Hoy vi rostros sonrientes, cientos de jóvenes desfilando, hombres y mujeres cargados de sueños, con la esperanza que al graduarse podrán gozar de mejores oportunidades de trabajo y con ello mejores opciones de vida.
Esta fecha cobra mayor realce por el proceso electoral en el que nos encontramos, y nos hace reflexionar sobre qué país hemos construido a lo largo de estos 190 años de independencia. Considero que es importante dar una mirada al pasado con ojos críticos y autocríticos, sin posiciones radicales, para que podamos aprender del pasado y empezar a construir el presente y futuro con otros parámetros. Tuvimos la oportunidad cuando firmamos la Paz y la dejamos ir, porque para muchos fue solo un acto necesario para lograr un cese al fuego y desmovilizar a aquellos que durante décadas trataron de romper con el statu quo, y por otro lado una sociedad apática, indiferente, que no supo asumir el reto de poner los cimientos para hacer de Guatemala algo diferente.
Hace 190 años nuestros antepasados tuvieron en sus manos la posibilidad de corregir errores, de hacer justicia, de haberle dado otro rostro a nuestra Guatemala; prefirieron continuar con la explotación, el racismo, la discriminación, la exclusión, la opresión, hacia un pueblo que a lo largo de la historia únicamente ha luchado por sus derechos fundamentales, a esos derechos irrenunciables que tenemos solo por el hecho de ser humanos. Prevalecieron los intereses de unos pocos, y eso trajo consigo dictaduras, golpes de Estado, persecución y muerte. Con la Firma de la Paz se da lo mismo, un sector se sobrepone al resto de la sociedad y hoy tenemos una Guatemala convulsionada por la inseguridad, la violencia, la impunidad y la corrupción.
Y como ha sido a lo largo de nuestra historia, siempre hay en medio de la oscuridad, esfuerzos de la sociedad civil organizada por avanzar, y hay avances, aunque pasen desapercibidos a simple vista. Guatemala ha cambiado, estamos aprendiendo a romper el silencio, a denunciar lo que está mal, y con ello se van perdiendo cuotas de poder, y se va haciendo cada vez más difícil comprar voluntades, corromper institucionalidad, y es que como sociedad no estamos dispuestos a permitir que todo siga igual.
Los niños, niñas y jóvenes de Guatemala necesitan que los adultos empecemos a ver más allá de nuestros intereses de sector o grupo, o en base a nuestras ideologías. Debemos superarnos a nosotros mismos y empezar a tener una visión de nación y en base a ello buscar los consensos. No es con campañas negras o con acciones al margen de la ley o descalificaciones, que vamos a lograr transformaciones; es con propuestas, con acciones concretas. Y hago referencia a esto porque estamos en medio de un proceso electoral donde, en una primera vuelta, elegimos autoridades locales y nuestros representantes ante el Congreso de la República, y se definieron las candidaturas que van a segunda vuelta para elegir al presidente y vicepresidente.
Sin lugar a dudas, este 11 de septiembre acudimos con fervor patrio a las urnas, dejamos atrás el ausentismo. Hay que saber interpretar esa afluencia de la población, no fue solo una afinidad partidaria, sino se acudió en busca de solución a los problemas que hoy por hoy enfrentamos; se llegó a las urnas a depositar el voto con confianza y esperanza de que las cosas van a cambiar. Por ello, las personas electas tienen desde ya un compromiso, y quienes los elegimos también, no podemos continuar repitiendo la historia de equivocarnos una vez, otra vez, indefinidamente.
El 6 de noviembre debemos acudir de igual forma a dar nuestro voto. En el transcurso de estas semanas debemos informarnos, conocer mejor a los candidatos, a sus equipos de trabajo, y profundizar en sus propuestas. Hay que estar atentos también a lo que hacen en el Congreso, es más, dar una vista atrás y ver más allá de las interpelaciones, y denuncias, en lo concreto qué aportaron a Guatemala, cuántas leyes, qué leyes, qué impacto social tuvieron. Recordemos que la mejor carta de presentación es el trabajo realizado., la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
No hay que perderse en campañas negras, más cuando es contra las mujeres, y todavía más preocupante aún cuando son las mujeres quienes las impulsan. Toda mujer, independientemente del partido al que pertenezca, de su ideología, merece nuestro respeto: no es fácil participar en la vida política en nuestro país, y peor si se es mujer. Nos ha llevado décadas lograr una mayor participación política, y que las mujeres participen en la contienda electoral. Podemos tener desacuerdos, podemos no compartir sus planteamientos, su ideología y hasta no gustarnos su forma de ser, pero partamos de una crítica constructiva, respetuosa. Sea cual sea el resultado, debemos respetarlo siempre que no se hayan dado acciones al margen de la ley, y si se dan existen los instrumentos legales para solventarlas.
Es una realidad que en el próximo periodo de gobierno, una mujer ocupará la vicepresidencia de nuestro país, y no por el hecho de ser mujer, sino por su trayectoria y capacidad. Poco a poco se han logrado crear las condiciones para ello, este es un gran avance como sociedad, y un gran reto para las licenciadas Raquel Blandón y Roxana Baldetti: una de las dos será la primera mujer vicepresidenta de Guatemala. Y si estamos dando este primer paso, ¿no será momento de dejar atrás el racismo, la discriminación, la exclusión, y empezar a construir una Guatemala incluyente, en donde todos nos sintamos bien? Construyamos un presente y un futuro de oportunidades a nuestra niñez y juventud, para que su sonrisa de hoy no se apague.
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