Mas, personas como el bachiller Alejandro Sinibaldi y la vicepresidenta Roxana Baldetti, cuya tarjeta de presentación parece ser la escasez de juicio y la insolencia, ignoran que la libertad del ser humano es un componente esencial de su ser, que da significado a su existencia y, trastocarlo, implica ponerse en ruta de colisión con ese ser al que se ha tratado de convertir en masa ignota y deforme.
La sanción que impuso el TSE al Partido Patriota por haber hecho campaña anticipada, a más de risible, no revertirá la animadversión de las personas acarreadas. Ténganlo por seguro: Ya son votos en contra. Así las cosas, el jueguito de castigar con seis meses de suspensión al partido de marras y las acciones de amparo presentadas por sus leguleyos en la CSJ y en una sala de Apelaciones del ramo civil, queda relegado a un segundo plano en el contexto por venir de las próximas elecciones generales. No pasará de ser un acto más de circo donde payasos de tercera categoría se patearán el trasero arrancando risas a la honorable concurrencia.
Más allá de haber cometido semejante estupidez: La de nominar precandidato y en un acto reñido con la ley, cualquiera que tenga dos dedos de frente se pregunta: ¿de dónde jocotes sacaron semejante idea? Y la respuesta no es tan cómica como las patadas que se darán los payasos en los próximos días porque, los pensantes, los que manejan a los payasos, están enclavados en el estereotipo que tienen del ciudadano y la ciudadana del interior de la República: Una masa de conquista que no tiene libertad de elección.
Pero esta vez, mal pensaron y mal actuaron. En realidad, quienes están presos en ese estereotipo son ellos porque, la población maya descendiente, clase media y mestiza empobrecida, a pesar de los aporreos que sufre en su diario vivir, cada día tiene más identidad. Y su yo está integrado al pueblo. No es un yo como el de los titiriteros: egoísta y sin un centímetro más allá de su torcida nariz.
Desde el día en que el Patriota dejó la Plaza de la Constitución hecha una cochiquera, me he dado a la tarea de preguntar a personas —a quienes conozco y fueron llevadas bajo conminación—, acerca de su estado de ánimo y voluntad en cuanto asistir al circo naranja. Ni una sola ha mostrado gozo. Por eso insisto: Ténganlo por seguro, ya lograron millares de votos en contra. Tocaron al yo de la persona y al nosotros del pueblo.
Inconcebible parece ahora el rasgar de vestiduras que se traen en cuanto que, al suspenderlos por seis meses, violaron sus derechos. ¡Vaya falta de cordura y vergüenza! Pero se entiende: Esa falta de bonhomía está signada por la esencia de ellos: Políticos de pacotilla a quienes la ética les viene guango.
Es indudable, si queremos rescatar a Guatemala de la sima en que se encuentra, debemos inmiscuirnos todos, absolutamente todos, en un compromiso político: Liberarla de semejantes espantajos. Aunque sea única y exclusivamente con el voto. Miles, a quienes vistieron de naranja, indefectiblemente lo harán.
"A la gente la empobrecen para que luego voten por quienes los hundieron en la pobreza" dijo recientemente el papa Francisco. Y es cierto, mas, también lo es el refrán: “No hay mal que dure cien años ni enfermo que los aguante”.
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