Durante la mañana del mismo martes, luego de una cumbre de las autoridades civiles y militares de Venezuela, el mismo Maduro había anunciado que el Presidente había empeorado, y que éste “vivía sus horas más difíciles”. Maduro sostuvo que sin duda el Presidente había sido “atacado” con la enfermedad, y anunció la expulsión de dos miembros de la agregaduría militar de la embajada de los Estados Unidos, a los quienes acusó de conspirar contra la estabilidad interna del país.
De esta forma, ha terminado el circo mediático montado en torno a la figura del ganador de las elecciones venezolanas de 2012, cuyas últimas imágenes fueron captadas antes de dirigirse al avión que lo llevaría a Cuba, luego de haber designado a Maduro como su heredero y sucesor.
La influyente figura de Chávez, que dominó el ámbito latinoamericano en los últimos años, no estará más al timón de la revolución bolivariana. Y las preguntas sobre lo que puede suceder en los siguientes meses comienzan a encontrar algunas respuestas.
El aparato político del chavismo, con la interpretación sui generis del poder judicial sobre la ausencia del presidente Chávez, consiguió sortear los obstáculos de la primera parte del artículo 233 de la Constitución de Venezuela, sobre la ausencia del mandatario antes de tomar posesión del cargo, que habrían llevado a Diosdado Cabello, como Presidente del Legislativo, a ocupar la Presidencia de la República, con el mandato de convocar a elecciones en 30 días.
El caso es que el mencionado artículo 233 dispone que si la ausencia del Presidente se produce durante los primeros cuatro años del mandato, el vicepresidente o la vicepresidente ejecutiva en su caso, deberán hacerse cargo de la dirección del país. Así, el Ministro de Relaciones Exteriores, Elías Jaua, anunció que Maduro asumirá la conducción del país y que se convocarán a nuevas elecciones en 30 días.
Para nadie es un secreto que las elecciones enfrentarán a Henrique Capriles y Maduro.
Los casi tres meses transcurridos entre la salida de Chávez a Cuba, y el anuncio de su muerte, parecerían haber servido para que el Chavismo cierre grietas y fisuras, para enfrentar los escenarios políticos del 2013. En este sentido, la cumbre mantenida en La Habana en enero de 2013, parecería haber sido clave para “borrar” del mapa a Diosdado Cabello. Según informa El País, Cabello ni siquiera estuvo presente durante el aviso de la muerte de Chávez, dado que su propia madre falleció durante el fin de semana.
Este mismo compás de espera ha servido a la oposición venezolana, que habría cerrado filas en torno a Capriles. Los resultados de las elecciones generales, y de las elecciones de gobernadores, realizada en diciembre de 2012, asestaron un fuerte golpe a la oposición, que sin duda debería haber repensado su papel, y diseñado una nueva estrategia. Y es que las dimensiones del reto, aún sin Chávez a la cabeza, son mayúsculas. El llamado al orden y disciplina de Maduro, tiene por objeto mantener la moral y garantizar el funcionamiento de las estructuras que llevaron a Chávez a gobernar el país. Su unción como heredero, hecha de viva voz por el caudillo, le legitima ante las masas a las cuales pedirá su apoyo para continuar el legado de la revolución.
Adicionalmente, Maduro parecería haber cedido a las pretensiones de los sectores más conservadores de la revolución, que seguramente se sienten más tranquilos luego de los gestos de hostilidad hacia Washington del martes pasado. Culpar tácitamente al gobierno de Obama por la enfermedad del Presidente, y expulsar a dos agregados militares, parecería ser señales encaminadas a moderar el optimismo del Departamento de Estado sobre la figura del vicepresidente-candidato.
Habrá que esperar para ver los posibles cambios en la política exterior venezolana. Mientras la influencia de Cuba parece a salvo, todavía falta por ver si continuará el apoyo a países como Nicaragua, y a los movimientos políticos de izquierda de otros países de la región. Pero el primer frente son las elecciones. Y ganarlas es ahora mismo la principal prioridad del Chavismo sin Chávez.
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