En estos dos meses entre su victoria en segunda vuelta y la toma de posesión ha realizado dos decisiones trascendentales. Colocó la Reforma Fiscal como primera prioridad y respaldó a la Fiscal General frente a los embates de algunos exmilitares y conservadores radicales.
Y empezó a administrar el poder con tino, deudas y un traspié. Pérez acertó con el exmilitar Mauricio López Bonilla para Gobernación y el técnico progresista Pavel Centeno (del PP) para Finanzas, las dos carteras más importantes en el nuevo ejecutivo.
Puso a un exmilitar (Juan de Dios Rodríguez López) como secretario privado, desplazando al principal financista que había ocupado el puesto en los últimos tres gobiernos; está por verse si se equivoca y pone a un exmilitar en la SIE, y si pone a otro en la SAAS. Colocó a un coronel (Anzueto) en Defensa, contradiciendo sus críticas sobre saltarse jerarquías, intuyo que para dar un somatón de mesa entre uniformados.
Hacen falta Sepaz y Copredeh y veremos su visión sobre la protección de derechos humanos desde el Gobierno.
Colocó a técnicas centristas en Desarrollo Social (Lucy Lainfiesta) y Educación (Cynthia del Águila) e hizo un gran fichaje al lograr al progresista Fernando Carrera en Segeplan para ayudar con la reforma fiscal. Logró que el exvicepresidente Stein, de muchos quilates, coordinara la transición. Y colocó al capaz Luis Monterroso al frente de la SESAN.
Pagó las deudas de campaña colocando a empresarios en Comunicaciones (Sinibaldi, del PP), Energía (Archila, de Emisoras Unidas-Canal Antigua), Salud (Arredondo) y Economía (Sergio de la Torre, operador del más alto nivel de la élite). Probablemente también responden al gremio los de Ambiente y Agricultura.
Y he aquí su gran traspié: el ultraconservador Harold Caballeros como canciller, quien representa al G-8. Resulta ser menos visionario de lo que se ufanaba el expresidenciable alumni de la conservadora y prestigiosa escuela Fletcher y pastor (o expastor) neopentecostal. Que su primera medida sea contratar a recalcitrantes fascistas como Otto Reich (del escándalo Irán-Contras) como cabilderos en Washington, o enfocar todas sus energías para complacer a los radicales republicanos no sólo es colonial y errado, sino miope.
Por si no sabía el futuro canciller Caballeros, la Casa Blanca y el Departamento de Estado tienen inquilinos demócratas con posibilidades de reelegirse. Y Guatemala empezará un bienio en el Consejo de Seguridad, gracias a don Gert Rosenthal, no en representación de Israel y Estados Unidos o la visión radical neopentecostal, sino en representación de la progresista, moderada y pro-Palestina América Latina, hacia donde deberíamos dirigir miradas, igual que hacia China y Asia. Ojalá espabilen en política exterior el canciller Caballeros y el presidente electo Pérez Molina.
PS. Mis solidaridades con Marielos Monzón, Iduvina Hernández, Carlos Barreda y los demás acusados de crímenes “de la guerrilla” que supuestamente cometieron cuando no habían nacido o eran niños, como sucedió con tantos niños y bebés sentenciados en el Altiplano en la estrategia contrainsurgente.
www.MartinRodriguezPellecer.com. Publicado en elPeriódico el 20 de diciembre de 2011.
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