Hay un término que se utiliza para designar estos lugares en la literatura migratoria: lugares de “acogida”. Lo cierto es que en la mayoría de los casos “acogida” no tiene mucho, sobre todo en algunos estados gringos en donde lo que menos son, es hospitalarios con los y las migrantes. Sin embargo, hay muchas cosas positivas de la migración. También hay grandes redes familiares y comunitarias, y hasta humanitarias pro inmigrantes en donde también hay gringos buenos (me consta, he conocido varios), y entre todos aportan a la inserción y al respeto de los migrantes en esos lugares. Varios se benefician de ello tanto en el destino como en el origen.
Muchas veces, más que la sociedad, o mejor dicho producto de ella, las políticas y legislaciones de los países de destino restringen en gran medida la libertad de los migrantes. Estas políticas son muchas veces xenófobas y representan fuertes barreras para que las personas se desempeñen libremente. Por ello, cabe preguntarse ¿por qué ahora sí hay reforma migratoria? Cuando durante años se ha luchado porque les permitan vivir y movilizarse en libertad a aquéllos que siguiendo un sueño emprenden camino y encuentran o luchan por oportunidades...
Las respuestas no son obvias y tienen tanto qué ver con los movimientos de inmigrantes que desde hace años presionan por sus derechos (el movimiento latino ha tomado gran importancia política en aquel país); con la presión demográfica porque cada vez son más una minoría mayoritaria (valga la contradicción) con mucho peso electoral (para muestra la segunda elección de Obama); con la necesidad de reactivación económica de Estados Unidos, que al incorporar a estas personas podría generar un nuevo mercado formal y dinamizar actividades de servicios que representan más del 50% del PIB estadounidense; etc.
Pero además, porque es bastante obvio que la negociación entre demócratas y republicanos, para llegar a consensos en la reforma migratoria, ha sido extremar la seguridad en la frontera sur EEUU/Mx. Me explico. Esta negociación es quizá lo más importante para el país como país de origen de migrantes. Y ojo, que el origen, sigue vigente: es decir, no “fuimos” país de origen de los 1.2 millones de guatemaltecos que viven en Estados Unidos… “somos” un país de origen de migrantes, donde según los últimos datos existentes, salían en 2010 aproximadamente 14 personas con rumbo al norte diariamente.
¿Qué quiere decir esto? Que al permitirles la estadía a una buena parte de esos inmigrantes que ya están en el norte (ojo que habrá aún muchos deportados), no se nos resuelve el problema de carencias y exclusiones socioeconómicas en nuestro territorio. Y no se solventa porque el país aún no crea las condiciones de desarrollo para que los migrantes económicos dejen de salir, a pesar de los múltiples riesgos y de los altos costos que ello representa.
Quiero salir al paso de aquellas personas que desde el concepto de soberanía defenderán el derecho que tiene un Estado a definir sus fronteras y a cerrarlas. El asunto no es ése necesariamente. El punto es que como país de origen y tránsito de migrantes, no podemos hacer de oídos sordos a la realidad que enfrentamos constantemente en nuestro territorio. De todos es sabido que el riesgo en la ruta migratoria por México ha incrementado exponencialmente en los últimos años…
Sólo en territorio nacional a pesar del alto subregistro, hay 400 denuncias de migrantes guatemaltecos desaparecidos en la ruta migratoria. Hay además fuertes sospechas de que en Guatemala también desaparecen cientos de migrantes centroamericanos. En un recorrido por la ruta migratoria el año pasado, MENAMIG documentó testimonios sobre la existencia de al menos 25 osamentas de centroamericanos sólo en El Naranjo, Petén.
Las organizaciones promigrantes en la región y la Procuraduría de Derechos Humanos o sus homólogas, llevan un buen recuento del número de migrantes desaparecidos, y de los vejámenes a los que son expuestos. Esto no sucede en algún lugar muy lejano, sucede aquí… frente a nuestras casas y oficinas. Hace poco me enteré por trabajo del caso de una transmigrante que estuvo retenida por varios meses, en condiciones infrahumanas, junto a otros, incluso niños. Ellos estaban secuestrados. A muchas familias les era exigido el pago de rescate para liberarlos. Otros eran simplemente utilizados sexualmente. Muchas mujeres eran violadas y otras intercambiadas o vendidas como mercancía (Trata de Personas), como pago por deudas del coyote o pollero. El daño psicológico que quedó en esa mujer, que hoy traslada a sus hijos debe ser inmenso…
Es probable que las mafias que se benefician del paso migratorio se corran hacia el sur con la militarización de las fronteras en el norte. La frontera nuestra es más porosa, más fácil de traspasar. Éste es un problema de seguridad. Pero de seguridad enfocada en la protección de las personas… esos migrantes que se juegan la vida por llegar a tener el sueño americano, que además, el sistema les vende.
En el mundo transnacional de hoy no es posible contener la migración. Las redes de las que hablaba al principio son evidencia de ello. Lo que será posible es incrementar sus riesgos para los y las más vulnerables. Por lo tanto, nuestro país necesita urgentemente articular sus políticas para promover el desarrollo de las personas y las comunidades, de manera que cada vez más la migración sea un verdadera opción de vida y no una expulsión por supervivencia.
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