Si alguien nos hubiese dicho hace una década que eso sucedería muy pronto, lo hubiésemos calificado de iluso y de desconocer el arraigo popular de esos partidos.
Obviamente el punto de inflexión lo marcó el golpe de Estado de 2009 y la agrupación de los sectores más conservadores que se benefician del statu quo en que se mantiene al país, con una marcada exclusión social que se manifiesta en dos terceras partes de la población en pobreza, más de un millón desempleados y un millón de emigrantes.
Aunque las elecciones se realizaron en orden y tranquilidad, las irregularidades e inconsistencias denunciadas por diferentes partidos políticos ascienden a montos que arrojan serias dudas de la transparencia electoral pregonada por los miembros del Tribunal Supremo Electoral. Son los mismos que en el 2009 declararon que eran las elecciones más votadas en la historia de Honduras, pese a que todo mundo sabía que inflaron proporcionalmente los votos de los partidos para que así pareciese. Partidos que en ese año alcanzaron 45 mil votos, ahora no llegaron ni a 5 mil.
Fue una campaña totalmente asimétrica: por una parte, los dineros de los contribuyentes han sido utilizados para potenciar la candidatura oficial, con el silencio cómplice de muchos sectores. El derroche de recursos mostrado por el partido en el gobierno fue impresionante. Por otra, el cerco mediático observado durante el golpe de Estado se volvió a repetir, esta vez con mucho mayor alcance. Las actividades del que resultó una fuerza política inmensa fueron conscientemente desconocidas, o en el mejor de los casos, relegadas a un quinto o sexto plano.
Pese a todo esto, Libre alcanzó una rotunda victoria. Gana una bancada sólida de 38 o 39 diputados que deberá responder a las expectativas del pueblo hondureño haciendo oposición y denunciando las arbitrariedades que allí se cometen en contra de las mayorías. Ése es el camino hacia una consolidación de un partido de extracción popular.
El partido Nacional, en cambio, pierde más de 20 diputados en el Congreso y tendrá una vigilancia más estricta sobre el Ejecutivo. Es por ello que diciembre se presenta como un mes de alto riesgo para la población hondureña. La aprobación de medidas impopulares en el Congreso actual, por parte de la mayoría mecánica nacionalista, es bastante probable. Ahora el pueblo pagará todo el derroche del aumento del déficit fiscal para alcanzar el poder a toda costa.
Otro partido ganador es el Partido Anticorrupción (PAC), quien con una figura popular como Salvador Nasralla, logró capitalizar un buen número de votos, con el reclamo de que muchos de los votos verdaderos le fueron quitados. El PAC tendrá que mostrar en el Congreso también que es un factor de cambio dentro de la sociedad hondureña y de eso dependerá su futuro político.
En verdadero perdedor de las elecciones es el partido Liberal que después de ser el partido mayoritario en Honduras ha pasado al tercer lugar. La dirigencia conservadora no entendió que la base liberal nunca le perdonaría el haber apoyado un golpe militar en contra de un presidente liberal y ahora están cosechando lo sembrado. Pero tienen una oportunidad de reivindicarse si adoptan una posición progresista en el Congreso, se convierten en un verdadero partido de oposición y terminan con la alianza con el partido Nacional que han sostenido en los últimos cuatro años. De lo contrario, se quedarán con un número reducido de seguidores y con una dirigencia igualmente conservadora que el partido de gobierno.
Los dirigentes y seguidores de Libre pueden en algún momento sentir que no alcanzaron el objetivo principal que era llegar al poder, pero la forma en que se desarrolló la campaña más las acciones poco transparentes del TSE, Libre ha obtenido una excelente posición en el panorama político nacional. Lo que queda ahora es consolidar esas posiciones y representar dignamente al pueblo que ha confiando en su propuesta política. No hay lugar para desánimo, la lucha continúa.
* Hugo Noé Pino es un reconocido economista hondureño. Fue presidente del Banco Central, Ministro de Hacienda y diplomático de su país, así como director del ICEFI en Ciudad de Guatemala.
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