En la página 15, del libro La razón de mi vida, de Eva Duarte de Perón, se lee: «Cuando un pibe me nombra “Evita” me siento madre de todos los pibes y de todos los débiles y humildes de mi tierra. Cuando un obrero me llama “Evita” me siento con gusto “compañera” de todos los hombres que trabajan en mi país y aún en el mundo entero».
Sí, Evita se sentía madre de los descamisados, compañera de los trabajadores y hermana de todas las mujeres de la humanidad. Amada por la población y aborrecida por la oligarquía, con su fascinante personalidad marcó un antes y un después en la historia contemporánea de Argentina y, a pesar de las sombras que acompañaron a sus luces, hizo del peronismo un movimiento político como pocos en América Latina.
Y desde entonces, se le ha tratado de imitar.
Traigo a colación aquellos entornos porque el recién pasado 10 de mayo se notició que Roxana Baldetti, vicepresidenta de Guatemala, declaró: “Me siento afortunada porque soy mamá postiza de 14 millones de guatemaltecos”. En principio, no di crédito a la noticia, luego, me avergoncé, sufrí vergüenza ajena. ¿Por qué razones?
En primer lugar porque, la RAE, de la palabra postizo dice: “1. Ad. Que no es natural ni propio, sino agregado, imitado, fingido o sobrepuesto. 2. Entre peluqueros, añadido o tejido de pelo que sirve para suplir la falta o escasez de este”. Dos sinónimos de postizo son “artificial” y “engañoso” y tres antónimos “legítimo”, “auténtico” y “verídico”. ¡Vaya pues!, encima de que doña Roxana quiere constituirse en madre ¿adoptiva?, o ¿impuesta? de guatemaltecas y guatemaltecos, se autodefine como no natural ni propia, sino agregada, imitada, fingida o sobrepuesta.
Evita Perón jamás habría usado semejante adjetivo, —postiza—, para definirse como madre adoptada de los argentinos.
Amolados estamos. A más del morrocotudo clavo que se tiró uno de sus hijos en El Vaticano ahora tenemos que aguantar otra pachotada digna de la República de Los Cocos en la película Su Excelencia, protagonizada por Cantinflas. La diplomacia de Dolaronia y Pepeslavia ha de estar carcajeándose a nuestras costillas.
En segundo lugar porque, si su intención fue equipararse a Evita Perón, lo único que logró fue una sarta de insultos en las redes sociales. Trapos de cucaracha innecesarios para el Estado y que debilitan el perfil de la Vicepresidencia de la República. Suficiente tuvimos con la denegatoria de un permiso de exportación con excepción por parte de Austria a la empresa Glock América, S.A., para la venta de tres mil pistolas a Guatemala. Austria, país responsable de la decisión, señaló en la negativa, entre otras razones, nuestras débiles estructuras estatales. A la sazón, por una improvisación, ¿es justo seguir debilitándolas? La respuesta es no. No, y no se vale.
Si doña Roxana quiso y/o quiere adoptar un tono maternal para nosotros, ciudadanas y ciudadanos guatemaltecos, bien vale que lea el numeral 288 de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, del Papa Francisco, Pontífice a quien recién visitó. El texto dice refiriéndose al estilo mariano de la actividad evangelizadora de la Iglesia (Mater ecclesiae): “Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes”. [Francisco, Carta enc. Evangelii Gaudium (24 noviembre 2013), 217 p.].
Dicho sea, ternura, humildad y cariño son virtudes omnipresentes en una buena madre.
Creo, es el turno de nuevos y muy letrados asesores de imagen y de discurso a nivel de la Presidencia y la Vicepresidencia de la República. Por respeto a la Nación, no se debe seguir improvisando con calcos ni con estereotipos inalcanzables.
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