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El cura que espanta coyotes y dice adiós a los que cruzan el río

Las mismas políticas de Estados Unidos han creado, fomentado y enriquecido el tráfico de personas.
A los migrantes en el fondo es lo económico lo que les mueve: a la violencia ya se acostumbraron.
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El cura que espanta coyotes y dice adiós a los que cruzan el río

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“Esto es un delito, esto que estamos haciendo, porque ayudamos a indocumentados”, dice el sacerdote Ademar Barilli con cierto orgullo. Lleva 18 años dedicado a dar refugio a los migrantes centroamericanos que se detienen a tomar fuerzas antes de cruzar el Suchiate, el río que separa San Marcos de Chiapas, Guatemala de México. Desde la Casa del Migrante en Tecún Umán, ve pasar la historia del fenómeno migratorio, denuncia cómo se han ido perfeccionando los obstáculos –autoridades y crimen- y se indigna con el sistema que provoca que las personas tengan que seguir huyendo.

Es un cura que no parece cura, o al menos no se acerca al perfil de cómo debe actuar o hablar un cura: sereno, discreto, sonriente. Él no. Barilli no mencionó a dios o santo alguno en ningún momento de la entrevista, pero sí que repitió con profundo compromiso y pasión la palabra “migrante”.

Dicen, en Tecún Umán, que algunos de los viajeros temen la férrea disciplina con que el brasileño de los Scalabrini administra el hogar. Él se enorgullece del orden que ha establecido, de que se respeten los horarios de llegada y las reglas en casa –andar con camisa, no ingerir alcohol, entrar a las cinco en punto de la tarde, por ejemplo-. Se jacta de su capacidad para detectar a los coyotes que se quieren colar en su guarida para llevarse a los migrantes: los echa sin miramientos.

Por la Casa del Migrante, a pocos metros del río, sobre la Avenida del Migrante, una construcción sólida, impecablemente pintada de azul, con un patio con árboles y un mural que representa el tortuoso camino de los que parten, han pasado más de 40 mil viajeros. En quince años el sacerdote de la orden Scalabrini ha tenido tiempo para conocer sus historias y denunciar reiteradamente los abusos que sufren sus protegidos. Pero tanto trabajo parece no terminar, los centroamericanos siguen en su tortuosa ruta hacia el norte.

“Ustedes los de la prensa son una espada de doble filo, pueden ayudar a mantener a alguien vivo y pueden matar al que tiene la mejor salud. Ayúdeme a buscar recursos, no me mate también”, es lo primero que dice Barili.

Pareciera que el tema de la migración ha pasado a un segundo plano. Ahora los esfuerzos, o la alerta, están puestos sobre la trata de personas.

El tema de moda es trata y nosotros venimos trabajando trata desde hace 17 años…

¿Por qué dice que es el tema de moda?

Porque cuando se tiene un tema de moda se olvidan de muchas otras cosas, opaca otros problemas. Inyectan dinero para otras instituciones de Gobierno, para el mismo Gobierno de Guatemala. Ahora más que todo es la trata.

He cuestionado a algunos entrevistados de Gobierno sobre esto. ¿Por qué ahora?

Pregúntele al Gobierno qué están haciendo, pregúntele a la gente si tienen una casa para atenderlas, si inyectan dinero. Pero no hay dinero para repatriar. Si le decimos al Gobierno, ellos quieren hacer todo un show, llamar a la prensa, porque no lo hacen de otra forma. Pero no están pagando la repatriación.

¿No pagan las repatriaciones?

No. El representante del gobernador dice: “reactivamos la mesa departamental para los migrantes”. Pero, ¿qué están haciendo? ¿Qué significa reactivar la mesa? Me pidieron entrar y, ¿para qué voy? “Para demostrar que estamos trabajando”, dice el gobernador del departamento, ¿Estamos? “Aremos todo el día”, dijo la mosca… en el cacho del buey. Nos ponen dentro para decir que están haciendo algo, pero no están invirtiendo nada. Me interesa el dinero para pagar a mis trabajadores, para trabajar con los migrantes. Son buenos para hacer foros, aquí padecemos de foritis y de reunionitis.

Desde que vine a Guatemala, hace 18 años, nos buscan, nos dicen: “entren en nuestra red”. También pasó con el tema del Sida.Todos dicen: “entren a nuestra red”, y entonces, ¿cuándo voy a trabajar? Todo son reuniones y reuniones y no están trabajando. ¡No, están hablando! Pero, hospedar a la gente, darles sicólogo, asesoría jurídica, eso es otro rollo. ¿Cuánto gastaría una institución de estas?

