Esta era una idea que estaba culturalmente tan arraigada, que las mujeres que experimentaban orgasmos solían ir al médico para tratarse de lo que consideraban un desorden grave y vergonzoso, que entonces se conocía como “histeria femenina”, que a su vez era la causante de que “sufrieran” de recurrentes episodios de Paroxismo, que era un término médico asexualizado para referirse a lo actualmente conocemos como “orgasmo”.
Afortunadamente, los tiempos han cambiado, y en las culturas occidentalizadas ya es cultural y científicamente aceptado que las mujeres también somos seres sexuales y sensuales capaces de sentir placer y de experimentar orgasmos... A pesar de que la lujuria sigue siendo considerada un “pecado” para las religiones dominantes, y que las mujeres que disfrutan del sexo siguen siendo tachadas de “putas” en culturas altamente machistas.
Se conoce como “orgasmo” a lo que ocurre en el cuerpo durante el clímax sexual, y no fue sino hasta hace pocas décadas que científicos y médicos interesados en el tema comenzaron a tratar de darle un sentido biológico y evolutivo a este acto culminante del placer sexual. Para ello, han hecho uso de lo último en tecnología médica, desde ultrasonidos pélvicos hasta resonancias magnéticas que muestran en imágenes de alta resolución lo que ocurre a nivel fisiológico a lo largo de todo el acto sexual, desde la excitación, hasta el orgasmo.
En los hombres, tanto la excitación como la manifestación del orgasmo son bastante obvias, mientras que en las mujeres, no lo son. La excitación de las mujeres depente de una combinación de estímulos psicológicos y fisiológicos que involucran tanto a los genitales y las zonas erógenas, como a diversas partes del cerebro, e incluso a lo más profundo de la psique femenina.
A nivel genital, las mujeres presentan un tejido eréctil excitatorio llamado clítoris, que tiene el mismo origen embrionario que el glande del pene de los hombres. El clítoris no solo se trata de ese pequeño botón externo que se asoma por debajo de esa capuchita protectora que forman los labios menores. Ese pequeño botón, es solo la punta del iceberg. De hecho, la mayor parte del clítoris se encuentra adentro del cuerpo, y se trata de una estructura relativamente grande y compleja, compuesta por dos flancos de tejido eréctil que se extienden para envolver a la vagina desde adentro. Podría decirse que tiene más o menos la forma de una Y invertida.
Durante la excitación, el ritmo cardíaco aumenta, la respiración se hace más rápida, los músculos se tensan, las pupilas se dilatan, la piel suda, los vellos se erizan, el clítoris se llena de sangre (al igual que las paredes vaginales), el cérvix se eleva, y la vagina se expande y se lubrica para ofrecerle un húmedo, cálido y suave recibimiento al invitado de honor. Durante la penetración, el clítoris lleno de sangre es fuertemente estimulado mientras el pene erecto se mueve adentro de la vagina. Durante el orgasmo, una región cerebral llamada hipotálamo libera grandes cantidades de oxitocina, provocando la eyaculación en los hombres, y produciendo repetitivas contracciones vaginales cada 0.8 segundos, durante 20 segundos de placer intenso en las mujeres. Eso es más del doble de lo que dura un orgasmo masculino promedio de 8 segundos... Y eso, sin tomar en cuenta que algunas mujeres privilegiadas son capaces de tener orgasmos múltiples.
Los científicos pueden darse una buena idea de lo que ocurre a nivel cerebral durante el orgasmo, haciendo uso de resonancias magnéticas. La excitación se manifiesta en una fuerte actividad en la corteza somatosensorial, que es donde procesamos la estimulación genital. Al comienzo del clímax, se activa el hipocampo, que es donde se originan las emociones y se almacenan los recuerdos. La temperatura cerebral sube, y cuando el orgasmo por fin ocurre, sucede una “explosión” de actividad neuronal en la que más de 30 áreas distintas del cerebro presentan una fuerte actividad electroquímica. Las áreas motrices, como el cerebelo, incrementan su actividad mientras los músculos se tensan, y el “centro del placer y la adicción” del cerebro (el núcleo accumbens) se activa. Corteza, cerebelo, hipotálamo y tallo cerebral se activan en secuencias diferentes en cada mujer, pero todas se activan en algún momento durante el orgasmo. Ninguna otra actividad humana parece activar simultáneamente a tantas áreas distintas del cerebro.
Los hombres requieren del orgasmo para liberar su material genético, mientras que las mujeres no. Nosotras no controlamos la salida y viabilidad de nuestros óvulos, y tampoco necesitamos tener un orgasmo (o varios) para quedar embarazadas. Entonces ¿por qué las mujeres tenemos orgasmos?
Algunos investigadores postulan que el orgasmo femenino podría tener un efecto sutil, pero importante en favor de la fecundación. Existe evidencia de que las contracciones uterinas y vaginales que ocurren durante el orgasmo, producen un efecto de succión que impulsa al semen desde la vagina hacia el interior del útero, lo cual vendría a ser como una “ayuda extra” para que los espermatozoides puedan llegar más rápidamente hacia donde se encuentra un óvulo fértil.
Pero lo anterior no parece explicar porqué las mujeres somos capaces de tener orgasmos en cualquier momento, independientemente de que estemos ovulando. Otros investigadores postulan que la función principal del orgasmo femenino no es facilitar la fecundación, sino indicar a las mujeres cuáles hombres son más compatibles con ellas, y que por tanto podrían ser mejores padres para sus hijos. Es un hecho que los orgasmos refuerzan los vínculos afectivos entre las parejas, y que también suelen ser más intensos y frecuentes en mujeres que se encuentran apasionadamente enamoradas. Esto podría favorecer la formación de parejas estables, lo cual es beneficioso para las crías.
Aunque las hipótesis anteriores parecen tener mucho sentido, tampoco explican porqué muchas mujeres pueden tener orgasmos sin estar enamoradas, e incluso sin necesidad de tener una pareja. Las mujeres podemos alcanzar orgasmos mediante la masturbación, y algunas pocas, incluso sin tan siquiera tocarse. Por increíble que parezca, muchas mujeres pueden tener orgasmos con tan solo pensarlo, sin necesidad de estímulación física. Estas mujeres conocen muy bien su propio cuerpo, y ejercen tal control sobre su mente, que constituyen la excepción a cualquier teoría conocida sobre la función y evolución de sus orgasmos.
En conclusión, aunque durante el orgasmo femenino intervienen el sistema respiratorio, el corazón, el clítoris, glándulas, uretra y músculos de la pared vaginal para generar placer desde el interior de la vagina; es importante que sepamos que el principal órgano sexual de las mujeres es algo que se origina en el cerebro: la mente.
Los orgasmos incrementan la llegada de oxígeno y nutrientes al cerebro, además de que dejan una agradable de sensación de bienestar que nos pone de buen humor. Así es que, en nombre de su felicidad y la de los demás, ya sabe lo que le voy a recomendar que vaya a hacer, lo antes posible... ¡La pura gozadera!
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