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En Morsi desconfiamos

Dicen que respetarán los derechos de los cristianos, pero terminarán imponiendo estrictos códigos de vestimenta, como en Irán, y prohibiendo el alcohol, destruyendo por lo tanto la industria turística egipcia
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En Morsi desconfiamos

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Muchos cristianos coptos de Egipto recibieron con inquietud, e incluso pánico, la llegada al gobierno hace tres meses de Mohammad Morsi, de la Hermandad Musulmana. Algunos hasta planearon abandonar el país. Pero esos temores parecen hoy infundados.

"Los coptos estaban mortificados cuando ganó Morsi. Era como si el cielo se les hubiera venido encima", dijo el editor en jefe del semanario copto Al-Watan, Youssef Sidhoum, experto en temas de esa comunidad. 

"Pero esos temores parecen haber sido exagerados. Desde que asumió la Presidencia, Morsi no ha hecho nada, por lo menos hasta ahora, para justificar ese alarmismo", añadió. 

Se calcula que la comunidad copta representa alrededor de 10 por ciento de los 91 millones de egipcios, y constituye la mayor concentración de cristianos en Medio Oriente. El resto de la población de este país es casi enteramente musulmana sunita. 

En un esfuerzo por llegar a la recelosa minoría cristiana, Morsi, poco después de asumir la Presidencia, se reunió con representantes de todas las iglesias del país. 

Frente a coptos, católicos y evangélicos, subrayó su intención de servir como "presidente de todos los egipcios", lema con el que intenta seducir a toda la población, por encima de las religiones y las orientaciones políticas. 

Sin embargo, esos pasos son vistos con escepticismo por algunos coptos, que ponen en duda la sinceridad del nuevo mandatario. 

"No confío en ellos", dijo Joseph, de 47 años, residente copto de El Cairo, en referencia a los representantes de la Hermandad Musulmana. 

"Las bellas palabras de Morsi para la comunidad cristiana son solo cosméticas. Sabemos que la Hermandad quiere islamizar la sociedad egipcia", sostuvo. 

"Dicen que respetarán los derechos de los cristianos, pero terminarán imponiendo estrictos códigos de vestimenta, como en Irán, y prohibiendo el alcohol, destruyendo por lo tanto la industria turística egipcia", añadió Joseph, quien ahora considera emigrar a Nueva Zelanda. 

Sin embargo, Sidhoum piensa que esa es una actitud alarmista. 

"Ya hemos tenido tres meses de Presidencia a cargo de la Hermandad, y hasta ahora no hay razones para temer por el bienestar de nuestra comunidad", señaló. 

"Tenemos que darle a Morsi una oportunidad, y ver qué hace antes de sacar conclusiones", añadió. 

En línea con sus promesas antes de las elecciones presidenciales de junio, en las que derrotó por estrecho margen a Ahmed Shafiq, exfuncionario del régimen de Hosni Mubarak (1981-2011), Morsi no emitió decretos que alteraran las normas sociales egipcias, referidas por ejemplo a vestimenta, consumo de alcohol o asuntos de moral. 

A comienzos de este mes, el gobierno de Morsi expresó su irritación cuando Holanda formalmente comenzó a aceptar solicitudes de asilo de cristianos coptos egipcios que denunciaban "persecución política". 

"No es aceptable, bajo ninguna circunstancia, que una parte extranjera intervenga" en los asuntos referidos a la relación entre musulmanes y cristianos egipcios, dijo en conferencia de prensa el 9 de este mes el portavoz del gobierno, Yasser Ali. 

"Este es un asunto completamente egipcio, en el que no podemos aceptar interferencia extranjera", insistió. 

El portavoz añadió: "La posición de la Presidencia es clara en este tema. Todos los egipcios tienen los mismos derechos y responsabilidades frente al Estado. La Presidencia no establece ninguna distinción entre egipcios, sean musulmanes o cristianos". 

Sin embargo, muchos cristianos coptos señalan los esporádicos estallidos de violencia sectaria desde la última revolución como prueba de que la situación se deteriora. 

En octubre pasado, cuando las Fuerzas Armadas estaban a cargo de un gobierno interino, decenas de manifestantes, la mayoría de ellos cristianos, murieron en enfrentamientos con militares en el distrito capitalino de Maspero. 

El incidente motivó manifestaciones coptas durante varios días, en las que se denunció persecución religiosa. 

Más recientemente, a inicios de agosto, multitudes de airados musulmanes en la ciudad de Dahshur, al sur de El Cairo, destruyeron varios comercios y hogares de cristianos coptos luego de que un joven islámico fuera asesinado en un barrio cristiano en el marco de una riña personal. 

La calma solo regresó luego de que se instaurara un "concejo de reconciliación", a través del cual las partes fueron compensadas. 

El gobierno de Morsi, frente a lo que fue su primer caso de violencia religiosa, lo calificó de "incidente aislado" y señaló que no era un reflejo de las relaciones entre musulmanes y cristianos. 

Sidhoum criticó este tipo de mecanismos tradicionales para afrontar la violencia sectaria, que bajo el régimen de Mubarak se convirtió en un fenómeno creciente. 

"Incidentes como esos siempre terminan en consejos de reconciliación y compensación para las víctimas cristianas, pero los perpetradores nunca son castigados", lamentó. 

Los concejos de reconciliación son el método tradicional por el cual se resuelven las disputas entre clanes y familias, especialmente en las regiones rurales o desérticas. 

Los jefes de familia y los líderes de las comunidades, junto a clérigos si la disputa tiene dimensiones religiosas, forman parte de esos concejos, en los cuales se negocia un acuerdo, generalmente implicando una compensación para la parte más afectada. 

Esos concejos funcionan por fuera de la supervisión del Estado, que en esos casos tiende a mantenerse al margen. 

Pero, según Sidhoum, este método anticuado de resolución de conflictos no sirve para frenar los enfrentamientos sectarios, ya que permite que los perpetradores sigan impunes. 

"Si se aplicara la ley a todos los que participaran de agresiones sectarias, musulmanes o cristianos, se podría restablecer el prestigio del Estado y garantizar la coexistencia", aseguró. "Se terminaría con el fenómeno del sectarismo de una vez por todas". 

Con él coincidió Mena Thabet, activista cristiana de derechos humanos especializada en temas coptos. 

"El régimen de Mubarak promovía activamente la división entre musulmanes y cristianos para sus propios intereses políticos", dijo a IPS. 

"Permitía que los problemas sectarios persistieran al no ejecutar la ley y no llevar a la justicia a los perpetradores. Si lo hubiera hecho, esos incidentes habrían sido mucho menos comunes", agregó. 

"Los problemas que históricamente sufren los cristianos egipcios serán resueltos cuando haya una Constitución que garantice la naturaleza democrática y civil del país", dijo por su parte Sidhoum. 

En tanto, Thabet apuntó: "Si la nueva Constitución garantiza una genuina igualdad para todos los egipcios, la orientación política del presidente, sea de la Hermandad, salafista (integrista musulmán) o lo que sea, será irrelevante. 

Se espera que la Asamblea Constituyente egipcia presente el borrador de una nueva carta magna en los próximos dos meses. El texto será luego sometido a un referendo.

*Esta nota se reproduce con la autorización de IPS. http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=101587

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