Somos 13 trabajadores, ¿cuánto pagaría el Gobierno por 13 trabajadores y cuántos resultados dejan al final del mandato?

¿Qué pasa con los albergues estatales?

Usan los nuestros. Un grupo de guatemaltecos que vino de Nueva York, me dijo que Otto Pérez Molina va para allá, y dice que a los deportados los llevan a su lugar de origen. Pregúnteles si están en El Carmen (en las instituciones de gobierno). Porque allí estamos nosotros, tenemos 13 trabajadores. Dicen: “llevémoslos a la casa”, pero la casa es nuestra, no del Gobierno. Vea el informe de los 15 años de trabajo, lo que hemos hecho, Q16 millones hemos invertido en esta casa. Pero pregúntele al Gobierno si sabe cuánto hemos gastado.

Para que tenga una idea, en este tiempo hemos dado 870 mil comidas.

Dice que el Gobierno no da apoyo, y en el caso de los menores, ¿la Procuraduría General de la Nación está recibiendo a los niños deportados?

A los niños se supone que los llevan a Xela. Después de allí no me meto a mayores investigaciones. El antiguo gobierno quería trabajar conjuntamente con nosotros, que nos asociáramos. “Sí”, les dije, pero si el dinero no cae, entonces no, para eso lo hago independiente, sin que nos impongan condiciones. Todo lo que hablan del final de gobierno de Sandra (Torres), no de (Álvaro) Colom. Pero fue el único gobierno que algo nos apoyó económicamente, y mucho con relaciones exteriores. A las familias de los migrantes, las ayudó a repatriar cadáveres. Ahí sí lograron una buena coordinación.

Porque todos dicen que Sandra aquí y que Sandra allá… pues Sandra vino aquí y se comprometió a dar dinero y 500 metros de adoquín y luego el obispo decía que no, que ellos estaban en campaña política. Pero yo dije: “tanto pedir ayuda y cuando vienen a ofrecernos, decir que no…” Y ayudaron. Tendrán otros defectos, pero para mi tema, lo migrantes, sí que apoyaron. Sólo de Malacatán repatriamos 15 cuerpos el año pasado. Ahora el gobierno dice que no tiene dinero para repatriar cuerpos.

Por eso lo importante de los medios: que cuestionen a las autoridades. Y no es necesario que estén aquí en Tecún, basta con que inviertan dinero para nuestra casa y nosotros hacemos el trabajo, ¡pero que hagan algo! No es necesario crear cosas paralelas. Es fortalecer las que ya existen. ¿Cuánto gana Conamigua?, ¿de cuánto es su presupuesto? La comisión de diputados sólo tiene interés en hacer reuniones allá (en EEUU). Los que necesitan ayuda son los deportados del campo. Que se dediquen a buscar formas de encontrar trabajo para la gente aquí, de educar a la gente. Mientras no se combatan esas precariedades, se tienen que ir...

La delincuencia… Las mujeres que se tienen que prostituir porque se quedan sin dinero. ¿Es el tráfico más grave ahora que cuando usted llegó acá?

De cierta forma siempre ha habido. Ahora la situación es más dramática con el crimen organizado, y no pongo a los Zetas porque no todos son parte de los Zetas. Los Zetas es otro tema de moda: ahora todos son “zetas” y “los alfa” y “los mareros”… Siempre hubo delincuencia común, pero puede que ahora tengan mayor organización, puede ser que hayan ganado experiencia.

Pero el verdadero problema es que se ha criminalizado la migración. Si México diera una visa, todos van en avión, se termina la violencia, mucho se solucionaría. Ya no necesitarían coyotes, traficantes. Las mismas políticas de Estados Unidos han creado, fomentado y enriquecido el tráfico de personas. No dejan de ser culpables de toda la violencia que se está generando.

En México se reportan decenas de secuestros a migrantes. Sin embargo a Guatemala apenas llegan los ecos. ¿Cómo es la situación?

Recibimos informes. Atendimos gente de un grupo que secuestraron a 40, aquí en Oaxaca. Por lo que dicen, no son tan profesionales. Los separan por nacionalidad: guatemaltecos, salvadoreños, a cada grupo por su lado. Las tácticas de grupos internacionales que están involucradas conocen que salvadoreños y guatemaltecos son muy diferentes. Tienen sus sistemas, su cultura y forma de vivir es diferente. Es lógico también que la mujer sea una víctima factible por su condición de mujer. Pero son el siete por ciento de los migrantes. Aunque ahora dicen que hay más.

