La desigualdad es el resultado de un modelo que, en vez de agotarse, se consolida con el blindaje político construido por centurias, cuyas bases, la corrupción, la impunidad y el racismo, han penetrado en segmentos sociales urbano-ladinos para justificar las condiciones que reproducen diversas inequidades: una enorme concentración de riqueza, de poder político, de privilegios y de conocimientos, segregación territorial y el ejercicio de prácticas discriminatorias.
Este sistema permite que los ricos se vuelvan más ricos y que los hijos de los pobres no puedan escapar de la pobreza. Este sistema, con una economía pequeña y privilegiada por el Estado, se asienta en el imaginario social como el modelo que todos debemos defender, aun con sus caudas de injusticia económica. Este modelo no piensa ni incluye en sus beneficios a los pueblos indígenas y mantiene vigente el racismo de la época de la invasión. Para ello se recurre a consolidar los prejuicios sobre el otro: el no ciudadano, el no productor, el no sujeto de las políticas económicas, el enemigo interno. Una joven líder indígena de Zunil describe en pocas palabras el prejuicio del sistema: «[Dicen] que soy india por utilizar mi indumentaria, que soy ignorante y [que] a mis superiores debo obedecer porque ellos me imponen qué debo y no debo hacer».
Este sistema es productor de migrantes porque sus remesas son más importantes que su vida y más rentables que la economía en su conjunto. Este sistema privilegia la concentración de la economía en el área metropolitana de la capital, resguardo y campo de acción de las élites financieras, productoras y políticas. Los municipios son marginados del desarrollo equitativo.
Un ejemplo claro es la actual iniciativa de ley de infraestructura vial, impulsada por diputados de clase media —servidumbre política— en beneficio de la clase alta hegemónica. Se pretende crear una todopoderosa superintendencia vial que concentre recursos públicos y privados, capital, impuestos, remesas y préstamos para la infraestructura sin que desaparezca el Ministerio de Comunicaciones ni la ineficiente Dirección General de Caminos, lo cual duplicará la burocracia y los gastos a costa de los impuestos. No se puede obviar que dichas entidades serán feudos de los poderosos constructores, cuya influencia en el Estado, por las buenas y por las malas, se orientará a la construcción de grandes proyectos en carreteras, del Anillo Metropolitano, de peajes, de puertos, etcétera, mientras a las municipalidades les queda la tarea de los caminos secundarios.
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En dicha iniciativa se consolida la desigualdad al normar la forma en que se distribuirá injustamente el impuesto a la gasolina y el diésel, tal como se demuestra en el siguiente cuadro, en el que se hace un ejercicio donde n es el monto del impuesto recaudado por la gasolina súper. En este ejemplo hipotético, n es igual a Q10,000.00 (lo mismo sucederá con la gasolina regular y con el diésel).
Distribución del impuesto de la gasolina (porcentaje) según la nueva iniciativa de ley de infraestructura
Cabe agregar que, en el caso del Transmetro capitalino, los contribuyentes de los municipios aportamos también para el apoyo que el Gobierno le da a ese transporte, que ronda los 100 millones de quetzales anuales. Mientras tanto, el transporte urbano de la provincia (donde hay) está sin subsidio y agonizando en la precariedad.
Por lo tanto, a lo largo de la historia de Guatemala, a pesar de las distintas iniciativas emanadas desde el poder económico y político, el modelo de desarrollo no ha logrado reducir ni la pobreza ni la desigualdad ni el centralismo político y administrativo ni la injusta distribución de la riqueza. Tampoco ha dado dignidad y buen vivir a la mayoría. Lo único que garantiza ese modelo es que los que pueden invertir en grande y aprovechar su articulación al poder para garantizar su inversión a través de privilegios legales y no legales son los integrantes de la rancia estirpe colonizadora que allá por 1524 hizo del país su finca por los siglos de los siglos. Por eso en esas condiciones no sirven las inversiones.
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