Extrañas especies que, a ciencia cierta, no sé cómo las habría clasificado Carolus Linnæus —el egregio creador de la taxonomía moderna— de haber nacido en los últimos 50 años. Es que Homo sapiens sapiens me parece demasiado presuntuoso para la manera tan insulsa como se comportan.
¿Ejemplos? Veamos:
- Zury Ríos se empecina en ser presidenciable no obstante el artículo 186, literal c, que remite a la literal a del mismo artículo de nuestra Constitución, que es más que claro. Sin embargo, hay quienes consideran que no se puede aplicar la norma constitucional retroactivamente contra ella o su padre y perversamente soslayan que la Corte de Constitucionalidad ya sentó jurisprudencia al respecto (léase Gaceta 18, expediente 280-90, página 96, sentencia 19-10-90).
- Roxana Baldetti quiere ser candidata a la alcaldía metropolitana sin renunciar a la Vicepresidencia de la República a pesar de que el Acuerdo 197-2004, atinente a las normas éticas de los integrantes del Organismo Ejecutivo, se lo prohíbe taxativamente. El artículo 11 de dicho acuerdo es contundente.
- Una caterva de olvidadizos en el mejor de los casos, y de compinches en el peor, se preparan para recibir como héroe al homicida de Chilpancingo, corrupto confeso y a quien personas que yo creía más respetables, como Francisco Reyes López, pretenden pasearlo por toda Guatemala como semidiós. Ajá. ¿Ya se les olvidaron los grandes robos en el IGSS, las donaciones de Taiwán y otras cuentas con la justicia que aún tiene pendientes?
¡Amolados estamos!
Y como si fuera poco, en un intento de exculparse por el malogrado conato de maniatar la Ley de Acceso a la Información, el ministro de Gobernación (otra rara avis) justificó la publicación del Acuerdo 64-2015 diciendo: «Porque después de mí no sabemos quién viene de ministro». ¡Vaya excusa! Lo único que logró con tamaño alboroto fue que se le viniera encima la mismísima SIP, circunstancia que, sumada a otras protestas internacionales, lo ha obligado a pasarle la chibolita al PDH indicando que se hará «lo que diga el procurador». ¡Ah, gobierno este!, el del baile de la Yenka: un pasito para adelante, dos para atrás.
Así que, ¿cómo clasificar a semejantes y terribles especies?
Para terminar de joder la pita (conste, como verbo transitivo malsonante), don Edmond Mulet, a quien yo veía como una opción decente, equilibrada y respetable (así lo expresé muchas veces), se me vino abajo con las respuestas que dio a Martín Rodríguez y Harris Whitbeck en una entrevista que dichos periodistas le realizaron el 23 de enero del presente año. Su dubitativo tartamudeo respecto del genocidio acaecido en Guatemala y la cantilena de la segunda oportunidad a Portillo fueron terribles.
Como guinda a dicho pastel, el reportaje de Pilar Crespo y Sebastián Escalón publicado en Plaza Pública el recién pasado día 30 terminó de convencerme: no más meter las manos al fuego por figurines y retórica.
Sin perjuicio de los anteriores contextos, uno de los problemas serios que debe enfrentar en Guatemala cualquier persona honrada que desee participar en política es que no hay en el país un solo partido que no sea símil de un muladar.
¿Habrá alguna otra posibilidad para Guatemala? Yo creo que sí: comenzar desde cero. Aparente utopía. Imposibilidad, no.
De vuelta al entramado de nuestros políticos en activo, si ya tiene usted una clasificación para las especies reseñadas anteriormente, hágame saberlo.
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