianidad nos hizo perder. “Esos actos funcionan como formas de meditación, la situación es en sí una situación de meditación que nos hace dar un respiro al día a día, y ver a la familia, a la sociedad con más detalle, proyectando a partir de nuestra cualidad humana, el análisis, como resolver nuestra situación”.

Aceptar que vendrá una emergencia

Para Marsicovetere, el miedo de “que le pase algo a quienes queremos es natural, y natural es también aceptar la emoción”.  Pero también es necesario hacer un plan, en familia o con las redes de apoyo, proyectando que podemos hacer ante la contingencia de la enfermedad: “a dónde ir si nos enfermamos, si tenemos seguro, si éste cubre nuestra enfermedad. Tener una ruta que podamos seguir ante el hecho”.  Por otra parte, hay que vivir un día a la vez, aceptando que esto tendrá un fuerte impacto, pero no va a ser así para siempre, según indica.

En opinión de Acevedo, el riesgo a la enfermedad es una “realidad con la que convivimos diariamente, pero el hecho de que actualmente sea una situación mundial hace que nos impacte más”. La novedad del virus nos enfrenta a nuestra situación más primitiva: la supervivencia.  Pero es esa capacidad de supervivencia la que a su vez se ha mostrado como nuestra fortaleza histórica, explica.

El duelo: es mejor con apoyo

El duelo lleva a otro nivel de análisis. Para Gonzáles, psicólogo social “nadie está preparado para el duelo. Cada uno lo enfrenta desde su historia personal, familiar y cultural. Ante lo inédito, la respuesta que cada uno pueda dar es muy idiosincrática”. Para algunos la respuesta está en las redes familiares, redes de apoyo, y para otros en las tradiciones religiosas, pero es complicado anticipar como afrontarlo, en su análisis.

En opinión de Acevedo el duelo no tiene que ver solamente con la muerte sino también con el cambio de nuestra vida. Para ello hay “que trabajar los mecanismos de resiliencia consolidando las redes de apoyo, pues el duelo se sobrepasa mejor con una red de apoyo: familia, amigos, vecinos”. Aunque en la vida “es inevitable perder, hay que pensar y procesar poco a poco apoyándose de los que están alrededor. Además, hay que generar esos mecanismos de resiliencia que explican porque se lucha, porque se hacen las cosas. Los hijos, la familia, símbolos o razones que nos hagan seguir luchando”.

Para Acevedo todo sujeto que enfrenta el duelo, para trascender del fatalismo, debe reconocer las condiciones que lo “hicieron vulnerable, que me llevaron a enfrentar lo que vivo”. Hacerlo nos permite asumir nuestro papel en la vida y manejar emociones más sanas. Proyectando eso a la sociedad, el análisis pasa por entender las situaciones que nos hacen vivir lo que actualmente enfrentamos y transformarlas, usando las herramientas de análisis y proyección “al servicio de la supervivencia, y de vivir incluso mejor”, de vivir mejor en conjunto, señaló.

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