Entonces, ¿no han cambiado las cifras de la migración femenina? ¿Han cambiado los flujos?

El porcentaje de migración no ha cambiado en los 15 años que llevo aquí. Puede ser que haya un pueblo en que muchas mujeres se fueron. Pero como pasa en San Marcos, los hombres de (San Miguel) Ixtahuacán se fueron todos a trabajar. En Sipacapa hay menores que van a trabajar a Tapachula, eso sí se puede identificar. Nosotros hacemos estudios de la migración forzada, de mujeres indígenas que vienen a trabajar a las fincas de café de la Boca Costa, ahí ya cambia el porcentaje de la migración. La ONU habla de una migración legal también, que migra con mejores condiciones de vida, y allí puede subir el porcentaje de mujeres. Pero cuando hablamos de la región en que vivimos, el 93 por ciento de los migrantes son hombres.

Pero nadie tiene muy claro, en realidad, cuántas personas transitan por Guatemala para llegar a EEUU y cuántos guatemaltecos se van. ¿De dónde surgen las cifras?

Me gustaría saberlo… Hay algunos estudios de la Organización Internacional de Migraciones que, por cierto, nos ayuda mucho. Cuando no chingan, nos ayudan mucho. (A veces son tan exigentes que no dejan trabajar). Pero vienen organizaciones o universidades de Guatemala y entrevistan a 10 personas y sacan un libro como conclusión. ¿De dónde sacan esto? Cuando empecé aquí decían que la gente ya iba por Petén. ¿De dónde sacaron eso, dónde están los datos? Nosotros hicimos encuestas de 1300 personas. Antes del Stan el 93% han cruzado la frontera por Tecún Umán, ahora se desparramó la migración por toda frontera, que es muy diferente.

El migrante no da entrevistas fuera, difícilmente el migrante habla, vaya por el río, busque un migrante, cuesta que den entrevistas. Cuesta que hablen, porque es su defensa. Pero entrevistan a 15 o 20 y sacan un estudio, según ellos. Es muy arriesgado, no es confiable esto.

Aquí vienen a hacer muchos documentales y siempre dicen: “le voy a mandar el documental”. Ya tengo yo 15 años aquí y nada. Yo tengo que ir a comprar el documental.

Se habla mucho de la desidia de las autoridades mexicanas en lo que a la protección de los migrantes respecta.

Mira, desde (Vicente) Fox, algunas instituciones trabajan mejor que otras, como la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Ellos apoyan mucho, han venido mucho. Soberanes (José Luis, presidente de la CNDH) ha venido cientos de veces. En cambio Sergio Morales (ex Procurador de Derechos Humanos) nunca pisó Tecún Umán. Yo le dije personalmente que viniera y dijo que no tenía tiempo. México ha tenido una mayor preocupación e invertido más y ha tenido un mejor control. Yo pienso que en este sentido ha caminado mucho más. Es cierto que es más complicado México, las rutas son mas largas, es un país más grande. Pero ¿qué están haciendo autoridades en Centroamérica?

Menciona que el Gobierno pasado les dio cierto apoyo. ¿Qué hay del actual?

Yo espero que le den seguimiento. Hay un interés de la esposa del presidente por los menores, pero no se trata sólo de menores. Creo que no tienen mínima idea de lo que están haciendo y qué van hacer. Es como el doctor que viene hoy aquí, a dar pláticas de VIH Sida de hora y media al migrante. Yo le dije: “Mire doctor, usted entenderá de su trabajo, pero de migrantes usted no sabe nada. Cómo va a querer el migrante escuchar de Sida hora y media, cuando llega enfermo, con hambre”. Primero se le da lo que él necesita, después se le da plática. Verlo como una persona, escucharlo para ver que necesidades tiene. El migrante tiene que tener un lugar, agua, comida, ropa, medicina, es más fácil que escuche, estamos por ellos, ellos lo saben…

Los migrantes son los grandes desconocidos.

Tienen que conocerlos. Como dice un migrante: “Qué sabe de amor si no ha besado un burro”. Podemos hablar mucho de migración, de teoría, pero realmente: ¿saben el olor de un migrante? Si le pongo a dos allí, a un vago de la calle y a un migrante, quiero ver si me va a distinguir uno del otro.

