El planteamiento central del documento papal se fundamenta en el paradigma de la interconexión de todas las cosas del universo, ya que este está hecho de extensas redes de relaciones interconectadas de las que nadie escapa. Queda claro que esa posición supera con creces la tradicional visión de ver lo ecológico como solamente ambiental, que en realidad está vinculado a un enfoque multidimensional en el cual las relaciones de poder terminan siendo el epicentro.
Hace más de una década leí un documento producido por Congcoop y Serjús que puso acento en la realidad y en las graves consecuencias de la producción de agrocombustibles, especialmente en la Franja Transversal del Norte, en la cuenca del río Polochic y en el sur de Petén, regiones donde se han concentrado la producción de palma africana y la de caña de azúcar. Los escenarios planteados se han quedado cortos, superados por una realidad que demuestra, una vez más, cómo la complacencia, la complicidad y el predominio de redes comunes entre gobiernos han hecho que esas regiones sean la expresión de la eterna contradicción del Estado guatemalteco: discrecionalidad y flexibilidad a la hora de favorecer tierras, condiciones, leyes, instituciones, y férreo control político y social cuando se trata de controlar poblaciones, manejar tensiones, generar conflictividad o matizarla (según convenga), manejar antojadizamente las relaciones laborales, movilizar fuerzas de seguridad para generar miedos y reprimir.
El principal desafío está, a propósito del paradigma de la interconexión, en no caer en la trampa de atomizar o reducir el asunto de los efectos negativos del modelo productivo que monopoliza la agroindustria guatemalteca a considerar, por ejemplo, que la contaminación del río La Pasión es una disfunción, un error. Lo que allí pasa ha sucedido por décadas en otras cuencas. Amplias zonas del Pacífico han sido contaminadas, se han desviado cuencas y se han desplazado comunidades, pero todo está bien cuando se trata de ser el cuarto productor de azúcar más eficiente del mundo o uno de los grandes en lo que a etanol se refiere. Toca, pues, interconectar esas múltiples relaciones y esos dramas para poner al desnudo que, así como hay un creciente interés ciudadano por desarmar estructuras criminales vinculadas a la corrupción, del mismo modo corresponde ponerle el dedo a otro tipo de estructuras, similares en su modos y enfoques, pero que transitan con total visibilidad al amparo de una legalidad parcializada y servil que, a diferencia de las mafias denunciadas en las última semanas, ha logrado aceitar lo suficiente a cuantos gobiernos, diputados y cortes se le atraviesen.
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