El indómito pueblo del norte del país, hijo de Chól winq –el antepasado jamás conquistado–, ha derramado su sangre en defensa del territorio una y otra vez. Memorable es la lucha de Adelina Caal Maquín, “Mamá Maquín”, al frente de su comunidad en el área de Panzós, asesinada por el ejército el 29 de mayo de 1978. Como memorable es hoy la lucha de las comunidades en la zona del Polochic, en Raxuhá, Chisec, Monte Olivo y otros, por defender su tierra porque con ello defienden su vida.
En un violento operativo cuyo objetivo fracasó, el Ministerio de Gobernación pretendió matar varios pájaros de un tiro para ocupar el territorio q'eqchi', tal y como explica el artículo de Gustavo Illescas del Centro de Medios Independientes de Guatemala (Cmiguate). El artículo destaca el rosario de apellidos beneficiados con el control territorial para asegurarse vía libre para las hidroeléctricas, el cultivo de palma africana, la explotación minera y la siembra de caña. Desde Torrebiarte-Lantzendorffer, pasando por Berger-Witman, López-Roesch, Bosch-Gutiérrez, Maegli Müeller, Bolaños Valle-Arriola Fuxet, Campollo-Codina, hasta el grupo Pellás de Nicaragua, suenan como empresarios protegidos y beneficiados con la acción represiva del gobierno guatemalteco.
Estos grupos familiares, asentados en el área a costa de la expulsión de las comunidades, unos hace más de un siglo y otros recientemente, son los directamente favorecidos con el uso de la acción brutal de las fuerzas de seguridad. Los servicios de inteligencia militar y policial, los vehículos, las armas y los elementos operativos, funcionan cual alfiles de quienes, durante tres días, se desplazaron a lo largo de la Franja Transversal del Norte (FTN) para desarticular el movimiento de resistencia. Un movimiento legítimo que busca defender el territorio que les es arrebatado para imponer industrias de explotación irracional de los recursos.
A semejanza de la acción militar en la FTN en los años setenta y ochenta, ahora Policía Nacional Civil (PNC) y Ejército que ya ocupa buena parte de la zona, intentan ser el enclave represivo que facilite la operación ambiciosa de las empresas familiares. Al igual que en 1978 para la masacre de Panzós, cuando con engaño convocaron a la comunidad para asesinarla, ahora juraron que iban a “desalojar” una comunidad con orden judicial pero allanaron viviendas en otra.
Al mejor estilo de las operaciones de tierra arrasada, perpetradas durante el genocidio contrainsurgente, la violencia desquiciada de los operativos conllevó incluso la quema de los cortes de las mujeres. Un símbolo de misoginia y racismo total, que evidencia el desprecio por la vida y las mujeres q'eqchi'es. Expresión viva de aj ral ch’och’, hijos de la tierra, que evidencian la razón de lucha de un pueblo que hoy requiere de la solidaridad y el acompañamiento en la defensa de su vida que también es la nuestra.
PD. Sirvan estas líneas para enviar un mensaje de solidaridad y apoyo total a la digna y valiente Marielos Monzón, agredida, y con ella todas las mujeres que escribimos, por el misógino innombrable que le teme a la palabra femenina. Plumas mercenarias como la de este infame, racista y facho, son las que alimentan el discurso del odio que sirve a intereses mezquinos de exclusión. Bien haría el susodicho enmendar sus pasos y enfocarse en busca de una nueva masculinidad no misógina y no racista. Sus hijas, si las tiene, se lo agradecerán.
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