Hay que conocer mucho de lo que pasa con la migración para poder hablar. Y, ¿no será que el sistema no funciona porque sólo hablamos tonteras, cosas que no son reales? El migrante ha sido un tema de moda por mucho tiempo, el problema es que no se detiene la migración, no se paran los problemas en torno de la migración. En el tema de trata, algunos gobiernos de fuera están inyectando mucho dinero, pero mi pregunta es dónde está este dinero. Nosotros damos el seguimiento con el abogado que tienen, y seguimos hasta donde el migrante quiere y permite que se haga, respetamos el derecho de él de no denunciar. Ya es víctima, y quizás tenga que denunciar a alguien de arriba, pero prefiere estar con vida. La cuestión es no sólo ayudar a víctimas. Hay que evitar que lleguen a este punto, que es mucho más fácil y práctico.

Dice que los migrantes tienen miedo de hablar, ¿por qué?

Porque ellos ponen a todos al mismo nivel del gobierno, de la policía, de migración, y con el racismo que existe con el forastero. Se ha criminalizado la migración, y el migrante ya viene con esto en su cabeza. Piensa que no tiene derechos aquí en Guatemala.

¿Los migrantes llegan a sentirse criminales?

No criminales, pero sí se ven más como delincuentes que como víctimas. No se atreven a ciertas cosas y no pelean por sus derechos. Es un sentimiento lógico. Por eso se requiere mayor educación, que la gente antes de migrar sepa. Y no se ha cumplido con los compromisos de informar, como los tenían los del Parlacen, con la comisión de diputados, que ya no los quiero ver aquí.

Tenemos casos terribles, como una pareja que fue violada –el hombre y la mujer-, y nadie que pase por esto lo va a querer contar. Muchos hombres son violados, pero no quieren hablar. Más con el machismo que hay.

¿Es distinta la policía mexicana y la guatemalteca?

México ha cambiado un poco, ha mejorado, porque no toda policía puede detener migrantes, pero sí siguen denuncias. En Guatemala lamentablemente, ya sea la policía o migración, en la parte sur les piden dinero para dejarlos venir. Ellos no saben que con el CA4 tienen acceso a los cuatro países. Aquí las violaciones de los derechos de los migrantes empezaron hace tres años más o menos: comenzaron a pedir dinero, a decir que sus papeles no valían.

¿Qué sucedió hace tres años para que empezaran los abusos de la policía?

Fueron aprendiendo del norte, tal vez de México. Antes hasta por la ignorancia, qué tanto iba a saber el policía que uno es de Honduras, de El Salvador o Guatemala. Uno va creando conciencia, pero los desgraciados también van aprendiendo las mañas.

Hay señalamientos serios del sistema migratorio, por ejemplo, en el caso de la trata: se hacen de la vista gorda.

Ya sabemos lo que la policía quiere: la mordida. En migración es la ignorancia. Aquí ya ha cambiado, pero ya nos conocen y ya no los deportan aquí. Ahora van a El Carmen. Hemos peleado para que las deportaciones vuelvan para acá, porque allí todos caen como cuervos sobre los migrantes deportados. Allá es horrible. No se sabe con quién se está metiendo: allá están los tratantes.

Yo no dudo que haya interés de algunos y que hayan intentado enderezar las cosas, pero es cambiar toda una estructura, con la cultura que hay dentro.

Se habla de desplazamientos y de migración por la violencia. ¿Cuántos podrían estar huyendo por la inseguridad?

No, no es muy común y tampoco lo dicen. Yo creo que el que emigra viene de un contexto social y la violencia es parte de un sistema. La mayoría se va por necesidad: un 90 o 95 por ciento es por la cuestión económica. Pero por supuesto que tenemos en cuenta que de por medio también está eso, aunque ellos saben que en el mundo van a encontrar violencia donde vayan. Pero en el fondo es lo económico lo que les mueve: a la violencia ya se acostumbraron. Cuando empezó el tema de moda de la crisis económica, yo dije: “el pobre de qué se va a preocupar, si nunca tuvo”. Los que lo sentían eran los ricos. Esto es igual.

En 18 años no ha habido cambios en el sistema. Cuando yo vine aquí hace 18, lo primero que dije: “hay que abrir una oficina de derechos humanos”. Era la primera de la orden, después de 115 años. Yo no hago trabajo de iglesia, yo ayudo a la iglesia, porque sólo con misas no se resuelve el tema de los migrantes, si somos una orden especial para esto, primero son los migrantes. Uno tiene que saber bien cuál es su trabajo.

Pero la cuestión es que se requiere de una mejora en todo el sistema. El migrantes se va para los EEUU, el papá nunca vuelve y se produce la desintegración familiar. No hay que ver sólo al migrante si no hay que entrarle a todo el bloque. ¡Pero hay que entrarle! 

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