Todas las verdades se encuentran al mismo nivel, todas ellas se entiende se han sostenido producto de haberse entendido como parte de la gran Verdad; aquellos meta-discursos que por siglos fueron aceptados cómo incuestionables: la superioridad cultural del Occidente, la idea del Progreso inevitable, la superioridad de los mecanismos del mercado sobre otras formas de organización social…. . Estas y tantas otras aceptaciones, hoy resultan a todas luces falsas y dignas de cuestionamiento.
Cuestionar los meta-relatos dominantes no es una tarea fácil. El ser humano tiene la capacidad para vivir por ellos o a pesar de ellos. Los meta-relatos dominantes (en especial aquellos que están relacionados con el sentimiento de superioridad de un grupo determinado) se afianzan en el imaginario colectivo de los pueblos para moldear las acciones de los sujetos. Pero su rol más aterrador resulta en su capacidad para distorsionar la realidad. Una rápida mirada al colectivo de ideas guatemalteco pone en evidencia la existencia de meta-relatos fuertemente afianzados en la cultural popular. Sin embargo resulta por demás apasionante revisar aquellas creencias populares afincadas en el folklor del las clases medias y medias altas urbanas. Reflexionemos sobre algunos de estos discursos.
Guatemala es la potencia económica de la región centroamericana. Este meta-relato ha sido por décadas el ancla de la élite criolla para justificar su comportamiento y modus operandi. En buena forma es posible comprender la confusión entre desarrollo real y desarrollo urbanístico. Pero los datos fríos no mienten, la potencia exportadora de la región es Costa Rica y allí se encuentra también mayores niveles de consumo interno. Otro de los más populares meta-relatos que afectan el colectivo urbano guatemalteco es el siguiente: Guatemala tiene riquezas naturales inigualables. Si bien es cierto que el país tiene una riqueza natural especial, su paisaje concretamente no difiere en mucho de los parajes que puedan apreciarse en el sur de México o en la Selva Virgen de Costa Rica. Guatemala y México son exactamente lo mismo. Totalmente falso, no solamente en términos de la etnicidad que compone a las diferentes regiones de México sino además por la carencia en Guatemala de una identidad colectiva común, aceptada y legitimada.
Sobran los ejemplos que podrían presentarse para mostrar esta existencia de meta-relatos que afectan el colectivo de ideas guatemaltecas. Algunas tiene un perfil un tanto más académico (no por ello no equivocadas), como la afirmación tan típica del entorno libertario que considera que todo milagro económico se produce ante la carencia de los mecanismos estatales, sin reparar en casos como el despegue económico del Asia Pacífico, donde previo a la adopción del sistema capitalista fue necesario la implementación de reformas agrarias y la inversión en educación pública.
Algunas otras expresiones de los meta-relatos del entorno guatemalteco son más simplistas, como aquellas que afirman que el actual Gobierno conduce al país hacia un modelo castrista o cercano a la República Bolivariana de Venezuela. Nada más falso. En un modelo castrista o chavista, imputarle públicamente un crimen a la figura presidencial es un hecho que no pasa sin purga, cosa que la marea blanca pudo con toda libertad llevar a cabo durante las protestas del caso Rosenberg. Otras expresiones más caricaturescas, además de estúpidas, hacen creer que todos los indígenas son comunistas o que los indios votan en masa por la UNE o que la mano dura solucionará el problema actual de la delincuencia (sin invertir integralmente en el sistema de justicia y requerir de vuelta plantear el tema de la reforma fiscal).
Meta-relatos al por mayor. Lo cierto es que los marcos urbanos en Guatemala viven en fantasía. Pensando que Miami es la tierra de la libertad, que la comunidad internacional es la Internacional Socialista y los gulags están por todos lados en Guatemala. Fantasías animadas.
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