Siempre que estoy fuera, intento visualizar la dinámica del país que me recibe, intentando establecer parámetros de comparación para entender la realidad de mi tierra. Descubrí al menos, dos grandes diferencias en el ámbito universitario: una conciencia de que las ciencias sociales están en crisis, por lo que las autoridades están embarcadas en varios proyectos para fortalecer las capacidades de investigación que eleven el perfil de los institutos de investigación y las universidades del país, y una conciencia unidad nacional, de manera que las universidades participantes se involucran en varios proyectos en común.
La ventaja sustancial en este caso es que el país al que me refiero tiene varias universidades públicas, que varían en dinamismo y tamaño, pero que tienen la ventaja que reciben fondos no condicionados para la investigación y el desarrollo profesional de los docentes; Guatemala, al contar con una sola y compleja universidad estatal, los procesos de cambio y mejoramiento son o muy lentos, o muy desiguales, por lo quela USACes un gran elefante blanco, imposible de movilizar.
Me llamo la atención en particular el segundo aspecto, el fervor patrio y la identidad nacional que los impulsan a articular acciones. ¿Qué misterioso sortilegio hace que seamos incapaces de unir fuerzas en torno a un ideal común? Muchas realidades en Guatemala tendrían que cambiar, pero la incapacidad de ponernos de acuerdo hace que nos enfrentemos en estériles luchas de poder, en incontables discusiones irreverentes en las que es más importante “mentarle” la madre al oponente o denigrarlo con epítetos y palabras soeces o vulgares, que realmente es imposible encontrar puntos de encuentro y acción conjuntas.
Para ilustrar esta incapacidad, un ejemplo de mi propia realidad: estudie sociología en la Universidadde San Carlos, carrera que en ese entonces, estaba adscrita a la Facultadde Derecho. Resultado: cuando me gradué, me tuve que inscribir en el Colegio Profesional de Abogados, que me cobra todas las cuotas y congresos internacionales que celebran, pero no me da absolutamente ningún beneficio o apoyo específico, ya que a uno lo tratan en dicho colegio profesional como una auténtica paria. Tan mala suerte es compartida por los profesionales de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.
Ante tan absurda realidad, es lógico que exista un movimiento de los científicos sociales afectados, por construir un Colegio Profesional propio e impulsar, de igual manera, una facultad de Ciencias Sociales enla Universidadestatal. Pero cada vez que alguien quiere convocar a un proceso para lograr la independencia, el resto de profesionales se sienten amenazados, porque identifican intenciones electorales o políticas en tales intentos. El signo de la división, por tanto, es más fuerte que el de los intereses en común.
Guatemala es un país que podría ser próspero; grande entre los grandes, porque tenemos prácticamente todo para triunfar: un suelo fértil, unas condiciones de clima que muchos países envidian, una dotación de recursos naturales inmejorables, y una población acostumbrada a la innovación y a la adversidad; lamentablemente, todas estas condiciones se aprovechan para mal, y el “ingenio” chapín se usa frecuentemente para “verle la cara” al ingenuo.
No tengo la receta para alcanzar la unidad nacional; ciertamente eso trasciende mi capacidad. Pero sigo insistiendo cada vez que puedo, que ese es uno de los factores que nos condena día a día, al fracaso recurrente de todo lo que nos proponemos realizar.
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